Sin buscarlo, San Lorenzo encontró en Parque Patricios un triunfo por el que no hizo gran cosa. En el segundo tiempo, cuando más apretado contra su área estaba, Marcos Angeleri le puso la cabeza a un centro de Ezequiel Cerutti desde la derecha y pasó a ganar un partido que nunca debió haber ganado y que Huracán, por lo menos, debió haber empatado. El Ciclón le sacó jugo a fondo a su oportunismo. El Globo, en cambio, pagó demasiado caro su falta de definición.

Ahora, San Lorenzo está a tres puntos de Boca (46 a 49) y a la espera de que un traspié xeneize hoy en el Superclásico, lo termine de poner en carrera por un campeonato que, en algún momento, creyó definitivamente perdido. En la semana, además, el equipo de Diego Aguirre enfrentará en su estadio a Flamengo de Brasil con la expectativa de ganar y pasar a los octavos de final de la Copa Libertadores, su gran objetivo de este año.

Calmada la euforia por una nueva victoria ante el rival de toda la vida, en San Lorenzo deberán repensar y repasar lo hecho ayer en el estadio Tomás A. Ducó. Su primer tiempo fue paupérrimo. Le costó manejar el balón, sus volantes llegaron siempre a destiempo al corte o a la recuperación, la generación de juego por los costados fue casi inexistente (Cerutti puso voluntad y sus piques de costumbre, Botta pasó inadvertido) y Blandi recibió generalmente de espaldas. Con ese cuadro de situación, le demandó 35 minutos poder arrimarse a la valla de Marcos Díaz. Un tiro desde afuera del área de Franco Mussis y un remate mordido de Fernando Belluschi fueron las escasas aproximaciones que de un equipo demasiado subordinado a lo que Huracán fue produciendo con más empeño que buen juego.

Y no vaya a creerse que el segundo tiempo sanlorencista fue demasiado distinto. En los primeros 7 minutos, Huracán le rodeó la manzana y le fabricó tres situaciones netas. Y aunque el Globo acusó el impacto emocional y futbolístico del gol fuera de contexto de Angeleri, con la diferencia a su favor, tampoco hizo grandes diferencias. Es cierto: jugó más desahogado, Mercier y Mussis marcaron mejor el territorio en la mitad de la cancha y Blandi, mejor abastecido, hasta pudo haber anotado el 2-0. Hubiera sido un exceso. San Lorenzo se llevó mucho más de lo debido. Quizás por eso celebró tanto el triunfo en rodeo ajeno.

Lo de Huracán fue desalentador. Más por el resultado final que por todo lo que sucedió antes. Tuvo cinco llegadas claras en la primera etapa, tres en la segunda y nunca pudo definir. Romero Gamarra complicó por todos los sectores donde anduvo con su gambeta enrevesada, Nicolás Romat jugó un partido muy sobrio marcando y pasando por la derecha y Montenegro y Mariano González, no obstante su veteranía, dictaron los tiempos y los ritmos en el medio durante largos tramos del partido.

Cuando jugaba para el 1-0, le cayó como un mazazo el 0-1. Y ahí el técnico Azconzábal quemó las naves. Entraron Mendoza, Toranzo y el ecuatoriano Angulo, salieron Montenegro, Risso y Compagnucci y el Globo terminó defendiendo con tres y atacando con cuatro. Pero no hubo caso. La derrota injusta quedó refrendada por su propia impotencia.