Al retirarse de la Cancillería donde realizó un trámite vinculado con su gestión en Berlín como “Representante Especial para la Cultura Argentina”, Darío Lopérfido de Mitre se encontró con un grupo de empleados y funcionarios que alzaron a su paso carteles de rechazo al fallo 2x1. El negacionista ex ministro de Cultura fue designado para esas funciones por el decreto 284/17, con sueldo de Ministro Plenipotenciario de 2ª Clase. Lo que el decreto no dice es que en realidad Lopérfido de Mitre será el delegado de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) en la capital alemana y que su pomposo título no es más que una cobertura, cosa habitual en los servicios de informaciones. La designación se demoró varios meses porque la delegación de la AFI en Berlín estaba cubierta por una de las funcionarias más antiguas de los servicios argentinos, Silvia Beatriz Cucovaz de Arroyo, una histórica de la SIDE, con más de 40 años de antigüedad. Formada por la CIA estadounidense, fue durante muchos años delegada de la SI en Berlín. Luego, en la Argentina fue subdirectora y directora de la Escuela Nacional de Inteligencia. Se jubiló en 2015, luego de la disolución de la Secretaría y la creación de la AFI. Cuando el nuevo gobierno de Maurizio Macrì designó al frente de la AFI al traficante de personas jóvenes de pantalón corto Gustavo Arribas, Cucovaz fue convocada de nuevo a la actividad, ahora como contratada. Sus contactos en el Servicio Federal de Inteligencia de Alemania (Bundesnachrichtendienst, o BND) solicitaron que volviera a su viejo puesto, dado que existía una relación de confianza. Todos lo entendieron como premio y broche antes de su retiro. Cuando el intendente porteño Horacio Rodríguez Larreta terminó de hartarse de las polémicas con los organismos defensores de los Derechos Humanos a las que lo arrastraba Lopérfido le pidió la renuncia y el gobierno empezó a buscarle una salida, lo más lejos posible de la Argentina. La actriz Esmeralda Mitre, con la que Lopérfido se casó siguiendo las huellas de su amigo Antonio de la Rúa, no aceptó que no hubiera vacante y dijo que sólo aceptaría Berlín, que es el gran centro teatral de Europa, sólo comparable en el mundo con Nueva York y Buenos Aires. Cucovaz tuvo que hacer las valijas y trasladarse a Londres, con gran malestar propio y de sus colegas del BND, que le prometieron no hacerle la vida fácil al ex director artístico del Teatro Colón. Esta historia deliciosa continuará.