Dos casas antiguas, más que centenarias y demolidas en una misma manzana, fueron suficiente para que los vecinos de Núñez dijeran basta. No quieren que al barrio le sigan cambiando el semblante. Ni con el nuevo Código Urbanístico como atajo jurídico, ni con retroexcavadoras que nada dejan en pie, ni con los desarrolladores inmobiliarios que llegan después para hacer su negocio en altura. Una de las viviendas desapareció de donde se levantaba orgullosa desde 1908. Se llamaba Qui Si Sana (del italiano, “Aquí se cura”) y estaba en O’Higgins 4560, a tres cuadras y media de la avenida General Paz. Funcionó como centro de salud hace más de un siglo. La otra quedaba a la vuelta, sobre Arias al 2000. Hoy la reemplaza un terreno yermo, sin sus pintorescas palmeras y ya no existen rastros de su arquitectura.

El Gobierno porteño y los diputados que aprobaron una maraña de normas para favorecer al Real Estate deberán escuchar a los vecinos cuando marchen a la Legislatura a fines de octubre. No estarán solos. Organizados desde diferentes comunas –la que incluye a Núñez es la 13– se les unirán otros con el mismo propósito. Pararle la mano a una política de alto impacto medioambiental que demuele patrimonio histórico sin piedad.

“Esto es el comienzo de algo, es muy importante seguir creciendo”, dice Matías Amica, referente vecinal en una esquina de la plaza Lima, en Cuba y Arias. Es músico, guitarrista de una banda de heavy metal y se puso al hombro la junta de firmas para ampliar la adhesión a un reclamo que progresa en el barrio. Le habla a casi un centenar de mujeres y hombres que lo consultan, se preocupan, se pasan unas hojas donde dejan su rúbrica, correo y número de DNI. A prudente distancia, desde la vereda de enfrente, el inspector Daniel Minin, de Fiscalización del Espacio Público, observa todo. Cuando saca unas fotos del grupo recibe abucheos. También le dice a Página/12 que “el acto con audio no fue autorizado” y que le labrará una contravención al dueño de un quiosco que les permitió a los vecinos amplificar sus voces de protesta. Al lado de esta escena, los feriantes siguen vendiendo sus productos. Inmutables.

Roxana Canné, una de las vecinas, anima el encuentro con la voz y su guitarra. Cristian Arroyo, integrante de la Junta de Asuntos Históricos de Núñez que funciona en las Escuelas Raggio, recuerda que “pudimos frenar la mudanza del Cenard pero no la cesión del Tiro Federal”. Marina Tallarico integra el Consejo Consultivo Comunal -una organización de vecinos no partidaria- cuenta: “La participación es la herramienta fundamental que tenemos para defendernos de este abuso del Gobierno de la Ciudad y los empresarios de la especulación financiera-inmobiliaria que llevan adelante un barricidio”.

En el encuentro participa la diputada Laura González Velasco del Frente de Todos. Explica lo que pasa en la Legislatura. Jonathan Valdivieso, presidente del Observatorio del Derecho a la Ciudad asesora a los vecinos porque además es abogado y comparte su experiencia: “Presenté más de cien amparos en la justicia porteña”. Es ese poder del Estado, a menudo sensible a las políticas de Horacio Rodríguez Larreta que favorecen la especulación inmobiliaria. Pero hay un problema adicional para frenar las demoliciones que no respetan casonas de estilo centenarias que aún mantienen algo de la identidad barrial.

Es la poco eficaz aplicación de la Ley 3056 de Promoción Especial de Protección Patrimonial (PEPP). Determina el procedimiento que obliga a estudiar el valor arquitectónico, paisajístico e histórico de una propiedad anterior al 31 de diciembre de 1941, antes de que se demuela o modifique su estructura.

Cuando finalizó la reunión en la plaza, los vecinos caminaron hacia Arias al 2000, donde se tapió el terreno de la antigua casa que perteneció a un ciudadano español. Una mujer lo recuerda como el habitante solitario de la vivienda que desatendieron sus herederos. “Todos están en Galicia, salvo una señora”, comentó. La edificación se levantaba sobre tres terrenos. Se veía muy descuidada, a diferencia de la fachada de Qui Si Sana. Poco les habrá importado una u otra condición a quienes edificarán departamentos en ese solar. El historiador barrial Arroyo dijo que otras casas antiguas zafaron de la piqueta. Una de 1937 quedó en pie sobre la calle Manzanares al 2000.

El músico Matías hizo una pausa en la junta de firmas para aportar otro dato revelador de cómo se favorece al negocio inmobiliario: “Tomamos conciencia cuando comenzaron a levantarse las restricciones de la cuarentena y los vecinos empezamos a caminar el barrio y ver que muchas casas, que formaban parte del patrimonio de Núñez, eran demolidas. Eso se repetía de manera constante en distintas manzanas. Entonces comenzamos a preguntarnos qué estaba pasando y comprobamos que muchas casas protegidas por leyes, diría más de veinte, al cambiarse el Código de un día para el otro, las dejaron sin protección y pudieron tirarlas abajo”.

De sus palabras se desprende que el proceso de demoliciones en fila coincidió con la nula posibilidad de los vecinos para organizarse. La cuarentena estaba en su apogeo. Las calles del barrio, como en Palermo, Villa Ortúzar y San Cristóbal –donde también se arrasó con casonas históricas-, ya eran distintas sin ellas.

Núñez cumplirá 150 años el 27 de abril de 2023. Falta, pero no tanto. Quizás para esa fecha su fisonomía siga el mismo camino que el corredor de Avenida del Libertador. Frente al Tiro Federal en retirada –cuyas tierras fueron adquiridas por el Grupo Werthein para desarrollarlas– se eleva un adefesio urbanístico de estilo francés llamado Chateau Libertador. Una torre de cuarenta pisos que cuando se habitó en 2011, no tenía número de expediente en la Dirección General de Registro de Obras y Catastro (Dgroc), que depende del Ministerio de Desarrollo Urbano.

No solo las demoliciones son rapidísimas y no dejan rastros de patrimonios que debieron haberse resguardado. A la misma velocidad se habilitan las obras de los amigos del poder político local. La sobreconstrucción en este barrio donde todavía predominan las casas bajas, empezó a encaminarse hacia la saturación de la propiedad horizontal. El Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales (CAAP) que depende de la Subsecretaría de Planeamiento del Ministerio de Desarrollo Urbano, confeccionó un registro con 18.195 inmuebles que deberían estar protegidos por su valor histórico en toda la Ciudad de Buenos Aires.

Juan Gelman escribió el poema Con amenazas y promesas con veneno y ajenjo… En una de sus últimas líneas dice: “En cada pared que levanté hay restos de mi corazón”. Si hay algo que late en Núñez es el corazón indignado de sus vecinos movilizados por tantas demoliciones.

[email protected]