La edición independiente toma las calles. La Feria de Editores (FED), que celebra su décima edición, vuelve de manera presencial y al aire libre, de viernes a domingo de 12 a 20 horas, en el Parque de la Estación (Perón y Gallo), con entrada libre y gratuita y la participación de más de 200 editoriales. La programación cultural incluye charlas presenciales y virtuales en las que estarán el chileno Alejandro Zambra y el francés Olivier Marchon, los argentinos Martín Kohan, Leila Guerriero, Mariana Enriquez, Betina González, Ariana Harwicz, María Pía López, Clara Obligado, Dolores Reyes, Diego Golombek, Ana Ojeda y Luciana De Mello, entre otros. Se realizará un homenaje a la poeta Tamara Kamenszain, que murió a fines de julio de este año. Por la compra online de libros superior a 2.500 pesos, el envío a todo el país es gratuito, y se sumará de regalo una compilación de textos.

Tres días para revolver stands y comprar libros de Ediciones Godot, Sigilo, Entropía, Caja Negra, Gourmet Musical, Eterna Cadencia, Sudestada, Siglo XXI, Chai, Conejos, Corregidor, Marea, Mardulce, Limonero, Libros del Zorro Rojo, Alto Pogo, Gog & Magog, Blatt & Ríos, Pequeño Editor, Hekht, Milena Caserola, Dobra Robota, Rosa Iceberg, La Bestia Equilátera, Ampersand, Leteo y También el caracol; los sellos chilenos La Pollera, Alquimia, Cuneta y Hueders, entre otros, y el debut de una editorial venezolana en la que será su primera FED: Los cuadernos del destierro. También habrá un stand de Impulso Cultural y la librería Salvaje Federal, especializada en literatura escrita y editada en provincias, en el que participarán editoriales de Chaco, Córdoba, Entre Ríos, La Rioja, Neuquén, San Luis, Santa Fe y Tucumán.

“El punto principal es el reencuentro con las y los lectores”, dice Víctor Malumián, editor de Ediciones Godot y cofundador de la FED junto a Hernán López Winne. “El año pasado le tocó a la FED hacer una versión completamente digital pero con una idea de encuentro y de incorporar a una vasta mayoría de los eslabones que componen la cadena del libro, al sumar a las librerías y las distribuidoras en su venta online. Este año la situación epidemiológica permite encontrarnos al aire libre y esta fue la manera más segura que pensamos en conjunto para llevar adelante la feria. Un espacio donde compartir lecturas e ideas”, plantea Malumián y recuerda que en esta edición se entregará por primera vez el Premio a la Librería del año, dotado de 350.000 pesos para comprar libros y un 50 por ciento de descuento en los stands que participan de la feria.

Adrenalina de lo imprevisto

“Luego de estar desocializados y metidos en casa, poco a poco comenzamos a salir y las ferias de libros son eventos significativos que habilitan conversaciones y encuentros y generan la adrenalina de lo imprevisto, diferente a la metodología Zoom donde todo se calcula”, cuenta Marilina Winik, de editorial Hekht, a Página/12. “Tomar las calles es una enorme decisión, que acompaña a la larga tradición de tomas del espacio público en distintos momentos recientes de la historia local: por ejemplo, frente a la dictadura cuando las madres y abuelas salieron a las calles a reclamar por sus hijos y nietos y aún hoy siguen haciendo la ronda; en la década del 90 cuando los escraches a los genocidas se hacían como una fiesta barrial; y para fines de la década los piquetes de los movimientos de desocupados tomaron las calles. En el post 2001, el espacio público se convirtió en el símbolo de ocupación con sus asambleas ciudadanas, las tomas y aguantes de fábricas y luego, de socialización cuando se armaron ferias de libros independientes en distintos barrios”, explica Winik. “En esta oportunidad y en un contexto de pandemia, tomar las calles para la FED quizás tenga el sentido de poder salir de los nichos de lectores cautivos y pasar a los barrios, a la gente que transita y habita la ciudad, para dar a conocer la producción de muchísimas editoriales a públicos diversos. Eso siempre engrandece a cualquier feria”.

Para Gabriela De Mola, de Dobra Robota, la FED es “muy importante” para todo el ámbito editorial de pequeñas y medianas editoriales argentinas, que son las que producen “el material más interesante”. “Si bien muchos eventos culturales encontraron en la virtualidad una nueva forma de subsistir, de relacionarse y de llegar a otros espacios, retomar la presencialidad es fundamental por el contacto directo con los lectores (que vienen a darte un feedback de los libros que ya leyeron y a buscar tus nuevos títulos); de algún modo, ese contacto es como una especie de termómetro del trabajo que hiciste durante todo este tiempo, y como una inyección de vitalidad. Hacer libros todavía es algo muy analógico, por eso, si no está la dimensión presencial, es raro. Es necesario que los lectores puedan tocar los libros, hojearlos, preguntar y comentar cosas con los editores, algo imposible en una feria virtual”, reflexiona De Mola. Para Vanina Colagiovanni, escritora y editora de Gog & Magog, es una alegría volver a las ferias presenciales. “Vamos a llegar con una novedad en la que estuvimos trabajando todo el año, la poesía reunida de la poeta bahiense Roberta Iannamico, que se titula Rosa. Poemas 1997-2021. Ella, además, estará en la FED, así que será un hermoso encuentro con les lectores”.

En la FED, como acostumbra, hay debates y charlas. La primera presencial será el viernes, a las 16.30, “Escritura de ficción y no ficción. ¿Existe reglas para cada género?”, con Betina González, Leila Sucari y Soledad Urquía. El sábado, a las 14.30, hablarán Inés Rando y Marcelo Vera sobre “La poesía en la sociedad de la transparencia”. Después, a las 16.30, Martín Kohan, Cecilia Fanti y Ana Ojeda analizarán “Lo personal (¿qué es lo político?) en la literatura argentina”. Ojeda anticipa algunas cuestiones de esta charla. “El estructuralismo francés sostuvo que un texto es un artefacto significante, o sea una máquina cuyos significados no dependen de la intención de quien lo suscribe. Esta manera de entender y trabajar con los textos, sin duda útil, se centra en la instancia de la decodificación, desentendiéndose del proceso de creación de las obras, que sí interesó, y mucho, por ejemplo, a los románticos”, precisa la escritora.

Martín Kohan (foto Rafael Yohai)

“A los feminismos también les interesan las condiciones de producción, entre otras cosas, porque están relacionadas con la constitución de los cánones, listados que se compilan no solo a partir de un examen de las obras y sus logros, sino de la circulación de sus autores, sus amistades, su género, su orientación sexual, etcétera”, enumera Ojeda. “Roberto Arlt era secretario de Ricardo Güiraldes cuando andaba yirando sin rumbo (como Cambaceres) con el manuscrito inédito de La vida puerca hasta que Ricardo lo leyó, le sugirió cambiar el título a El juguete rabioso, tras lo cual Arlt finalmente logró publicarlo”, comenta la escritora. “La institución literaria es, como todas las estructuras culturales occidentales, una estructura simbólica creada por hombres para los hombres, que las mujeres llevamos milenios tratando de penetrar, infectar, subvertir, con la intención última de compartirla. Valora y aprecia, por lo tanto, las visiones del mundo que refuerzan la ubicación social hombre. Y si quisiéramos interseccionalizar un poco podríamos agregar hombre blanco de clase media o alta”.

Las charlas presenciales se completan con “Constelaciones literarias”, con María Pía López y Gabriela Borrelli Azara (sábado, a las 18.30); “Tierra de ficción”, con Dolores Reyes y Silvia Hopenhayn (domingo, a las 14.30); el homenaje a Tamara Kamenszain, con Mercedes Halfon, Florencia Garramuño y Daniel Molina (domingo, a las 16.30); y “Ciencia para audiencias pandémicas”, con Diego Golombek, Ana María Vara y Juan Manuel Carballeda (domingo, a las 18.30). “Entre lo verosímil y lo quimérico” será la primera charla virtual, con Leila Guerriero y Mariana Enriquez (viernes, a las 14.30). Uno de los debates más prometedores parte de una pregunta: “¿Por qué las bibliotecas son tan blancas?”, con Helena Silvestre, Yuliana Ortiz Ruano, Marcela Carbajo y Luciana De Mello (sábado, a las 14.30). “A pesar de que ya en 2005 se registraron 2 millones de afrodescendientes en el país, Argentina se sigue considerando mayormente europea –subraya De Mello-. La invisibilización fue y es un mecanismo racista arraigado en cada una de nosotras. Como dijo Helena Silvestre en una charla que tuvimos: nacés negra pero no lo podés ver, en muchos casos, como en el mío, pasan años hasta que te reconocés con todo lo que eso implica. Te ponen en una guerra fría con tu cuerpo porque por un lado te discriminan y por el otro se niega tu existencia. Es perverso”.

Habrá un homenaje a Tamara Kamenszain (foto Bernardino Avila)

 

De Mello revela que Liliana Viola le insistía que tomara el tema afrodescendiente y escribiera para el suplemento Soy de este diario y ella no entendía por qué se lo pedía. “Así de ridículo como suena. Hasta que me cayó la ficha escribiendo la nota sobre la editorial Mandacarú y la literatura afroargentina. Comencé a buscar autores afroargentinos sin resultados hasta que me dije: ‘Yo estaría en la lista, ¿no? Ahí comenzó mi toma de conciencia y una búsqueda que me lleva a leerme de otra forma –reconoce De Mello-. Por otra parte, este racismo en el que se funda nuestro país hace que la mayor parte de esta población se concentre hoy en las villas, las barriadas populares, los institutos de menores y las cárceles. Es el margen de los márgenes, desde donde, sin embargo, también se escribe, se lee y se publica marginalmente. Un amplio sector de esta población no solo no accede a las universidades ni a sectores influyentes de la cultura, sino que muchos no conocen ni reconocen su origen”.