El 0 a 0 de Paraguay y Argentina en Asunción da cuenta de un típico partido de Eliminatorias. Aspero, duro, luchado, con pierna fuerte y músculos tensos. Era previsible que el juego saliera así. Y salió así. Los dos tuvieron situaciones para ganar y no las concretaron. Paraguay porque se topó con las atajadas de Emiliano Martínez. Argentina, porque no tuvo claridad para maniobrar en el área guaraní y porque a Lionel Messi lo hicieron jugar incómodo, con mucho roce y faltas constantes que no lo dejaron avanzar. No fue la noche más inspirada del supercrack rosarino. Igualmente, su genio apareció de a ratos. Sobre todo en un par de pases en profundidad y cambios de frente propios de alguien que, dentro de la cancha, entiende todo. Y más también.

Además, es posible que la Selección haya extrañado el peso que Lautaro Martínez le aporta dentro del área. El técnico Lionel Scaloni decidió que no juegue por una sobrecarga muscular (ni siquiera fue al banco) y que lo reemplace Joaquín Correa, de otras características. Más predispuesto a salir a los costados y hacia atrás para generar claros y escapar del ruido de los últimos metros, Correa participó de algunas situaciones que no resolvió bien, o por lo menos con eficacia. En el segundo tiempo, incluso, encontró menos espacios por el repliegue paraguayo que acomodó dos líneas de cuatro al borde de su área grande y se plantó para jugar de contraataque. En el último cuarto de hora, Julián Alvarez, el jugador del momento del fútbol argentino, tomó su lugar. Pero tampoco tuvo una oportunidad para definir.

Scaloni no se quedó quieto. Y fue tomando decisiones conforme avanzaba el tiempo, Argentina no encontraba la manera de quebrar a Paraguay y a Messi lo paraban con infracciones y no pasaba cuando encaraba. Primero sacó a De Paul y Di María (que el rato que anduvo por la izquierda, produjo mas que por la derecha) y los puso a Gómez y a Guido Rodríguez, mandando a Lo Celso a jugar abierto por la derecha. Luego, además de Alvarez. ingresó Nicolás González por Lo Celso. Pero Paraguay fue inconmovible y su arquero Anthony Silva se destacó sacándoles un cabezazo a Guido Rodriguez y un remate a Gómez desde afuera del área.

O sea: Argentina pudo haber ganado y nadie pudo haber invocado a la injusticia. Pero también pudo haber perdido. Y nadie podría haber dicho nada. Paraguay primero friccionó el trámite todo lo posible con la tolerancia cómplice del árbitro brasileño Anderson Daronco que dejó golpear más de lo debido. Y luego se tiró atrás para salir rápido de contraataque explotando la rapidez de su delanteros. Ahí fue cuando aparecieron los reflejos del arquero Martínez para taparle un mano a mano al velocísimo Almirón (que lo dejó parado a Cristian Romero) y luego, detener un remate cacheteado de Antonio Sanabria, quien poco después, también sacó un tiro cruzado que se fue al lado del palo izquierdo. Sobre el final, Carlos González (que había entrado por Sanabria) disparó por encima del travesaño en la cuarta situación clara que tuvieron los paraguayos en el segundo tiempo.

La Selección, entonces, acusó problemas en las dos áreas: no defendió bien la propia y tampoco fue claro en la de enfrente. Además, cuesta encontrar figuras relevantes a la hora del repaso individual y Paraguay siempre fue un rival ingrato en las Eliminatorias y mucho más como local en Asunción. Argentina no jugó bien y puede y debe dar más. Pero tampoco debe despreciarse el empate al cabo de un noche en la que todos quisieron ganar apretando los dientes.