La incógnita en el estadio de River transitaba por saber la cantidad de goles que podría convertirle el local a Arsenal. De un lado estaba el equipo que venía de anotar cuatro en Rosario, y del otro el último equipo del torneo, que todavía no ganó con su nuevo técnico.

El inicio exhibió rápidamente la postura de ambos: River ubicado en el campo rival, y los de Sarandí retrasados, con cinco hombres en el mediocampo, para dejar sólo a Mazzola como el más adelantado del equipo.

La insistencia de River hizo que tuviera la primera situación de riesgo a los nueve minutos, cuando un tiro de De La Cruz encontró a Benavídez parado en la línea para rechazar la pelota con la cabeza.

Los problemas futbolísticos de Arsenal se reflejan en sus números: apenas cinco goles convertidos en el torneo, contra los 22 que tenía River en el momento de asumir el compromiso. Lo peor estaba en lo defensivo para el equipo de Damonte, que llegaba con 18 anotaciones en su propio arco.

A pesar de que las estadísticas no lo favorecían, Arsenal se las ingenió para no dejar que River lo avasalle, y decidió parar sus avances a 20 metros de su área. Con muchas infracciones y desprendiéndose de la pelota cuando la recuperaba, sus argumentos eran limitados. Con el correr de los minutos, River fue ingresando en la confusión que le proponía su adversario, y fue perdiendo capacidad de desequilibrio.

El chico Rollheiser tuvo la segunda oportunidad para convertir, con un remate de zurda ingresando por la derecha, pero la travesaño dio en el travesaño y salió por el otro lado.

La búsqueda de River continuó en la segunda parte, pero a medida que pasaban los minutos la desesperación fue apareciendo en algunos jugadores. Los equipos que plantean un juego destructivo y especulativo, como Arsenal, en varias ocasionas termina desgastando emocionalmente al otro, quien suele perder claridad y lucidez.

Los recursos de Arsenal no son desbordantes, y los futbolistas que posee explica la situación en la que se encuentra el plantel. El equipo, antes de esta fecha 12, había ganado un solo encuentro, empató cinco y perdió los otros cinco. La situación provocó la salida de Sergio Rondina, y Damonte todavía no pudo lograr el éxito.

La paridad del juego que se observa fecha tras fecha parece nivelar todo, pero lejos de mostrar algo para el elogio sino lo opuesto. River, a pesar de ser uno de los que más ofrece por el espectáculo, tampoco está exento de esta medianía. El equipo venía de tener un buen rendimiento ante Newell's, pero le costó repetir ante un planteo muy diferente al de los rosarinos.

El ingreso de Súarez no le imprimió la dinámica que pretendía River. El ex Belgrano, inclusive, todavía no pudo recuperar el nivel que poseía antes de la lesión que lo marginó por algunas semanas. Braian Romero tampoco logró reencontrarse con el gol, y cuando parecía que la hazaña de Arsenal se concretaba, un propio jugador visitante (Méndez) fue el que le terminó dando la victoria a River.

Suárez llegó por la izquierda, abrió la pelota para Angileri, éste la lanzó al centro del área, y en su intento por rechazar Méndez la metió en el arco de Medina. River, sin lucir, es el único escolta de Talleres.