Teke, teke, toca, toca

Los preparativos empezaron temprano, con ajustes de sonido y el despliegue de la bandera que sirvió de telón de fondo para el escenario: “Señores jueces, nunca más. Ningún genocida suelto”, enmarcó la bandera el histórico repudio de ayer al fallo de la Corte Suprema que aplicó el 2x1 a un represor y, con eso, les ofreció la posibilidad de acceder a la libertad a centenares de represores y genocidas. La Plaza de Mayo, epicentro del acto, también comenzó a llenarse bastante antes de las 18, la hora pautada. “¿Cómo no voy a venir después de lo que los jueces hicieron? Todos los que quieren a los genocidas libres tienen que saber cuántos somos los que queremos todo lo contrario”, respondió Candela a la consulta sobre su presencia en la masiva manifestación. Salió temprano del trabajo, en Núñez, se tomó un colectivo y llegó cómoda a la plaza, “como para elegir lugar”. Esperó a su novio sentada en el respaldo del banco de cemento que circunda una de las fuentes. Siguió con mímica perfecta los temas que musicalizaron la llegada de decenas y decenas de hombres, mujeres, niñas y niños desde todos los puntos de la ciudad. La Renga, Todos tus muertos, los Fabulosos Cadillacs, Bersuit, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Se sabía todos los temas, Candela, marca generacional que la separó de la inmensa mayoría de los asistentes al acto, que acompañaban a puro mecer de hombros la música, pero de letra, cero. 

La memoria no se toca

Antes de las 18, la capacidad de la plaza llegó a su tope, mayormente repleta de “gente suelta”. Como Candela, que nació y creció en democracia. Como Carlos, que al nacimiento del horror le lleva dos décadas de ventaja, y definió como “los criminales más brutales que hemos conocido” a los beneficiarios del fallo de la Corte, y esa es la primera razón de su participación en el acto de ayer. “La segunda, porque hay cosas a las que no se vuelve, aprendizajes que no cambian. No podemos volver a tenerlos en libertad. Fueron criminales, son criminales, no merecen ningún tipo de beneficio”, enumeró, aún con la sonrisa que le quedó dibujada de la charla que mantenía con sus “amigos del laburo”, con quienes asistió al repudio. Los cuatro de traje, los cuatro con los pañuelos blancos que habían tomado de los puntos de distribución dispuestos cerca de la plaza, anudados al cuello. La idea de multiplicar el símbolo de las Madres en cada asistente marcó a fuego la manifestación histórica. En medio de la semana laboral, en plena hora pico de fin de jornada, funcionaron como elemento revelador en el usual hormiguero del Microcentro porteño: los que repudiaban el 2x1 se multiplicaban con el correr de la tarde y se identificaban perfectamente.       

Pero la identificación también funcionó por el contrario, como sucedió con los conductores que intentaron, en vano, escaparse de un estacionamiento ubicado en Hipólito Yrigoyen y Piedras, a tres cuadras de la Plaza de Mayo. “Yo les avisé a todos que no iban a poder salir, que estaba la marcha, que dejaran el auto y volvieran más tarde o mañana, pero no me hicieron caso”, contó Fabián, empleado del garage. Los conductores avanzaron cuanto pudieron entre pañuelos blancos, intentaron retomar esquinas más adelante, tocaron bocina. Ninguno llevaba nada en su cuello.

Los milicos en la cárcel

“Es una vergüenza, no puede ser que haya quien intente hacer una cosa así todavía”, se quejó, incrédula aún, Verónica, luego de sacarse una selfie con su hijo Santiago, de 9 años, con el escenario de fondo. Ella tiene 42 y decidió participar de las movilizaciones junto a su hijo “desde que era muy chiquito”. Salió del trabajo, fue a buscar a su hijo a la escuela y volvió al microcentro “porque hay que enseñarles que las expresiones se hacen en la calle, en conjunto, porque tiene que saber quiénes son las Madres y las Abuelas y por qué pelean”. “Y porque yo quise venir”, remarcó el nene. 

Sol, Mora y Jimena tienen 20 años. Como dijo la Madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas en el escenario, ellas también estaban un poco excitadas. “Es una mezcla de alegría y bronca, o primero de bronca y después alegría, porque primero vino lo del fallo y después la idea de salir a decirles que no”, resumió Jimena, que sostenía un cartel que reclamaba “cárcel a los que robaron bebés”. Ellas nacieron el año en el que el movimiento de derechos humanos realizó la marcha histórica contra la impunidad, en plena década de indultos y leyes de Obediencia Debida y Punto Final. No lo sabían y se sorprendieron de aquello, casi como lo hicieron de ser partícipes de la jornada de ayer. “No tendría que haberse quedado nadie en su casa hoy, estamos haciendo historia y de la buena, porque con tantos como somos es impensable que alguien quiera otra vez dejar a esta gente en libertad”, se esperanzó Mora. 

2x1 las pelotas 

Las integrantes de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora Taty Almeida y Nora Cortiñas; la presidenta de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Lita Boitano; y la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, comenzaron a leer el documento consensuado de todos los organismos casi a las 19. La Avenida de Mayo y las Diagonales quedaron colmadas de organizaciones sociales y políticas debido a la enorme cantidad de manifestantes. “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza”, cantó la multitud y se calló para escucharlas leer. Solo interrumpieron para confirmar que Alfredo Astiz, el “Tigre” Acosta, Miguel Etchecolatz y Christian von Wernich son “asesinos” o “hijos de puta”. Para silbar o abuchear a los jueces de la Corte Suprema que votaron a favor del 2x1 y para recordar que “como a los nazis les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar”. 

Entre la multitud, las palabras de las Madres y las Abuelas eran escuchadas y comentadas por lo bajo. Como una chica que le dice a su amiga, mientras Cortiñas grita que quiere y “queremos” Justicia “por los bebés que se robaron”, “por las personas que tiraron al mar”, “por las familias que destrozaron”: “Uno a veces no se da cuenta de la situación de la que está formando parte. Yo ahora estoy acá y veo a mi alrededor, pero no termino de caer hasta el otro día de que somos muchos. Estos tipos se tienen que dar cuenta de que no pueden hacer una cosa así”. 

El grito de “presente” por los 30 mil compañeros detenidos desaparecidos fue el cierre de la manifestación de repudio al fallo supremo. La desconcentración, al ritmo de “La Memoria”, de León Gieco, fue compleja y apretujada, entre quienes querían entrar a la plaza a pesar del final y quienes empezaban la retirada, con subtes cerrados como condimento especial. Hubo, no obstante, algo que aflojó la tensión, un poco por poder de unidad, otro poco porque obligó a mover los cuerpos. Fue cuando todos hicieron caso al cantito y se pudieron a saltar, porque “el que no salta es militar”.