River Plate demostró su espíritu competitivo nuevamente. En un partido clave, ante Talleres, su escolta en la pelea por el título de la Liga Profesional, se impuso 2-0 a pesar de jugar con diez hombres desde los siete minutos de juego, por la correcta expulsión del juvenil Peña Biafore. Robert Rojas y Braian Romero convirtieron para el visitante, que fue superior a su rival a lo largo de todo el encuentro, cimentando su gran actuación en la columna que conformaron Julián Alvarez, Agustín Palavecino y Enzo Pérez.

De esta manera, River celebró en un territorio casi inexpugnable (el local no perdía en el estadio Mario Alberto Kempes desde marzo), y le sacó siete puntos de ventaja (39 contra 32) a su inmediato perseguidor, precisamente, el conjunto cordobés, con 24 en juego.

La primera foto del encuentro fue la esperada: con los dos equipos imprimiéndole una dinámica vertiginosa al desarrollo, presión intensa y ambición. La primera chance concreta fue para la visita: Alvarez intentó el gol olímpico y forzó a la atajada salvadora de Herrera.

Pero el duelo se sacudió rápido: el árbitro Darío Herrera expulsó a Peña Biafore por haber ido a trabar con los dos pies para adelante frente a Méndez, poniendo en riesgo el físico del adversario. Más allá del reclamo de Gallardo, la decisión fue correcta por parte del juez, que también acertó al no sancionar penal a Michael Santos.

A pesar de perder un defensor, Gallardo decidió no reacomodar la defensa, resignando un hombre en ofensiva. La osadía casi le reporta ponerse en ventaja, cuando Palavecino cambió de frente para la entrada de Rollheiser, quien dejó a Alvarez en posición inmejorable, pero la figura del equipo resolvió al medio e hizo lucir nuevamente a Herrera. Antes, Santos pisó el área para el local, pero su definición cruzada fue imperfecta.

La expulsión generó sensibles modificaciones en la pizarra. El pressing de River no fue el mismo, dado que le dio prioridad a reordenarse, por ejemplo, con Rollheiser más de wing para estar atento a Enzo Díaz, y con el conjunto rodeando más a Enzo Pérez, quien dio un paso atrás. Talleres, en tanto, procuró bascular (tal como le gritó insistentemente su técnico Medina), con el fin de mover la pelota de un lado al otro, en pos de detectar el espacio.

Pero a los 41 minutos, una falta a Enzo Fernández resultó oro para los de Núñez. El banco de suplentes marcó la acción, en la pelota parada abrieron para Simón en lugar de meter el balón directo a los dominios de Herrera, el juvenil tiró el centro y Rojas empujó al gol. 

En el entretiempo, Gallardo movió las fichas: reforzó la zaga con Maidana en lugar de Rollheiser. Y dejó a Alvarez como ariete, buscando manejar la pelota para evitar que Talleres se le viniera. Los cordobeses llegaron a fondo a los diez minutos con algo de suerte: Valoyes levantó la pelota con el taco y probó al arco, pero su intento se fue desviado.

El plan desnudó la falta de profundidad del local, mientras tanto Alvarez siguió siendo una luz de alarma para el dueño de casa. Casco se la tiró larga, confiando en su empuje a pesar del enorme desgaste que hizo. El atacante llegó antes que el primer marcador y se la punteó para superarlo. Encaró hacia el área y con visión periférica asistió a Braian Romero, que lo acompañaba del otro lado. A pesar de un dubitativo primer control, el ex Defensa anotó el 2-0.

River aprobó con honores una prueba de fuego, con puntos altos y multiplicando esfuerzos para maquillar el hombre de menos. Y se encamina a levantar el último gran pagaré de la era Gallardo: el título de liga, algo que se le niega desde 2013, cuando el técnico era Ramón Díaz.