“La democracia pende de un hilo”, dijo la escritora estadounidense Siri Hustvedt durante el cierre del Filba 2021, el Festival Internacional de Literatura, en un diálogo junto al escritor Paul Auster, su pareja hace cuarenta años, moderado por el periodista Nicolás Artusi. “Estamos viviendo en un mundo en el que existen muchas disparidades y contradicciones”, planteó el autor de La trilogía de Nueva York. “Todos sabemos que las vacunas son la única cosa que puede terminar con la pandemia. Hay muchos países que no tienen acceso a las vacunas; en Estados Unidos, donde tenemos suficientes para todo el mundo, un gran porcentaje de ciudadanos se rehúsa a recibir la vacuna por motivos que realmente no comprendo. Es como si las personas de manera voluntaria se estuvieran convirtiendo en potenciales asesinos o quisieran suicidarse; estamos retrocediendo en lugar de progresar y solucionar el problema, cuando el poder de hacerlo está en nuestras manos”.

Hustvedt, autora de Todo cuanto amé y El verano sin hombres, recordó el prolongado legado del “individualismo feroz” en la cultura estadounidense que confunde “un problema de salud pública en detrimento de la vida colectiva”. Los dos están preocupados por las consecuencias que desencadenó la pandemia en la trama social. Auster arrojó un detalle demoledor sobre el aumento de los hechos de violencia con armas de fuego en la ciudad de Nueva York: el número de tiroteos, entre mayo de 2020 y mayo de 2021, se incrementó un 70 por ciento. “Las personas, no solo en Nueva York sino en todo el país que compran armas, están atravesando una especie de paranoia sobre los peligros que los rodean”, reflexionó el escritor que acaba de publicar La llama inmortal de Stephen Crane. Para Hustvedt la pandemia expuso como nunca antes la desigualdad y comentó que muchas personas con dinero se fueron de Nueva York a vivir a sus casas de campo; pero los trabajadores esenciales murieron de coronavirus o tuvieron tasas de mortalidad más altas. “Esta desigualdad tan cruda en la cultura y en la ciudad creó ansiedad, depresión e infelicidad”, resumió la escritora, ganadora del Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2019.

Auster agregó que los ricos “siempre se salen con la suya”. “Hay una brecha tan grande entre ricos y pobres que es más grande que hace 120 o 130 años en Estados Unidos. La democracia pende de un hilo ahora, tiene razón Siri. Todo el sistema es vulnerable porque tiene tantas fallas que es muy difícil cambiar algo”, advirtió el escritor y responsabilizó a los “impedimentos estructurales” relacionados con la forma de gobierno, como el colegio electoral, con presidentes electos a pesar de que perdieron las elecciones, como George W.Bush y Donald Trump. “Ellos no fueron votados por la mayoría del pueblo, pero fueron elegidos por este sistema loco que tenemos para elegir presidentes”, aclaró el escritor y señaló también al senado, “el órgano legislativo más importante del país”, como otro problema. California tiene 40 millones de habitantes y dos senadores; Wyoming tiene 500 mil habitantes y también tiene dos senadores. “Un voto en Wyoming vale 80 veces lo que vale un voto en California -comparó el escritor-. El resultado es que la minoría gobierna este país y eso siempre nos limita. Esa minoría gobernante ha perpetuado la esclavitud, nos llevó a la Guerra Civil del siglo XIX; la minoría que gobierna no nos permite solucionar los problemas que todos sabemos que existen en la sociedad contemporánea. Por eso me resulta tan frustrante; es muy difícil hacer algo porque con filibusteros en el senado 41 senadores pueden bloquear a 59”.

También hablaron sobre cómo escriben y coincidieron en lo que Hustvedt llama “etapa de aversión”. Auster citó una frase de Samuel Beckett: “ni bien está seca la tinta, me repugna”. Su pareja le retrucó: “La etapa de aversión desaparece; no te repugnás por completo”.