El primer libro de Cecil Pastorini, Placenta, divierte y desconcierta. Un conjunto de poesías y prosas breves escritas a partir de 2015 presentan a un yo lírico cómico y disparatado, y que desde el poema inicial se burla de las contracturas que ocasiona el arte de escribir: “Desde ayer / tengo la cervical a la miseria”.

La autora, además de escritora, es guionista, actriz, “cantante trucha”, estudiante de Artes de la Escritura en la Universidad Nacional de las Artes y niñera de bebés.
En algunos de sus poemas y prosas, resuenan el sinsentido y la gracia de las canciones infantiles inspiradas en las nursery rhymes que, en la Argentina, María Elena Walsh supo elevar a la categoría de arte. “Anoche vi un perro pocahontas de esos que estiran la pata para saludarte. Me estiró las dos y tuvimos que bailar un vals; yo estaba hermosa”, se lee en “Ayer entendí que los paisajes”. También hay, desde el comienzo, un aliento feminista: “Abandoné el terreno / con olor a cesárea jonhson y johnson / para llorarle la cara a la partera, al brazo de mi padre / un estornudo / ¡que me sea leve este mundo patriarcal!”. Para Ariana Harwicz, que firma uno de los textos de contratapa, los poemas de Pastorini “se van a la música de las palabras, se van a lo que no puede entenderse”. Veamos cómo.

“Son palabras que se abrazan y que por suerte siempre merodean dentro de mis escrituras –dice la autora, que nació en Buenos Aires en 1992-. El absurdo me causa encanto y ternura; me siento cómoda en ese humor, entonces lo dejo entrar sin problemas ni exigencias. La poesía te permite eso, jugar con las palabras, las emociones, el instante, y mezclar todo hace que el resultado provoque una sensación. Creo más en el sinsentido que en lo transparente, porque ahí se esconde todo”. Pastorini incluyó varios relatos (y tres “poemas acostados”) en su libro debut. “La poesía puede estar en todos lados y en todas las formas posibles: es un instante caprichoso que se piensa que no necesita respiro, que parece querer ser un cuento pero que nunca lo va a ser”, destaca. Hay prosas sobre sus hermanxs y sobrinxs, su madre, los animales y las telenovelas, con cameos de Antonio Grimau, Grecia Colmenares y Osvaldo Laport.

Aunque en algunos textos se perciben las consignas de taller que los motivaron (una constante en varios primeros libros de años recientes), en su gran mayoría la voz de Pastorini se perfila, atrevida y melodramática. “La voz que sale de Placenta es la voz de un yo que no teme demasiado al ridículo y que a su vez no puede abandonar el patetismo melodramático –admite-. El absurdo y el humor cancherean, para no sentirme tan solemne en las cosas que verdaderamente me importan”.

Otra característica de sus textos –sea bajo la forma de monólogo arrebatado, carta descortés, oda al conurbano o estampa familiar- es el carácter performático que pueden asumir. “Este planisferio romántico conduce al río / cataratas del sentir / me caigo por la torrente / chau yo, un gusto haberme conocido / así de fresca, así de misteriosa”, se lee en “Se me acerca una paloma”. Pastorini cuenta que, desde que se sienta frente al Word, todo se vuelve performance. “Aunque no lo quiera, soy una ridícula desde el minuto cero y eso se refleja en mi persona y en mi escritura –afirma-. Me pongo la camiseta de Vélez, me pinto los labios, me sirvo un vaso de soda y me pongo a escribir. Soy actriz cuando puedo y se me da, o sea casi nunca, entonces sin querer esa faceta se me dispara hacia otros lados: la escritura. Para mí todo podría ser una escena; entonces, estos mundos se combinan y estalla este new surrealismo berreta”.

Actualmente, Pastorini escribe su segundo guión para un cortometraje (el primero, de este año y aún sin estrenar, es La media vuelta), escribe relatos para lo que será su tesis de licenciatura en Artes de la Escritura en la UNA y trabaja en dos proyectos: Subtitulitos (escenas de humor subtituladas que se proyectarán en videos en Instagram) y una banda de “música trucha” con Agostina Prato, también actriz. “Escribimos canciones, las cantamos, pero lamentablemente ninguna sabe cantar y metemos una musiquita virtual de fondo”. Más divertido no se consigue.

Placenta

Cecil Pastorini

Milena Caserola