El macrismo tiene un objetivo para este año, el de aprobar el mayor, más vasto y profundo curro inmobiliario de la historia de la ciudad. El formato con que el partido en el gobierno le va a simplemente entregar las llaves de la ciudad a su industria mimada es potente por dos razones fundamentales: es vasto, ya que literalmente toma todo el ámbito urbano hasta el mínimo detalles, y es profundamente complicado y aburrido, con lo que cuesta entenderlo. El nuevo Código Urbanístico fue redactado por la industria de la construcción y por la especulación inmobiliaria, con la complicidad y asistencia técnica de los profesionales que emplea. El macrismo en funciones actuó como siempre, como un gobierno que ni concibe como un deber ponerle límites a los negocios en beneficio de la sociedad.

El nuevo Código es “Urbanístico” y no Urbano, como el viejo, en parte para hacerse los modernitos y en parte para dar una señal de sofisticación. Una característica que tiene es su blandura conceptual, expresada en la palabra “morfológico”, que en este contexto significa básicamente “depende del lugar”. ¿Se pueden hacer torres en esta cuadra? Depende de si alguien ya hizo una, porque se puede completar “la morfología”. En su versión turbo, esta idea simplemente disuelve la idea de que en este barrio, cuadra o calle ya no se puede hacer algo, que se haya detenido la peste de las torres, porque si alguien ya hizo una se podrán hacer otras. Es premiar el delito y el abuso, usarlo como argumento para destruir la ciudad.

El 20 de abril, gracias al Observatorio del Derecho a la Ciudad, la Sala I de la Cámara en lo Contencioso, Administrativo y Tributario porteña le puso un límite doloroso al macrismo. Fue cuando confirmó una cautelar que había pedido el grupo para que el nuevo código fuera discutido públicamente y no aprobado entre legisladores y listo. La participación ciudadana se tiene que dar en el ámbito del Foro Participativo Permanente, con lo que arranca a nivel comunas en encuentros que se tienen que anunciar con un mínimo de veinte días incluyendo avisos en diarios y en la radio y la televisión municipales. Este detalle es porque el macrismo, que gasta fortunas en comunicar que arregló un bache, no va a poner ni la misma energía ni el mismo presupuesto en escuchar a los vecinos sobre la ley-marco que literalmente regula qué se puede hacer y qué no en la ciudad. 

Quien quiera leer el nuevo código no tiene más que ir a  www.buenosaires.gob.ar/desarrollourbano, donde debería estar toda la documentación necesaria. Y para participar en el Foro Permanente basta inscribirse mandando nombre, DNI y un teléfono a [email protected]

Los vecinos de Proteger Barracas leyeron con cuidado la propuesta macrista y escucharon a los vecinos en las primeras reuniones, en Parque Patricios. Lo que surgió no sorprendió a un barrio que ya está acostumbrado a pelear contra especuladores y funcionarios, pero dejó en claro para qué molino lleva agua el nuevo código y con qué falta completa de detalle se hizo. El nuevo código crea una suerte de zona de altura en el centro de Barracas, con aumentos de alturas que van del 50 al 200 por ciento en las cuadras que mejor cotizan y que más interés le despiertan a los especuladores. Este “frente” busca saturar de edificios de diez pisos frente a la traza de la autopista a Avellaneda, lo que va a incentivar la demolición de edificios de valor patrimonial en ese sector, crear un mazacote urbano de difícil pronóstico, modificar drásticamente el paisaje del barrio, afectar para peor la calidad de vida y terminaría de crear un caos de tránsito ya visible en la zona. 

Este frente no soluciona ni trata de solucionar un problema muy real del barrio, que es el desequilibrio entre su este y su oeste, entre lo que está de un lado de la avenida y del otro. El tema, pese a tanta morfología, ni se menciona, como no se menciona la crisis de la infraestructura básica de agua y luz en un sector porteño donde los cortes son rutina y la presión es baja. En ningún momento se hace el crecimiento contingente a la inversión en infraestructura, ni mucho menos se habla de que los privados financien de algún modo esas inversiones, como se hace en naciones civilizadas. Como consideración general, los vecinos votaron recomendar que se atenúe el alza de alturas, que se modere la densidad planeada.

Cuando se entra en detalles, como entra el documento de Proteger Barracas, se ve el costo social que va a tener el nuevo código por darle todo a los especuladores. Un caso citado es la manzana 6 de la sección 8, que toma Montes de Oca al 200, Finochietto al 800, Tacuarí al 1800 e Ituzaingó al 800. El nuevo código autoriza que esta manzana desaparezca y sea enterrada bajo diez pisos o 31 metros de hormigón moderno por ser parte del Corredor Medio. Esto pese a que la manzana es R2bI, que está consolidada y está casi pegada al Area de Protección Edilicia 1, San Telmo. Quien pase por ahí puede ver que es una manzana de PHs y casas, patrimoniales y en estilo en su mayoría, cuya pérdida sería realmente dolorosa para el tejido urbano porteño. El proyecto del macrismo ni siquiera respeta la particular cuadra de Olavarría entre Montes de Oca y Hornos, el “jardín urbano” de casas racionalistas que parece la misma definición de urbanización especial. Ahí también se quieren autorizar diez pisos, lo que descalabraría todo con la primera obra.

Los vecinos reunidos hasta se tomaron el trabajo de modificar la compleja plantilla-mapa que propone el gobierno porteño, limitando las zonas de altura, creando transiciones de hasta siete pisos entre los diez del Corredor y las zonas de casas, y preservando su patrimonio histórico. Todas cuestiones que parecen ni figurar en una propuesta de código que, por ejemplo, repite ilegalidades como la de no tener en cuenta el entorno de las áreas de protección histórica, un olvido favorito de la administración municipal.

Desde Roma

Se supone que, como el trumpismo, el macrismo es una “nueva política” de cultura CEO y capacidad de organizar cosas que la vieja política no puede. Pero recientes novedades de Roma muestran que esto no es tan así. La actual intendente de la capital italiana es Virginia Raggi, del también anti-política Movimiento Cinco Estrellas. Raggi prometió arreglar problemas eternos en la ciudad eterna, como la mugre y el vandalismo. No pudo, porque tal vez nadie pueda, pero sí pudo manejar algo que viene de gestiones anteriores y que ella continúa, es esponsoreo de intervenciones en el patrimonio edificado.

Quien visite Roma verá no sólo la Fontana de Trevi como no se la veía desde hace décadas -de piedra cálida y no gris- sino que verá la Piazza de Spagna con la escalinata y su entorno restaurados. Estas obras fueron pagadas por primeras marcas, que ni siquiera pidieron poner su logo en los carteles de obra, una elegancia que por aquí sólo parece tener American Express.

El macrismo, mientras, parece incapaz de encontrarle la vuelta siquiera a la tan anunciada puesta en valor de la Avenida de Mayo, un ámbito de enorme valor patrimonial y simbólico para la ciudad. Las iniciativas con parciales, a veces tontas o superficiales, siempre incompletas, mostrando que no se tiene mucha idea de qué hacer. Pese al supuesto tránsito empresario del PRO, no parecen capaces de juntar a los privados que ya están en la avenida, reunirlos con los administradores de edificios públicos, traer privados de afuera del lugar para algunas restauraciones o cuestiones como iluminar cúpulas o devolver alguna dignidad tradicional al alumbrado público. Ni siquiera parece concebible atender a lo que realmente debasa la Avenida, la increíble berretez de la mayoría de sus locales, hechos con los peores materiales y a costa de aperturas y ornamentos patrimoniales.

Mientras, la Asociación de Amigos de la avenida presentó un plan muy cuerdo que incluye una ruta de bares notables y una señalética de las estaciones de subte. No está mal, pero el Estado porteño debería estar pensando más en grande y mejor.

Los jueves

La Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos que dirige Teresa de Anchorena tuvo un buen estreno para sus jueves patrimoniales. En la primera actividad en la Manzana de las Luces hubo gente y una charla muy interesante de Josefina Piana, especialista de la Universidad Católica de Córdoba, sobre los colegios de la Compañía de Jesús. Este jueves, también a las 19 y en Perú 272, habla Fermín Labaqui sobre nuestro patrimonio colonial. Como se sabe, la actividad es libre y gratuita. 

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