¡Hola! A lo que ya constituye una larga lista de excusas, disculpas y justificaciones, sumo esta semana una nueva: la de conjugar un verbo que no existe; o mejor dicho, uno que sí existe pero que de ninguna manera se conjuga de esta manera. No es un mal uso del lenguaje inclusive o un buen uso del excluyente. Tampoco es una tesis para recibirme de Licenciado en Ciencias Disparatadas ni en Magister en Patafísica. Nada de eso: simplemente, uno o varios estados de ánimo que huyen, fluyen y confluyen en esta columna. Una vez disculpado, proseguiré escribiendo sin culpa alguna, aunque debo agradecerles por eso, ya que, si en lugar de apelar a ustedes hubiera apelado a mi psicoanalista ("A.", ya lo conocen), me hubiera llevado mucho más tiempo y dinero, con perdón de la redundancia, ya que desde hace rato sabemos que son lo mismo. En todo caso, quienes me autoperciban fundido o confundido sabrán que no soy el único.

Solamente por darles un ejemplo, nuestro exSumo Maurífice debió, hace solamente dos días, comparecer ante un juez, y no para disfrutar de un partido de tenis precisamente. Fue para una indagatoria y , seguramente que para total sorpresa de Maurice Chaiselong, fue él el indagado y no el indagador.

Bueno, podría haber sido peor, imagínense si se encontraba con otros 450 exmaurifuncionarios en una isla y les empezaban a proponer juegos:

*En el primer juego les hacen preguntas sobre lo que pasó entre 2015 y 2019, y el que tarda más en decir “se dobadon un pebeí” es eliminado.

*En el segundo, hay que mostrarse capaz de fugar más divisas que los rivales.

*En el tercero, hay que echarle la culpa a un exfuncionario por algo que hizo otro.

*En el cuarto, conseguir un arrepentido que se eche la culpa de algo que hiciste vos.

Y así.

Por suerte, nada de esto pasó. No queremos que pase, se trata de justicia, no de otra cosa.

Y hablando de justicia: llegó finalmente, y es una buena noticia, la Ley de Etiquetado. Si hubiera regido en 2015, quizás no hubieran elegido como Primer Restaurador de la Mentirocracia a alguien con “alto contenido de mentiras”, “nivel tóxico de egoísmo” y “cinismo más allá de los valores tolerables para el ser humano”. Pero ocurrió. Nos ocurrió.

Mientras tanto, nuestras pantallas se llenan de invitaciones a decidir, este 14 de noviembre ya cercano, entre muchas más cosas que las que uno cree que decide cuando coloca una boleta en la urna. Al parecer, vamos a elegir entre el buen trato y la prepotencia, entre la corrupción y la honestidad, y, sobre todo, entre la libertad de mercado y el populismo salvaje y unitario. Todo eso, acompañado del hashtag #Yo decido”. Claro que, en este caso, “Yo” no es “usted” sino “él” (y ya sabemos de quién se trata).

Pero lo que me conmueve y me confunde de todo esto es que esta campaña, por lo demás muy bien pensada y seguramente exitosa, tenga lugar desde aquellos que, justamente, se han pasado cuatro años en el gobierno, y muchos más en el poder, quitándonos a todos los demás esa posibilidad de decidir que tan gratuitamente (bueh, es una manera de decir) pregonan desde los afiches.

Es que los Yodecidistas de la primera hora no aclaran, ni siquiera en la letra chica de sus carteles de Agitación y Propaganda, que “se reservan el derecho de admisión y permanencia" en "el grupo de los que deciden”, reservado a aquelles que cuenten con los recursos, básicamente monetarios, para disfrutar de la libertad. A los demás, en cambio, nos reservan una “libertad de segunda marca”, que consiste en admirar a los meritócratas de mercado y elegirlos cada vez que nos lo permitan para que nos sigan haciendo de las suyas.

Me parece que una campaña “Yo decido”, debería haber tenido otras alternativas (obviamente, vista de otra vereda):

*"Laburante con derechos" o "Esclavo del mercado".

*"Conectar Igualdad" o "Los pobres no van a la facultad".

*"Control de precios" o "Control de cerebros".

*"Las Malvinas son argentinas" o "The Falklands are of Faizer".

*"Laburante" o "Costo laboral"

*"La patria es el otro" o "La patria es del otro".

*"Cuenta DNI" o "Cuentas en Panamá".

*"Vacunas para todos" o "Que mueran los que tengan que morir”.

*"Reforma judicial" o "Pepín Cascarón… perdón, Pepín Simón".

Y me quedo corto. Seguramente, usted, usted o usted, lectores, encontrarán cómo enriquecer esta lista.

Propongo al lector acompañar esta columna con el video “No están locos” de RS Positivo (Rudy-Sanz), sito en el canal de YouTube de los autores: