Sabemos que el fútbol que no podemos vivir podemos soñarlo. Soñar es otra manera de vivir, más libre, más bella, más auténtica. El Barcelona deambula por un sueño eterno, lleno de cicatrices. Un sueño que ya “fue”. Messi ya no está. Duele. No se ve, pero está ahí. Aparece y desaparece. Como un espectro. Se va y regresa. Juega, y no juega, en dependencia del resultado. En este clásico “Leo” volvió a “jugar”, sin jugar. El Barcelona lo echó de menos. Lo fue a buscar en el recuerdo, sabiendo que la añoranza es el principio del olvido.

Si bien en el fútbol no podemos controlarlo todo, sí tenemos una gran cuota de libertad para elegir cómo vivirlo. El equipo “blaugrana” vivió este clásico desde la dificultad de no saber camuflar sus carencias, desnudando un mediocampo sin personalidad, que funciona a ratos, discontinuo. De escasa movilidad ofensiva, vacío, impreciso, licuado. Que no desnivela, que se paraliza en el uno contra uno, sin ideas, sin fantasía. Acostumbrado a la pereza creativa, al hastío. Encadenó su suerte a un quiebro, un arranque, una genialidad de Ansu Fati y poco más. Poca cosa para un club que mantiene un “fantasma” tan presente.

Por el contrario el Real Madrid se sube a la esperanza para seguir soñando. Fue más que el Barcelona. No mucho más. El fútbol de las individualidades siempre acaba por abrirse paso. Así lo hicieron saber Benzema, Modric y Vinicius. Qué envidia ser novelista de tu propio fútbol, y escoger tú mismo los espacios, los tiempos creativos, la inteligencia personal al servicio del equipo, y aportar esa belleza que cuando aparece te atraviesa el alma. Con tan poco el Madrid se llevó el partido. Un clásico destinado a perpetuarse en el olvido.

El Barcelona está a oscuras, casi ciego. No encuentra el camino en la lenta reconstrucción de un pasado resquebrajado. Lo sigue viendo a Messi en las manchas de humedad del Camp Nou. Un fantasma que no desaparece. Que viene y va, vestido de corto, y que sobrevuela un presente “cule” atravesado, lleno de cicatrices.

* Ex jugador de Vélez y campeón Mundial Tokio 1979.