Temporada de alcauciles

Si bien su cosecha arranca en invierno, es octubre el mes que marca la mayor producción, consumo (y mejor precio) de los alcauciles en Argentina. Esa planta mediterránea que da vida a una flor rústica repleta de pétalos apretados, de colores que van del violeta intenso a un verde pálido, con sabor apenas amargo y una larga historia gastronómica a sus espaldas. Su consumo es indispensable en las cocinas italianas y españolas, pero en nuestro país los alcauciles tienen aún mucho camino por recorrer. 

De eso se trata justamente el “circuito gastronómico del alcaucil platense”, una acción realizada por los propios productores reunidos bajo la Identificación Geográfica Alcachofas Platenses, que al fondo del cinturón frutihortícola de La Plata producen algunos de los mejores alcauciles del país. La idea de este circuito es dar a conocer el producto y sus modos de cocción a través de platos especiales en restaurantes de Buenos Aires y de La Plata. Participan más de 30 lugares que se irán promocionando durante todo el mes en el Instagram de @alcachofasplatenses, con opciones para todos los gustos y bolsillos. 

Hay por ejemplo alcauciles con bagna cauda, anchoas, avellana y migas en Narda Comedor; pincho de alcaucil con salsa de mostaza miel y almendras tostadas en la cervecería Pibä o una tremenda paella de alcauciles en Dambleé Brasserie, en el barrio de Almagro. Se suma el Patio de los Lecheros en Caballito con cada uno de sus puestos ofreciendo un especial de octubre (pizza de alcauciles gratinados con pesto de rúcula en Farinatta o un hummus de alcaucil en Greko’s), mientras que el siempre fantástico Crizia armó un plato que combina los alcauciles con damascos, pasas, cajú, hojas de alcaparra y oliva extra virgen.

Los alcauciles son uno de esos productos estrictamente estacionales, que en primavera encuentran su mejor momento, con las verdulerías exhibiéndolos a granel y los restaurantes aprovechándolos en su carta. Un mes para conocerlos y disfrutarlos.

El Circuito del Alcaucil Platense se promociona en la cuenta de Instagram que reúne a los productores de la Indicación Geográfica @alcachofasplatenses

Mujeres al frente

Una casa chorizo de techos altos, un par de habitaciones reconvertidas en salón y ese patio precioso, algo salvaje, con sus plantas frondosas, una parrilla, al fondo las composteras, algunas mesas aquí y allá, y Catalina, la gallina ponedora que camina oronda a su ritmo y curiosidad entre los comensales. Así es Catalino, el restaurante de Colegiales nacido hace casi cinco años, primero como un lugar secreto (solo se podía acceder con reserva previa), pero que a partir de la pandemia abrió su vista y puertas a vecinos del barrio para una comida informal, sabrosa y con mirada social. 

Detrás están Raquel y Mariana Tejerina; la primera se encarga del salón, compras y administración; la segunda de los fuegos. “Desde que abrimos, para nosotros fue importante pensar qué ofrecíamos en términos de alimentación, buscando productores pequeños, orgánicos y agroecológicos. La pandemia nos hizo ir más allá, exacerbar la apuesta. Queremos que la estrella sea el producto, no el cocinero. Buscamos simplificar cada vez más lo que hacemos, eligiendo las mejores materias primas. Para nosotras, eso es la vanguardia”, explica Raquel. 

Palabras que se tornan reales al mirar el menú, breve y divido en platos medianos, grandes y postres, que incluye desde un choripán con criolla al cono de costillas de jabalí con papas fritas ($1.300), pasando por los alcauciles a la parrilla, espárragos, crema de topinambur y girasol, con limones en conserva ($940), los clásicos buñuelos a $690, un chipancho de pollo ($1030) o el sándwich de gírgolas a la parrilla con crema de semillas fermentadas a $690, entre otros. “¿Se puede decir des-esnobizar? Eso queremos: quitarle lo snob que puede tener la gastronomía”. Hoy Catalino trabaja con unos 190 productores de todo el país, en su mayoría pequeños y familiares. Para el final, hay que probar el flan con dulce de leche casero (lleva huevos de Catalina, la gallina) que es una delicia ($450). 

En estos mediodías de primavera, un lugar repleto de personalidad donde ir, sentarse en el patio, tomar un rico vino natural y pasarla muy bien.

Catalino queda en Maure 3126. WhatsApp:11-6384-6461: Horario de atención: martes a domingo de 12 a 18. Pronto abrirán también algunas noches. Instagram: @catalinorestaurant.

Estirando la mañana

Comienzan los días de sol templado, con esas mañanas cálidas pero todavía lejos de ser bochornosas, de esas que dan ganas de exprimir al máximo, sacándoles todo el jugo posible. Es ahora, en estos meses de primavera, donde vuelven a brillar los brunchs, esos largos desayunos que se convierten en almuerzos, ideales para consumir en una mañana libre, sentados en la vereda, con un café con leche, unos huevos revueltos, un yogurt o una crujiente tostada con palta encima. 

De eso se trata la propuesta de The Brunchful, una idea que nació en pandemia como delivery pero que, gracias al rápido éxito que tuvo, inauguró una gran esquina a la calle en el barrio de Villa Urquiza que abre durante todo el día. Ahí están los clásicos modernos como la avocado toast (pan de masamadre con una suerte de guacamole por encima a $480, a la que se le puede sumar como extra salmón ahumado o huevo poché), el cornbread (un pan de maíz dulce que sale con huevos revueltos y panceta, $410) o unos panckakes con banana y caramelo ($430), entre otros. Hay además sándwiches y wraps como el muy sabroso Croque Monsieur -un pan de molde integral con jamón y queso gratinado con salsa bechamel ($600)-, hamburguesa casera ($730) y algunas ensaladas. Y dentro de lo dulce sobresalen la variedad de mini cakes como la Red Velvet ($460), el alfajor de pistacho con frutos rojos, paina u chocolat ($160) o los macarons ($110) con distintos rellenos.

Claro que hay un capítulo dedicado directamente a los brunchs ya prearmados, como el París, con una croissant con rúcula, jamón crudo y queso; un eclair relleno de crema pastelera con chocolate, coco y lima; dos mini sándwiches de pastrón; un bowl de frutas; jugo de naranja o limonada, además del café elegido, todo por $2200 para dos personas.

Creado por una madre junto con su hija, The Brunchful rinde homenaje a ese acrónimo importado pero cada vez más extendido que reúne al breakfast con el brunch, con productos de calidad y una vereda amplia en un barrio cuya gastronomía no deja de crecer. Un lugar para tener en la agenda.

The Brunchful queda en Av. Olazábal 4691. WhatsApp: 11-3767-3234. Horario de atención: todos los días de 9 a 20. Instagram: @thebrunchful.