La vacuna monodosis de Janssen (Johnson & Johnson) genera un menor título de anticuerpos que las de Pfizer y Moderna, pero esa respuesta inmune perdura más en el tiempo, según una investigación publicada en la revista The New England Journal of Medicine. El trabajo arroja nuevas pistas que, en el mediano plazo, podrían contribuir a modificar las estrategias de inoculación de la población. A principios de octubre, Anmat realizó el registro de emergencia de la tecnología de Janssen y los primeros cargamentos podrían llegar a territorio doméstico en 2022. En ensayos de fase III, realizados en 18 naciones –entre ellas Argentina– la vacuna exhibió una eficacia de un 66 por ciento para evitar casos sintomáticos de covid y 85.4 por ciento para prevenir casos graves.

Aunque Pfizer y Moderna inducen títulos altos de anticuerpos neutralizantes, disminuyen “drásticamente” seis meses después de la vacunación. En cambio,  Janssen despierta parámetros de anticuerpos “sustancialmente más bajos”, que se conservan estables a los ocho meses. Por otra parte, la investigación también detalla que con las tres vacunas las células T exhibieron “una amplia reactividad cruzada” contra las variantes del Sars CoV-2.

“Según el trabajo, Janssen con una sola dosis brinda una respuesta menor pero más duradera y estable. A los ocho meses, se mantiene en niveles aceptables, en relación a lo que ocurre con Moderna y Pfizer”, expresa Mario Lozano, investigador del Conicet y especialista en vacunas. “Es probable que los resultados a los que arriban tengan que ver con la tecnología que utilizan: mientras la primera emplea un vector adenoviral, las otras dos emplean ARN mensajero”, señala. Janssen, al igual que otras como la de CanSino (China), configuran opciones monodosis que utilizan adenovirus atenuados y modificados. Sirven para transportar los fragmentos de Sars CoV-2 que se inyectan en el organismo, con el objetivo de despertar la respuesta inmune de las personas que se aplican en una sola ocasión la sustancia activa. La primera emplea adenovirus 5 y la  segunda, adenovirus 26. En conjunto, constituyen los dos componentes que se combinan en fórmulas como la Sputnik V, diseñada por el Centro Gamaleya.

El trabajo comparó las respuestas inmunes humorales y celulares: mientras que la humoral se vincula con la proveniente de los anticuerpos, la segunda se relaciona con la que proveen las células T. El análisis relevó lo que sucedía con las defensas de 31 personas que recibieron la fórmula de Pfizer, 22 la de Moderna y ocho la de Janssen. El examen se llevó a cabo a las dos y cuatro semanas, y luego a los seis y a los ocho meses de completar los esquemas propuestos. “Hay que tener en cuenta que el estudio se realizó con muy poquita gente. La muestra es chiquita y sería adecuado también conocer las edades de las personas”, apunta Daniela Hozbor, bioquímica e Investigadora del Conicet en el Instituto de Biotecnología y Biología Molecular de La Plata.

Respuesta humoral y celular

El sistema inmunológico es complejo. “Esencialmente, nuestros cuerpos tienen dos ramas de respuesta: una tiene que ver con los anticuerpos, partículas que se unen a los virus y los neutralizan; y la otra está conformada por las células, en particular los linfocitos T, que no solo se unen a los patógenos sino que también los eliminan. Las dos son fundamentales para una respuesta inmune adecuada”, explica Lozano.

Este trabajo, desde la perspectiva de Lozano, podría complementarse con uno que examine lo que ocurre en “la vida real” con la protección de las personas vacunadas cuando se enfrentan al virus. “Lo que muestra el artículo es importante, pero luego hay que observar cuál es la protección real, es decir, cuánta gente realmente puede evitar el contagio y la internación. Eso no está medido en la investigación”. Hozbor lo refuerza en el mismo sentido. “El correlato de protección no está definido. Es valioso el aporte que se incluye, pero faltan los parámetros para saber efectivamente cuánto protegen y cuánto no”.

“La vacunación no siempre evita el contagio. Sin embargo, lo que estamos viendo en todas las vacunas es que, aún ocho meses después de inyectadas, evitan la enfermedad grave. Y eso es independiente de la cantidad de anticuerpos o de respuesta celular que mencionan en este trabajo, porque de manera complementaria actúa la memoria inmunológica, que es la que hace que un cuerpo responda más rápidamente al segundo ataque del virus que al primero”, destaca el exrector de la Universidad Nacional de Quilmes. La memoria inmunológica se relaciona con un tipo de células T que se denominan, precisamente, “linfocitos T de memoria”. Son las que comandan las defensas ante la intromisión de agentes externos, como suelen ser los virus. En Argentina, el inmunólogo Gabriel Rabinovich se encuentra al frente del desarrollo de una plataforma para medirlos, un proyecto apoyado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación que lidera Daniel Filmus.

Evidencias para definir estrategias

Las investigaciones funcionan como evidencias que las autoridades sanitarias de las diversas naciones incorporan como datos para el proceso de toma de decisiones. De hecho, las publicaciones en revistas de prestigio pueden contribuir a definir la suerte de las campañas de vacunación, al despejar miedos y dudas infundadas. Así funcionó con la Sputnik V que, si bien al comienzo era tildada de “veneno” por medios y políticos de la oposición, luego de la publicación de los datos de seguridad y eficacia en The Lancet (febrero de 2021), debió ser aceptada como una tecnología adecuada sin resquemores.

“Lo que se busca con las vacunas es que confieran una protección alta y adecuada en el tiempo. De esta manera, si la protección fuera extensa pero baja, no sirve. También puede ocurrir que una fórmula confiera un nivel bajo de protección pero que alcance para que una determinada población no enferme gravemente y muera. Nada es exacto en la biología aplicada a la salud, todo depende de los contextos”, expresa Hozbor.

De manera reciente, la ministra de Salud, Carla Vizzotti, consideró que en 2022 se darían los refuerzos de todas las vacunas contra covid, según el orden de prioridad que se practicó entre quienes recibieron el esquema completo hacia fines de 2020 y principios de 2021. De la misma manera que sucede con otras enfermedades, como la gripe, habrá que acostumbrarse a las inoculaciones periódicas, ya que la fórmula contra el nuevo coronavirus –más temprano que tarde– será incorporada en el calendario obligatorio. En este marco, contar con nuevos datos sobre la protección que las vacunas generan puede implicar un aporte para modificar el curso de la estrategia de aplicación. Tal vez, en el futuro, sea mejor inocular una sola dosis que ofrezca menos protección pero más duradera, o bien, en otro contexto epidémico más complicado, la mejor alternativa sea conferir mayor protección, aunque esta decaiga a los meses. La pandemia enseñó que la ciencia se corrige sobre la marcha, que las verdades son transitorias y que los contextos son decisivos para las decisiones de política pública.

[email protected]