En el marco de Pulsar Santa Fe: Exhibición y Mercado de Contenidos, que impulsa el gobierno de la provincia a través del Ministerio de Cultura y el Ministerio de Producción, Ciencia y Tecnología, una de las actividades de relieve consiste en el ciclo de cine gratuito en El Cairo Cine Público (Santa Fe 1120), que comenzó el miércoles y concluye mañana. La función del miércoles fue un acontecimiento, ya que consistió en el preestreno de Milagro de Otoño, la película de Néstor Zapata que ya cosecha premios internacionales. Entre otras consideraciones, se cumplió el deseo del director, al reunir elenco, público y equipo técnico, a la luz de la pantalla. Nada de streaming; en todo caso, eso vendrá después. Y bien hizo Zapata en insistir, ya que la proyección fue tan emotiva como la historia del mago de pueblo que protagoniza Luis Machin. Hoy a las 18 se podrá ver Los labios (2010), de Iván Fund y Santiago Loza (premio Una Cierta Mirada en Cannes para sus actrices: Victoria Raposo, Eva Bianco, Adela Sánchez), y a las 21 El laberinto de las lunas (2019), de Lucrecia Mastrángelo. Mañana a las 18 se proyectará La chancha, de Franco Verdoia; y a las 21 será el turno de Aire (2018), de Arturo Castro Godoy. Las entradas pueden retirarse por sala (Santa Fe 1120) o de manera digital en https://entradascineelcairo.com.ar/.

El caso de Aire es notable, porque es una película precisa, que articula sus recursos expresivos en función de una emoción sin pausa. Todo alrededor de un cometido claro: la madre (Julieta Zylberberg) debe llegar a la escuela donde su hijo, con Asperger, sufrió un accidente. Pero primero tiene que lograr salir del trabajo (es cajera de supermercado), luego conseguir transporte, dinero, buenas voluntades y decir alguna mentira piadosa. Al llegar al colegio, la situación se complica más. “La idea detrás de todo lo que armamos fue la de construir una historia que tuviera un número limitado de elementos, y que desde lo narrativo fuera bastante simple y lineal. Es casi en tiempo real. Y hay un solo personaje, con un objetivo muy claro. Todas las decisiones de la puesta en escena estuvieron al servicio de que la película resultara asfixiante, para que de alguna manera se lograra una identificación con el personaje”, señala el director Arturo Castro Godoy a Rosario/12.

Venezolano pero santafesino por adopción, Castro Godoy tuvo su ópera prima con El silencio (2016) y apura los pasos finales de la postproducción de Rinoceronte, su próximo y tercer largometraje, filmado al igual que Aire en ciudad de Santa Fe. La precisión de Aire da cuenta de un desafío, al exigir a actriz (Zylberberg sostiene toda la película sobre sus espaldas) y público de manera concomitante. Según el director, “tenía ganas de trabajar con una historia así, en donde el trabajo de la puesta en escena y el equipo entero estuviese concentrado en cosas muy puntuales, para explotarlas de la manera más profunda que pudiese. De igual manera al limitar un poco el abanico de opciones narrativas que uno tiene al escribir un guión, para encontrar en esa limitación una potencia, donde cada elemento que está ahí tuviese un trabajo fuerte y profundo, que cobrara un significado mayor. Eso me parecía un ejercicio interesante. Es poca la información que se da, y cuando la historia comienza no para más. En cuanto a la anécdota o trama de la película, es simple, porque lo que aborda, en el fondo, tiene que ver con la relación entre madres e hijos, un vínculo que apela a lo universal, con el que cualquiera se puede identificar, sea o no madre o padre”.

-¿Por qué la elección del Asperger?

-Teníamos ganas de trabajar con el Asperger porque, en primer lugar, es algo que no tiene la atención que debiera tener en la vida cotidiana. Al escribir el guión, investigamos e hice un trabajo muy interesante con la Liga de Asperger, que me ayudó mucho a pulir las decisiones. La película está llena de informaciones, que para el ojo común o que no tiene conocimiento se escapan, pero para quien sí, lo sabrá encontrar en la habitación del chico, en su manera de vestir o hablar. Todo eso da cuenta de una realidad más concreta, que me interesaba, porque cuando te familiarizás te das cuenta rápidamente que con pequeños ajustes la persona que es Asperger puede tener una vida que esté buena, más tranquila, son ajustes que se podrían tomar desde la instituciones, algo que es un tema central de la película.

-Es notable cómo, aun cuando al niño apenas lo vemos en las escenas iniciales, tendrá una presencia constante a lo largo del film.

-Para mí, el trabajo con lo que está en off es tan importante como lo que está adentro, y todavía más importante para algunas cuestiones específicas. El fuera de cuadro de alguna manera se construye con lo que cada espectador trae consigo, ya que no se entrega la información completa de imagen y sonido específicos. En ese sentido, es interesante el trabajo que se establece al seleccionar o priorizar determinadas informaciones. La presencia de Mateo (Ceferino Rodríguez Ibáñez) es una de esas cosas centrales en la película, y que se logran construir porque a través de la identificación que el espectador hace con Lucia (Julieta Zylberberg) éste comienza a experimentar un poco lo que ya estaba experimentando por dentro, y en eso está presente en todo momento la ausencia física de Mateo.

-También hay una lectura social, a partir de la relación que Lucía establece con los demás personajes, desde su madre a la compañera de trabajo o el taxista.

-Creo que es el resultado de elegir muy pocos elementos, para jugar con ellos de forma profunda y minuciosa, lo que hace que se resignifique temáticamente todo lo que hay alrededor. Así, cualquier situación que en otro contexto cotidiano puede resultar anodina, aquí cobra un significado y dice mucho de la manera que tenemos de relacionarnos. La idea no era construir un universo con una ciudad absolutamente hostil, porque me parece que en realidad lo que sucede y termina siendo más violento es que, si se quiere, hay desinterés o apatía, cansancio, por parte de quienes tienen que poner el cuerpo y trabajar en las instituciones. La vida urbana que tenemos es un poco como una picadora de carne, que nos va desgastando, y es fácil ponerse en contra de quienes están dentro de las instituciones. Pero lo más valioso es entender que quizás están pasando por un día tan malo como el de ella.