“Las mujeres productoras de alimentos somos las principales damnificadas por el cambio climático que nosotras no generamos; son estos modelos del agronegocio, del campo concentrado, estas corporaciones internacionales que dominan el paquete tecnológico que se usa para cultivar en el agro, los principales responsables y después, cuando vienen las consecuencias como las tormentas, las sequías, el empobrecimiento de las familias sin ingresos, sin acceso a la tierra y sin producción porque la pierden por el temporal o por la sequía, somos nosotras la variable de ajuste”, dijo Rosalía Pellegrini, la secretaria de Género de la UTT mientras hacían, este lunes, un verdurazo frente a las puertas de Monsanto Bayer en la localidad bonaerense de Zárate.

Hace tiempo que las mujeres de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra vienen promoviendo un modelo productivo que no dañe al medio ambiente y que abastezca de alimentos nutritivos a la población, a un precio que pueda ser pagado por la clase trabajadora. Pero la soberanía alimentaria que ellas proponen se choca con los intereses de las grandes corporaciones: “los distintos gobiernos siguen sentándose a resolver las cuestiones que hacen a la agricultura con los grandes empresarios que, oh casualidad, son todos hombres, entonces planteamos que estamos cansadas, porque al mismo tiempo que somos las cuidadoras del mundo, las que proponemos una alternativa, un buen vivir, también estamos hartas de esta violencia”, dijo Pellegrini.

La acción frente a Monsanto Bayer fue la culminación del Segundo Encuentro Nacional de Mujeres Campesinas que la UTT hizo en La Plata. Nélida Almeida integra la organización de Productores Independientes de Puerto Piray de Misiones y cuenta que hace más de 20 años que vienen luchando contra el agronegocio, el monocultivo de pinos y la multinacional de capitales chilenos Arauco, porque según explica: “viene e instala el monocultivo de pinos en nuestros territorios y nos contamina, destruye los bosques, los animales y a nosotras también nos contamina, como a la tierra”.

Cuatro empresas manejan el mercado global de insumos agrícolas y la fusión de Bayer y Monsanto integra ese grupo. Los cultivos de transgénicos y el uso de agrotóxicos han crecido de manera desmedida: alrededor del 80 por ciento del área cultivable de Argentina se utiliza para monocultivos transgénicos. Estudios científicos demuestran que estos productos provocan diferentes problemas en el medio ambiente. Y en las áreas rurales de Argentina, la tasa de cáncer llega a cuadriplicar la media nacional.

Mujeres de la UTT en un encuentro el año pasado. Foto: Jose Nicolini


El modelo agroalimentario no da para más

Las mujeres de la UTT también alertan que mientras una buena parte de nuestra población tiene comprometida su nutrición adecuada, y otra buena parte debe gastar casi la totalidad del salario en alimentos, la contracara es un puñado de corporaciones monopólicas que concentran el 80 por ciento de las marcas de las góndolas y tienen rentabilidades que superan los mil millones de pesos anuales cada una. “Este modelo agroalimentario no da para más”, dicen y eso se nota en la calle y en los barrios.

“Durante el encuentro sacamos la conclusión de que compramos los insumos en dólares y los tenemos que vender en pesos: todo está devaluado, se pierde el valor del dólar al peso. Y las que nos endeudamos somos nosotras porque somos las que sacamos los préstamos, las que manejamos la casa y las quintas. Hacemos malabares y sufrimos los daños climáticos: las heladas, el granizo, y perdemos todo y tenemos que pedir un préstamo para poder arrancar de cero y seguir nuestra labor”, puso sobre la mesa María del Carmen López, de General Güemes, Salta, referente de género provincial y delegada del Municipio de la UTT.

“Le damos a la vaca de comer dólares y nos da pesos”, ejemplificó Rosalía parafraseando a otra compañera. “Es un modelo desigual, injusto e irracional porque pretende ser el que da de comer al pueblo cuando en realidad somos nosotras, las familias campesinas, de pequeños productores quienes estamos dándole de comer al pueblo, pero sin derechos, sin acceso a la tierra y con un modelo que no solamente es injusto, neoliberal, mercantilista sino que además es patriarcal. Insistimos en que la discusión de los precios es una discusión incluso machista, de un sector del agro concentrado y la clase política que sigue haciéndole el caldo gordo a ese sector”.

La deuda es con nosotras

Del encuentro participaron también Lucía Cavallero y Verónica Gago, de Ni Una Menos. “La deuda aparece claramente en la diferencia entre los insumos dolarizados y el valor de la producción en pesos y ahí aparece una diferencia de dinero que generalmente se suple con deuda. También hubo un debate sobre la jornada laboral y el montón de tareas que no están visibilizadas y mucho menos remuneradas”, dijo Cavallero.

Entre las conclusiones, se escuchó muy fuerte el eslogan “la deuda es con nosotras”, que se hace carne en la vida de millones de familias campesinas. “Necesitamos políticas públicas para el sector agrícola, asistencia técnica con perspectiva de género y agroecológica, crédito para las mujeres, y que den prioridad a las mujeres en el acceso a la tierra y al agua”, se leyó al cerrar el encuentro.