Son 876 personas las que el Gobierno de la Ciudad dice que viven en la calle, en el último censo en 2016. Ante ese número –criticado, incluso, por los propios trabajadores del organismo público que realiza el conteo, el programa Buenos Aires Presente (BAP)–, más de cincuenta organizaciones sociales se capacitaron y recorrieron los 46 barrios de la Capital para llevar a cabo el Primer Censo Popular de Personas en Situación de Calle y desmentir las estadísticas oficiales. Durante la recorrida, se evidenciaron un sinfín de carencias: maltrato policial, discriminación, falta de atención sanitaria, entre otras, se repitieron en la gran mayoría de los casos.

Jésica tose con catarro antes de empezar el cuestionario. Ernesto, voluntario que recorre la terminal de subte de Constitución le ofrece un vaso de sopa instantánea. “Gracias, es lo único que tengo para cenar”, responde ella y sin buscarlo, da información sobre dos de las 29 temáticas que aborda el primer censo popular para las personas sin techo. La iniciativa surgió, cuenta Christian Gruenberg, integrante del Ministerio Público de la Defensa porteño, a partir del desfase entre la realidad concreta y las cifras que maneja el gobierno en cuanto a la problemática que tienen los vecinos que viven en situación de calle. 

“La invisibilidad estadística dirige, indudablemente, a dos caminos: la expulsión social de los desamparados, quienes habitualmente son discriminados y olvidados, y también conduce a la sobrevigilancia de las fuerzas de seguridad, con todas las consecuencias represivas que ello conlleva”, explicó Gruenberg. Jésica, quien durmió junto con su pareja en las escalinatas de la terminal de Constitución todas las noches del 2017, completó el cuestionario propuesto en el censo: sin ningún ingreso genuino, reconoció que fue discriminada en shoppings, restaurants y en los propios organismos públicos. “Tampoco tengo suerte en el hospital”, sostuvo tras toser de nuevo.

Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de una persona en situación de calle? Hace siete años, la Legislatura porteña sancionó una ley (Nº 3.076) que estipula aquella definición “a todos los hombres o mujeres adultos/as o grupo familiar, sin distinción de género u origen que habiten en la calle o espacios públicos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en forma transitoria o permanente y/o que utilicen o no la red de alojamiento nocturno”. Casi todos los censados en el barrio de Constitución fueron categóricos: es más seguro dormir en la calle que en los paradores que proporciona la Ciudad. “Cuando se apagan las luces, los guardias desaparecen y es un vale todo. Cada vez que voy, duermo abrazado a mis zapatillas y mochila”, dice Matías, de 20 años, sentado en la plaza frente a la terminal. La charla se extiende pese a que la respuesta ya fuera respondida y este joven, quien se gana el mango vendiendo pastillas de menta en los andenes, asegura que “por lo menos acá, en la calle, nos conocemos todos y nos respetamos”.

Si las cifras, en frío, ocultan la subjetividad de las personas en situación de calle, las estadísticas erróneas, aún más. El último informe del BAP –programa dirigido por Maximiliano Corach, hijo del ex ministro del Interior de Carlos Menem– fue realizado en menos de tres horas en un día con lluvia y arrojó el mencionado número de 876 personas sobreviviendo en veredas, plazas, estaciones o bajo autopistas. “En éstos censos, la cifra ya está definida de antemano. Hace diez años que no puede bajar ni subir del rango de las 800 personas. Entonces, mucho no importa si se hace bien o no la encuesta anual”, aseguró a este diario, una trabajadora del BAP que pidió reservar su identidad. 

Para desestimar las estadísticas oficiales, más de 300 voluntarios de agrupaciones como Abrigar Derechos, Amigos en el Camino, Comedor El Gomero de Barrancas de Belgrano, Red Puentes (por citar algunas de las más de 50 organizaciones) se capacitaron para recorrer todas las calles de la Capital. Orquestado en distintos circuitos, donde cada zona de la Ciudad de Buenos Aires le corresponde a la organización que trabaja en aquel territorio, el primer censo popular sobre personas en situación de calle fue iniciado el lunes pasado y concluirá el próximo domingo. 

En el barrio de Constitución, por caso, la lógica de la encuesta fue siempre la misma: los voluntarios consultaron a las personas de la calle si quieren ser entrevistados y éstos aceptaron o bien, algunos pocos, prefirieron no participar. Entre vasos de sopa o té, la encuesta se transformó en una charla donde se combinaron preguntas sobre datos personales, problemas de adicciones y la atención de distintos organismos públicos. En todos los casos, el fin del censo se dio cuando terminó la conversación y no al momento de llenar el formulario. “Algunos (de los encuestadores) los tengo por lo que hacen en el barrio. Otros, por ejemplo, se acercan a la estación con viandas para que podamos comer”, explica Sergio, quien hace diez años tuvo que dejar a sus dos hijos y su casa en Berazategui para deambular por varias estaciones de tren. Los últimos meses alternó entre la plaza Constitución y un parador de la zona.

La pregunta 27 del cuestionario investiga si alguna de las personas encuestadas sufrió algún tipo de discriminación/amenaza/violencia física/abuso sexual por parte de las fuerzas de seguridad. Luego de esa consulta, los recuerdos de los encuestados se multiplicaron. “Es algo de todos los días. En cualquier momento puede venir un cana y te saca a las patadas, mientras vos no podes hacer nada”, anunció Juan, al costado de la boletería de Constitución. El color del uniforme, cuenta, es lo de menos: “Metropolitana, Federal, ahora la Ciudad, cualquiera. Ellos deciden”. Al cabo de unos minutos, su compañero comentaba un testimonio similar, aunque esta vez, dos policías pasaban por al lado. “Por creer que la problemática habitacional genera una situación de inseguridad se dispone una sobrevigilancia en los espacios públicos donde vive la gente de la calle. Eso sólo se traduce, como dice el censo, en represión y abuso policial”, indicó Gruenberg, responsable del Programa de Violencia Institucional de la Defensoría General de la Ciudad.

“El contexto actual generó un crecimiento exponencial de familias que quedaron en situación de calle. Este censo es fundamental para desarticular la versión oficial y tomar una dimensión real de lo que sucede en la Ciudad”, estipuló Claudia Enrich, referente de Ciudad sin Techo, organización que milita en Plaza Congreso. Si bien las cifras se conocerán la próxima semana, se sospecha que las personas en situación de calle en la ciudad llegan a un total de 4000 (casi cinco veces más que la cifra oficial). “No podemos dejar que se siga naturalizando esta situación. Las personas que viven en la calle son desaparecidos sociales, sin derechos ni beneficios. Y hay que entender que nadie elige estar así”, cerró Enrich.