Después de revisar una y otra vez los planos de la construcción, el maestro mayor de obra le preguntó a Francisco Piria por qué había diseñado una puerta falsa que no conducía a ningún lado. “A ningún lado en este mundo”, contestó Piria, alquimista de principios del siglo pasado, arquitecto, empresario, hombre de las artes oscuras y sabandija del marketing antes de que inventaran esa palabra. En la tapa de Richteria!, nuevo disco de Richter, hay un dinosaurio y naves extraterrestres sobrevolando el Castillo de Piria, la morada del pensador uruguayo en Piriápolis.

La imagen, cuenta Gustavo Scheller, bajista de la banda de electro-rock, refleja “una visión crítica de lo que está pasando, enmascarada de cine clase B”. Mucho del sonido y las letras del séptimo álbum de Richter, auténticos militantes del under durante casi dos décadas, se impregnó de la crudeza y la agresividad de lo que está pasando en la calle. “Siempre que hay neoliberalismo dando vueltas hay una ebullición en el rock. Se da un sobresalto en la cultura que genera cosas buenas”, opina el bajista.

Si en el disco previo, Transforma2, incursionaron en una versión remixada, dark y tecno de su trabajo anterior (Transformador, de 2012), en Richteria! hay una exploración más concienzuda del costado punk, no tanto desde la instrumentación como desde la actitud. “Nos aproximamos a esa veta electropunk, más áspera; quisimos acercarnos a nuestro sonido en vivo”, afirma Scheller. Para ellos, lo punk no tiene que ver con la formación bajo-guitarra-batería y los tres acordes de rigor sino con enfrentar al establishment. “Al rock se le complica mucho cuando aparece un sintetizador; se pone misógino, agresivo”, sostiene.

El corte de difusión, Genghis Khan, tiene un trasfondo político fuerte. “Hace una alegoría de los movimientos fascistas que vienen a arrasar con los logros conseguidos”, analiza. Y vuelve a hacer referencia al momento de “ebullición” del país cuando dice que “la gente se queda menos en casa, sale a la calle y está más atenta a la música, al cine y a la literatura”.

Richter es una de las bandas del under local que más kilómetros tiene en ruta. A partir del tercer disco, Lanzallamas, se compraron una vieja ambulancia y así recorrieron el país, con más de 100 shows en ciudades y pueblitos a los que nunca había llegado un grupo de rock. En el cuarto álbum, Fin del mundo, hicieron otros 10 mil kilómetros, de Ushuaia a Salta, y editaron el DVD Cuentakilómetros. Con Richteria! vuelven a confirmar que la actitud anti-confort para componer está en su manual de uso. “Es difícil que salga una canción genial si estás tirado en un all-inclusive en Cancún. ¡Aunque la verdad es que nunca fui!”, jura.

* Viernes 12/5 en Sala Caras y Caretas San Telmo, Venezuela 330. Desde las 21 con Los Sucesores de la Bestia (Rosario) y Amigos Inflables (Montevideo).