Hovhannés Virabyan tenía apenas diez años cuando Armenia declaró su independencia el 21 de septiembre de 1991 a través de un referéndum popular. Pasaron treinta años no exentos de avances y retrocesos, y Virabyan es el actual embajador armenio en Argentina. En diálogo con Página/12, este hombre nacido en Ereván celebra el presente de Armenia sin olvidar sus raíces: "He visto todo con mis propios ojos, las dificultades y fallas pero también los éxitos y desafíos. Con treinta años eres joven, pero ya tienes responsabilidades".

Para conmemorar el aniversario, desde la embajada en Argentina se desarrollaron una serie de eventos abiertos al público de manera virtual. Así se pudo conocer Matenadarán, el Museo de Manuscritos Antiguos, o el prestigioso colegio internacional de Dilichán. También organizaron un recorrido por la historia del vino Karas, propiedad de la familia Eurnekian, o una charla con el dueño de una cadena de restaurantes que empezó vendiendo panchos y hamburguesas. "La idea es mostrar a Armenia no solo por su historia y cultura milenaria, también como un lugar donde puedes hacer negocios y ganar dinero", destaca el embajador.

Más allá de sus objetivos diplomáticos en Argentina, Virabyan no le escapa a los temas ásperos: el genocidio armenio y la guerra que se cobró miles de víctimas en Nagorno Karabaj. "Lo que pasó en Nagorno Karabaj es que no hemos permitido un segundo genocidio en el mismo siglo. Para algunos es un conflicto o un choque de intereses, pero para nosotros es nuestra patria milenaria", explica el embajador a este diario.

- ¿Cómo atravesó Armenia estos años de independencia?

- Yo recuerdo perfectamente dónde hemos empezado. En 1988 Armenia pasó un terremoto horrible que borró casi una tercera parte del país, y sus consecuencias fueron tan graves que aún con todo su poder la Unión Soviética no pudo reaccionar rápido. Todos esos problemas cayeron en las espaldas de una república recién nacida. Al mismo tiempo empezaron los problemas con Azerbaiyán: limpiezas étnicas contra los armenios que vivían en esa época en diferentes partes de Azerbaiyán y también en Nagorno Karabaj. Elegimos el camino de la democracia porque es el mejor que inventó la humanidad, no es perfecta en ningún lado del mundo y tampoco en Armenia. No podemos recorrer en treinta años una distancia que en Europa se recorrió con evoluciones y revoluciones que llevaron siglos. Armenia tiene una interesante mezcla de historia y tradiciones, pero también como República joven tiene energía y motivación. Queremos tener más años por venir que años de historia.

- Usted menciona casos exitosos de armenios en el exterior, pero uno de los problemas endémicos del país es su alta tasa de emigración y no precisamente por negocios...

- Es que tradicionalmente los armenios viajan mucho. Depende mucho de sus páginas trágicas pero también Armenia es una nación en movimiento, somos como hormigas. El gobierno no quiere parar ese proceso, lo que trata de hacer es generar más puestos de trabajo, más posibilidades de desarrollo para crecer profesionalmente, pero no puede cerrar las fronteras. Al revés, tenemos también a un pequeño porcentaje que vuelve a Armenia, por ejemplo después de la guerra de Siria han vuelto casi 20 mil personas. Pero es cierto que fuera de Armenia viven dos veces más armenios que en el país. Eso fue así históricamente.

El 24 de abril se cumplió el 106° aniversario del genocidio armenio, reconocido por el presidente estadounidense Joe Biden. ¿Cree que finalmente hará lo mismo Turquía?

- La pregunta no es si van a hacer eso o no, la pregunta es ¿cuándo van a hacerlo? Por supuesto, Turquía es un gran país. Es un gran poder económico y si ellos quieren convertirse en un país más democrático, más abierto, no tienen otra opción. Hablar sobre genocidio no es venganza, es una cosa necesaria para ellos también. No consideramos al pueblo turco como enemigo de Armenia, el enemigo para nosotros es el negacionismo. Tenemos que normalizar las relaciones con Turquía. Tenemos que trabajar juntos, pero sinceramente no creo que con la Turquía de (el presidente Recep Tayyip) Erdogan sea posible avanzar mucho.

- ¿Cuál es su mirada de lo ocurrido en Nagorno Karabaj?

- En primer lugar se trata de un conflicto sobre derechos humanos. En las últimas décadas en cualquier parte del planeta hablamos de diferentes clases de derechos humanos, pero el más importante es el derecho a la vida y Nagorno Karabaj es sobre eso. En Nagorno Karabaj viven 150 mil armenios, y ellos viven ahí desde el inicio de los tiempos. Y para entender la situación, Azerbaiyán solo cuenta con 100 años de historia, es decir, nunca antes de 100 años fue un Estado que se llamara azerbaiyano.

- ¿Pero cuál es el estatus de Nagorno Karabaj?

- A veces mis colegas de Azerbaiyán o Turquía tratan de presentar que Armenia está en contra del principio de integridad territorial, lo cual no es correcto. Nagorno Karabaj no tiene nada que ver con la integridad territorial de Azerbaiyán porque nunca fue parte de Azerbaiyán independiente. Solo durante la época de la Unión Soviética, Stalin regaló Nagorno Karabaj a Azerbaiyán con el principio de dividir para gobernar. En cuanto se cayó la Unión Soviética, Nagorno Karabaj se independizó con un referéndum plenamente constitucional. Armenia cree que el principio de autodeterminación de los pueblos es importante porque cada persona tiene que decidir dónde vivir y bajo qué circunstancias.

- ¿Quedan prisioneros de guerra armenios en manos de Azerbaiyán?

- Sí, sí, por supuesto. Hay muchos reportes de Human Rights Watch, de Freedom House y la Cruz Roja que indican que estos prisioneros de guerra cada día están siendo torturados en cárceles en Azerbaiyán. Por supuesto esto es un instrumento de Azerbaiyán para tener influencia en la vida política de Armenia. Ellos hacen todo lo posible para romper las reglas, por eso es muy importante la voz de la comunidad internacional.

- Sin embargo Azerbaiyán mantiene el apoyo de países como Turquía o Israel…

- En el mundo hay lo que se llama fake news, pero en el caso de Azerbaiyán hay "fake business plans": muestran que mañana van a hacer inversiones de millones y millones de dólares y tratan de comprar el silencio de algunos países. Antes de mi llegada aquí, fui el Jefe de División de Europa Occidental y conozco perfectamente de qué hablo. Ellos proponen negocios pero, ¿quién va a construir esas obras finalmente? Por supuesto, Turquía.

Virabyan, ¿cuáles son los objetivos de su misión en Argentina?

- En cualquier país la tarea del embajador es desarrollar relaciones bilaterales. El año que viene se cumplen 30 años de relaciones bilaterales diplomáticas con la Argentina y tenemos muy buenos resultados. Por ejemplo, Argentina es el quinto país con inversiones directas en la economía de Armenia. Gracias a Argentina nuestros abuelos y bisabuelos pudieron escapar del genocidio, encontrar una vida pacífica y próspera. Como Estados tenemos que alimentar esta amistad, algo que no solo sean palabras o un brindis. Recientemente firmamos un acuerdo de cooperación con nuestras agencias de inversiones y comercio exterior porque hay muchas posibilidades de desarrollo, desde agricultura hasta nuevas tecnologías.