Un intercambio con dos investigadores jóvenes lograron que el veterano economista Lucio Geller “desempolvara” una serie de análisis sobre el plan económico político de la última dictadura cívico militar que escribió en esos años durante el exilio mexicano y que ayudan a echar luz a las razones del plan sistemático de represión, tortura y exterminio “necesario” para cambiar la correlación de fuerzas en el país. “La ofensiva de 1976. Seis lecturas de economía política” culmina con una propuesta: “Pensar una nueva construcción social”.

Geller había recalado en el DF en 1977. Venía de Buenos Aires, donde había estado trabajando en la Universidad Di Tella y de donde la intervención de la última dictadura cívico militar lo había echado por sus “antecedentes chilenos”. Es que el economista, militante e incluso candidato del Partido Socialista en Santa Fe había estado en Chile a fines de los 60. Allí integró la gestión de Salvador Allende y debió exiliarse cuando el golpe de Augusto Pinochet. Pasó tres años en Buenos Aires, se exilió en México y desde allí regresó a Chile donde permaneció más de una década antes de volver a su Santa Fe natal. Su última participación en un proyecto colectivo fue en el armado de Hermes Binner, pero continúa, hasta hoy, viviendo en Rosario. .

En el prólogo de los seis capítulos, Geller cuenta cómo llegaron esos textos suyos a convertirse en un libro que vio la luz en la segunda mitad de 2021. Rememora que los escritos, que nacieron durante su exilio en México, “estaban juntando polvo”, cuando lo contactaron “dos jóvenes investigadores" interesados en sus antecedentes y formación con quienes tuvo “un intercambio frecuente de comunicaciones”: Matías Feito, investigador del Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales (CICSO), y Juan Pablo Gauna, compañero del partido socialista, autor de una tesis para el doctorado en ciencias sociales sobre la revista Controversia, editada en México y de la que Geller formó parte.

En México, se ocupó de conseguir medios de sustento --trabajó como docente e investigador en el Colegio de México, Comisión Económica para América Latina (CEPAL), Centro de Investigaciones y Docencia Económicas (CIDE)-- y se sumó inmediatamente a la Casa Argentina de la Solidaridad, una “colonia de exilados argentinos y latinoamericanos” de todas las dictaduras que golpeaban al unísono la región. Para ellos, produjo una serie de análisis sobre el plan económico político de la dictadura argentina que son los que rescató para La ofensiva de 1976, que editó Cicso y la editorial Monadanómada y se descarga gratis en la web de la editorial.

De manera individual y cada uno con objetivos diferentes, ambos investigadores llevaron a Geller a revisar aquellas producciones. Los intercambios operaron “como estímulo”. “El único valor agregado ha sido mi tiempo dedicado a pulir algunos párrafos, u ordenarlos, para una lectura menos trabada o más amable, según el caso”, dice al cierre del prólogo.

“Me propuse el seguimiento de la política económica de la dictadura argentina como actividad militante, con las limitadas fuentes de información en tiempos sin Google”, advierte en el prólogo de la producción. Produjo los artículos entre septiembre de 1979 y junio de 198, a medida que se sucedían los acontecimientos. “Fue un compromiso de información con la colonia argentina en el exilio y la respuesta a un pudor personal de tener la oportunidad de reflexionar, escribir y encontrar espacios de publicación sobre la dictadura, negada a los trabajadores intelectuales en nuestro país. En esos sentidos, por el compromiso y el pudor, viví sin tristeza el exilio, tampoco como un privilegio sino como un deber-hacer hasta que la taba se diera vuelta”, asegura.

La ofensiva de 1976 está compuesta de seis “lecturas”, como define el propio autor a cada trabajo de recopilación y análisis que ofrece en el libro de manera cronológica y tal cual ha sido producido originalmente entre septiembre de 1979 y junio de 1981--. Los seis capítulos repasan el auge y desinfle de la construcción de la oligarquía financiera vernácula como epicentro del poder local y “actor social de la dupla cívico-militar responsable del golpe”. Ese grupo era “un entramado de intereses agropecuarios, industriales y financieros” cuya presa era el Estado "desde donde instrumentar su política neoliberal, fraseada como el propósito de resolver la productividad sistémica en el país”.

Allí, despliega los objetivos del plan económico político de la dictadura y la redefinición del papel del Estado que se propuso instalar; los enfrentamientos financieros que se dieron en el país, las redefiniciones tácticas que se dio la oligarquía financiera, las iniciativas que impulsó el sector externo a ese grupo y, finalmente, la pérdida de su hegemonía y un análisis sobre cómo quedó la relación de fuerzas.

“Una cartografía del ejercicio del poder por una oligarquía financiera sobre fracciones burguesas subordinadas y sectores subalternos. En mi texto, el mapa es el período 1976-81. El objetivo fue analizar las cuatro etapas coyunturales que señalaron el auge y declinación del gobierno cívico-militar, personificado en la dupla Martínez de Hoz-Videla”, explicó Geller en diálogo con este diario.

Para el economista, el plan de la Primera Junta Militar era “mesiánico”: “A diferencia de los golpes de estado de 1955 y 1966, se trató esa vez de un intento por resolver la antinomia entre sectores industrialistas y agropecuarios que afectaba la dinámica del modo de acumulación en Argentina y, al mismo tiempo, cortar de raíz la alianza entre pequeña-mediana burguesía y el sindicalismo que había precedido al caos económico y social luego del fallecimiento de Juan Domingo Perón” para lo cual “requería de coacción extraeconómica para anular o vencer a las oposiciones de las fuerzas sociales afectadas”. Se valió, entonces, del “terrorismo de estado en grado superlativo”, explicó. Sin embargo, consideró, “la represión militar no venció las resistencias sociales. Estas resistencias provocaron disensiones al interior de las fuerzas armadas (Viola-Galtieri-Bignone). Ya en 1981 la oligarquía financiera empezó a resquebrajarse y en 1982 estallaba en pedazos la conducción de Martínez de Hoz”, argumentó Geller en uno de los intercambios por correo electrónico que mantuvo con este medio.

La ofensiva de 1976 culmina con un epílogo que Geller le sumó este año y en el que destacó algunos puntos sobresalientes de lo que dejó el plan económico político de la última dictadura y una posible propuesta sobre “cómo salir”. Entre esos ángulos, por supuesto figura la “herencia pesada que ha dejado la dictadura” y “el salto en el volumen de la deuda externa”. Pero no es lo único: la imposibilidad que existe en el sector industrial de generar una revolución productiva --”hablar hoy día de productividad en el país es despertar reacciones adversas porque ese concepto aparece reñido con el empleo y las condiciones de trabajo y anticipa arduos conflictos sociales”, dice-- y la situación en la que ha quedado la clase trabajadora, que “ha permanecido ajena a todo propósito serio y sostenido de construir una alianza con sectores sociales afines”. El desafío, propone Geller, es “pensar en una nueva construcción social”.