Un croquis es, según la definición de la Real Academia Española, un “dibujo o esbozo rápido y esquemático”. Una idea delineada. Algo que, definitivamente, está sin terminar. CRO9UIS (debe leerse “nueve croquis”) es el título del último disco de normA, tesoro oscuro del postpunk platense, banda que, desde hace más de quince años, aparece y desaparece de la vida musical y pública en la medida en que sus integrantes van sintiendo la necesidad de hibernar o la urgencia por explotar. ¿Por qué “croquis”? Sebastián “Chivas” Argüello, voz y guitarra del cuarteto que se completa con Gualberto de Orta (guitarra), Gastón Mateos (bajo) y Leonardo Bidonde (batería), lo explica de la siguiente manera: “Las canciones nunca están terminadas. No son nuestras, son unos bichos que salen. Vos las ayudás a salir, pero lo que formalizás en un disco en definitiva es un croquis que después va mutando”. Para quienes siguen a esta banda de apariciones intermitentes, el viernes 12 llegará la oportunidad de escuchar los temas del flamante CRO9UIS en vivo, en Strummer Bar (Godoy Cruz 1631).

En este álbum, normA incorporó variables hasta el momento inexploradas, en una suerte de sofisticación de un sonido que no se aleja del anterior, más bien lo deconstruye, profundiza y amplifica. La sensación que queda después de escucharlo es que ese bloque compacto que eran antes sus canciones se estrelló contra el suelo y los pedacitos que quedaron ahí tirados empezaron a sonar de manera independiente. El resultado es de acumulación y expansión.

Con excepción de “D78” (ese minuto rabioso que se ciñe 100% a la tradición normAniana), las canciones que componen este disco escapan a la lógica RÁPIDO FUERTE CORTO MONÓTONO que definió ese “rockdostonos” con el que se identificaron desde sus comienzos. Épica, melodrama, cambios de clima, puentes y codas instrumentales, la participación de Sergio Rotman y de Fito Páez -en saxos y piano respectivamente-, instrumentos de naturaleza orgánica que cualquiera pensaría que están en las antípodas de su habitual y maquinal orquestación… en CRO9UIS, normA logra su objetivo de mantener la tensión hasta las últimas consecuencias, pero por otros medios. “Lo que necesitamos es expresarnos -explica Argüello-, sacarnos la música de encima. Tratamos de aprovechar el momento de las ideas, saber atarlas y asociar cosas que pueden estar separadas, condensarlas en una sola. Lo que generan los fragmentos es que después los tenés que armar un poco vos. Dejamos abierta una posibilidad. Te queda la responsabilidad como escucha”.

-En las entrevistas siempre se encargan de aclarar que son personas normales con trabajos normales, que no viven de la música. ¿Cómo pensás que influye eso al momento de componer?

-Influye un montón porque es la tensión que genera en normA, hacer algo que muy probablemente para cualquier persona sea muy difícil, y de hecho lo es: tener una familia, mantener un hogar, tener un trabajo y además tener una banda que no querés que sea de covers: querés que sea distinta, con su sello, su distinción. Es la contradicción del deseo de pasar inadvertidos tocando canciones fuertes arriba de un escenario. Yo me siento parte de un sistema y puedo hablar desde ahí adentro. No soy un rockstar aislado. Me alimento mucho de lo que sucede en el cotidiano. Ver lo que pasa alrededor me emociona, me sustenta, me siento parte y trato de que esa realidad cambie haciéndola música o escribiendo.

-¿Esa distancia te hace tener una visión diferente del mundo de la música? ¿Te sentís parte de eso?

-Sí, me siento parte de un mundo de expresión, de gente sensible que puede y tiene la suerte de hacerlo. Pero también me siento parte de cargar la sube, leer el diario, conversar con gente común, intercambiar ideas.

-En “Chimangos” hablás de un “evento singular, corto, violento, no nuclear”. Casi una definición de las canciones de normA.

-“Chimangos” está compuesta por frases sueltas, y algunas son titulares de diarios o frases que descolgué de ahí. Es un poco como "Strat", un delirio unido por la locura. Esa línea que mencionás es lo que dijeron de lo que pasó con el ARA San Juan. Es una poesía increíble.

-La actualidad se cuela mucho en tus canciones. ¿Cómo pensás que viven, sobreviven o se actualizan algunas del primer disco (Rock2tonos, 2006), como “Educación”, “Uno”, “Tv” o “Niños”?

-Para eso hay que hablar de la coyuntura, que es algo que no podemos solucionar como sociedad. Ya me pongo serio, pero es el eterno retorno a la mierda de siempre y a no poder zafar del destino corrupto, de la falta de ideas, de compromiso, la falta nuestra de seguir votando y que los políticos nos caguen. Uno renueva la fe y después, chau: zapatazo de nuevo. ¿No necesitan educación estos hijos de puta? Tenemos un presidente estúpido, una vicepresidenta que no aporta nada positivo, un imbécil que es Macri, otro idiota que es Milei, ¡todos son idiotas! Todos pelotudos: Bolsonaro, el de Chile, la infradotada de Bolivia que hizo un golpe de Estado, los peruanos que están llenos de quilombos, el tarado de Trump, el de Francia, el de España… Son todas personas que necesitan educación o nos están tomando el pelo todo el tiempo. Es una locura mundial. Estamos siempre solos. Por eso, lo mejor que podemos hacer es música, arte.

-¿Pensás que el arte puede cambiar las cosas?

-Sí, total. Es cambiar los genes, en realidad. No es de un día para el otro. No va a haber una revolución, pero con la música no se jode. Hay personas recontra valiosas que a la larga, con cosas positivas, van cambiando algo. Lo tengo que ver así, tengo dos hijos. Si no, me tengo que matar.

-¿La decisión de normA de no comprometer su forma y sus tiempos de expresión, aunque eso signifique no poder llegar más lejos en términos de la industria, tiene que ver con eso?

-No, yo creo que eso se fue dando. Nuestras canciones incomodan demasiado, no están en el rubro de las que la pegan. En general son agresivas, puntiagudas. Hacemos lo que podemos y lo que nos sale no es un lugar cómodo. Nos pueden decir que están re buenas, hemos tocado en lugares buenísimos, nos pasaron cosas buenísimas, pero no es una música cómoda. Y, en algún punto, la música tiene que ser cómoda para salir al gran ruedo.

-Pero ustedes si quisieran, podrían volver su música un poco más cómoda. Resistir en ese lugar es una decisión estética.

-Lo que pasa es que vos tenés una idea y, ¿qué hacés con eso? ¿Un poema? ¿Un ensayo? ¿Una nota periodística? ¿Un libro? ¿Un panfleto? ¿Un manifiesto? Tenemos una idea y, ¿agarramos una guitarra acústica, un sintetizador, una máquina de ritmos, o le damos para que tenga y se va todo a la reputa que lo parió? Nosotros siempre optamos por lo que nos salió más natural, que es este espíritu un poco más punk: lo hacemos nosotros mismos y tocamos lo que podemos. Y generalmente sale así: agresivo, súper amplificado, molesto, que termina y decís "está buena la canción, pero qué bueno que terminó".