Ya no era rock and roll, ya se había desfigurado lo suficiente para seguir llamándose así. A inicios de los 70, David Bowie agigantó la grieta que habían abierto Marc Bolan y Alice Cooper, para ir en busca de todo el brillo y el brío que necesitaba su Ziggy Stardust, un alter ego inspirado directamente, según Peter Doggett, en Johnny Angelo, personaje de la novela del crítico de rock Nik Cohn, que era “todas las cosas en uno, masculino y femenino y neutro, activo y pasivo, animal y vegetal, satánico, mesiánico, kitsch y camp, psicótico, martirizado, y simplemente sucio.” Lo cierto es que con un puñado de canciones, ropaje y maquillaje de glamur alienígena, Bowie y su guitarrista Mick Ronson terminaron de crear en 1972 una nueva criatura en eso de ser fulgurante hasta encandilar sensorial y sensualmente con el sonido y el look. En su libro sobre el glam recientemente editado en Argentina, Simon Reynolds analiza ese disco de Bowie y Ronson para señalar el cambio de sonido tanto como la simbiótica relación entre ambos músicos: “En las raras ocasiones en el que el rock hace su aparición al fondo de The Rise and Fall of Ziggy Stardust, casi parece un cameo, como si Ronson hubiera decidido esforzarse por capturar el centro de atención desplegando un solo o algunas florituras al final de la pista. No obstante, lo cierto es que Ronson, que era un arreglista genial, se adaptaba a la perfección a Bowie, en la medida en que los dos tenían una sensibilidad apolínea, preocupada por mantener la claridad y el control”. La prueba definitiva de ese núcleo apolíneo que formaron Bowie y Ronson, en el colmo del glam rock, se produjo un 17 de junio de 1972, a mitad de la gira de presentación del disco de Ziggy Stardust, en un recital en Oxford Town Hall. Un prueba que dejó como toda huella la foto más queer de todo el movimiento glam, que ya es mucho decir. En medio de un solo de Ronson durante la canción Suffragette City, Bowie se agacha y le hace una fellatio a la guitarra. Una suerte de cover homoerótico de Jimi Hendrix tocando la guitarra con los dientes, Bowie da la nota con la boca y así erotiza a más no poder eso de masturbatorio que tiene un solo en el rock, mientras se agarra del culo de Ronson para poner sus fauces sobre las cuerdas. Ambos enfundados en sendos trajes brillantes, la dupla parecía una colisión estelar, orgía interplanetaria, el eclipse perfecto con forma de orgasmo musical, riff cósmico. Retratada desde bambalinas por el fotógrafo Mick Rock, que ese año había capturado la mutación de Bowie en Ziggy Stardust, la foto de esa escena documenta toda la seducción queer que el rock escénico aún tenía escondida, reprimida, censurada. Y así por primera vez sale del closet ese vínculo especial entre cantante y guitarrista, una relación que en el rock parece siempre condenada al guiño homoerótico velado. La captura de ese momento solo podía haber sido hecha por alguien como Mick Rock, cómplice perfecto en la gestación del glam, quien ya había retratado a Bowie en toda la gira, generando una serie de imágenes que desafió todo lo que había y habrá de machismo y convencionalismo dentro y alrededor del rock. En ese entonces, la foto no fue escondida sino todo lo contrario: fue usada por Bowie para agradecer a fans y a la prensa por convertir a Ziggy en una estrella. Bautizada como “guitar fellatio”, la foto misma se convirtió en una celebridad influyente para todo erotismo eléctrico que puede disparar el glam o cualquier subcultura que parte del rock para viajar a otra galaxia, y aún guarda un poder de seducción bastante difícil de igualar o superar.

La muestra de fotografías Bowie por Mick Rock se puede visitar hasta el 28 de mayo, en el pabellón 8 de La Rural de Palermo, Avenida Sarmiento 2704.