La ciencia ha producido una evolución tan impactante en los últimos cien años, que proponerse escribir sobre el conocimiento que el hombre adquirió aún en estas tres últimas décadas sería una tarea insalubre. Mi objetivo al escribir este artículo pretende exhibir el otro lado, el revés, la parte que no se ve. Me refiero a los momentos en donde los resultados científicos son mal utilizados y sirven para enmascarar o encubrir un error que termina pagando un ser humano, que, por ejemplo, queda privado de su libertad. Ya escribí (entre otros lugares en este mismo diario [1]) lo que sucedió con Sally Clark, ejemplo que le propongo que lea para entenderme mejor. Pero hay otro del que me enteré muy recientemente, y que afectó la vida de una enfermera holandesa. Su nombre: Lucía de Berk. 

El caso resulta fascinante (no para ella, claro está), sino porque el error que cometieron las personas -supuestamente- expertas en el tema, sirvió para enviarla a la cárcel durante más de seis años, acusada de haber asesinado a siete niños y de tres intentos más en donde -también supuestamente- no llegó a lograr lo que se proponía. Esta es la historia entonces de un caso que conmovió a Holanda durante muchos años hasta que lograron re-abrir el caso, volver a juzgarla y encontrarla inocente. Por supuesto, no importa lo que diga nadie ni el resarcimiento económico y material con el que el estado holandés intentó enmendar el error. Lo único que importa es que Lucía perdió seis años no sólo clamando por su inocencia (esta parte no sería rara porque supongo que es lo que pasa habitualmente), sino porque la privaron, nada menos, de su libertad. Esta es la historia entonces de Lucía de Berk.

Corría el año 2003 (es decir, ya entrados en este siglo, el siglo XXI), cuando una enfermera (Lucía de Berk) enfrentó un juicio que la acusaba de haber envenenado a siete criaturas y haber intentado hacer lo mismo con otras tres personas. ¿En qué se basaba el fiscal que la acusaba? En una supuesta verdad estadística. Es decir, los investigadores que se ocupaban del caso, encontraron como "muy sospechosa" la cantidad de niños fallecidos en el lugar en donde ella trabajaba. Los datos parecían abrumadores, ya que Lucía trabajaba justamente en ese hospital (además de otros dos) y las muertes se produjeron exactamente durante el tiempo en el que ella estaba de guardia. Había sido designada a esa sección del hospital durante el año 1999 y su tarea fue interrumpida por esta serie de episodios a mediados del año 2001. Lo que resulta realmente preocupante, es que la evidencia que exponía el fiscal la obtuvo a través de la opinión de un experto en estadística, el Dr Henk Elffers. ¿Qué dijo Elffers?

Elffers dijo que la posibilidad de que una misma persona hubiera estado presente cuando sucedieron todos estos hechos, era de uno en 342 ¡millones! Mirado en términos porcentuales, equivaldría a decir que la probabilidad de que esto hubiera sucedido era de 0,000000029240. O sea, este número es tan pequeño que en términos reales, en términos de vida cotidiana, permite afirmar que la probabilidad de que ella no fuera la responsable era virtualmente … ¡nula! Lucía de Berk TENIA que ser la culpable.

Surgen inmediatamente numerosas preguntas, y me imagino que usted misma/mismo se debe estar haciendo las más inmediatas: ¿de dónde sacó Elffers ese número? Esto sería lo primero que uno debería poder contestar, sobre todo el propio Elffers. Pero por otro lado, ¿es suficiente con un solo dato enviar a prisión perpetua a una persona? ¿Estaban realmente "haciendo justicia"? ¿Era ella la única enfermera que coincidió en esos horarios? ¿No mueren acaso muchísimas criaturas en un hospital de esas características a lo largo de los años? ¿Cuán diferente era ese número respecto de las otras guardias? En fin... las preguntas son múltiples y quiero creer que se las habrán hecho (y contestado).

Es justo decir que el fiscal agregó un par de pruebas más. Dijo que en la evidencia colectada por los médicos forenses, se habían encontrado ‘vestigios’ (sic) de una sustancia tóxica en dos de los siete cuerpos exhumados. Ni bien el juez falló con prisión perpetua, un grupo de matemáticos holandeses comenzó su tarea para mostrar que si bien ellos no querían descartar la culpabilidad de Lucía, lo que SÍ querían hacer, era objetar el método utilizado. Podría ser que Lucía hubiera sido culpable de las muertes, pero que el juez y jurados hubieran basado su resolución solamente utilizando ese número, era una verdadera brutalidad… además de ser falso. La Asociación Matemática Holandesa sacó un comunicado anunciando a la población que el número al que había arribado el “experto” era incorrecto, y que era “un ejemplo clásico de cómo un error estadístico puede generar un verdadero horror”, especialmente cuando es utilizado para afectar la vida de una persona. Este numerito (el que exhibía la probabilidad de que Lucía no hubiera estado involucrada) estaba mal calculado y lo peor es que después de haberla encontrado culpable, comenzó una suerte de caza en búsqueda de corroborar esa teoría.

El profesor Richard Gill, de la Universidad de Leiden en Amsterdam dijo: “Si me permiten, querría darles un ejemplo. Supongamos que yo salgo con una ametralladora y me meto en una suerte de establo o depósito de madera. Alguien me tapa los ojos y yo empiezo a disparar girando sobre mi cuerpo (sin moverme del lugar) hasta completar 360 grados. Cuando el experimento termina, algunas personas encuentran que tres o cuatro o diez de las balas se concentraron alrededor de una pequeña zona en una de las paredes. Después, la policía interviene y engloba esos agujeros. Allí dibujan un supuesto objetivo. Llaman a una conferencia de prensa y muestran cuán buen tirador soy yo y que casi siempre dí en el blanco. Puede que yo sí sea un buen tirador, pero está claro que en este caso particular, este ejemplo no demuestra nada. En ciencia, uno no puede ‘fabricar datos’ y después encontrar una teoría que los explique”.

En el caso de Lucía de Berk, otro matemático holandés Peter Grunwald del Instituto Nacional de Investigaciones de Matemática y Computación, envió una carta al juez con copia a todos los jurados, mostrando que el número al que había arribado Elffers no solo era incorrecto, sino que era totalmente irrelevante (sic). De Berk resultaba una persona sospechosa por su trabajo en otro hospital (“Juliana Children’s Hospital”) cuyo centro de operaciones está ubicado en La Haya. Elffers no debió utilizar esos datos que no aportaban nada, salvo decir que Lucía había trabajado allí. Con los datos que se tenían hasta ese momento, el número al que arribaban todos los otros matemáticos era o bien uno en 48 hasta llegar a uno en cinco, números que -obviamente- están muy alejados de los necesarios para forzar a alguien a escribir que ‘están más allá de cualquier duda’. De hecho, Lucía de Berk había sido encontrada culpable antes de haber usado la presunción de inocencia y, con los datos erróneos, el estamento judicial salió a la búsqueda de encontrar la zona en donde estaban los disparos de bala, algo así como salir en una expedición en búsqueda de algo que confirme lo que ellos ya habían decidido.

Para resumir: todos queremos una justicia rápida, pero antes que nada -supongo- la queremos justa. En este caso solamente se basó en una evidencia precaria y en un número sospechado por los verdaderos expertos. Nos cuesta trabajo aceptar que aparezcan coincidencias, pero de hecho hay gente que gana la lotería y acierta seis números elegidos al azar. Eso se produce por pura casualidad, pero esa parte la aceptamos como suerte. No tengo nada en contra de esto, salvo sugerir que no juegue, pero la presencia de Lucía en el momento que se produjeron los hechos, pudo haber sucedido sencillamente por la misma razón que alguien pone todo su capital a un número en la ruleta, ¡y ese número es el que sale ganador! Y encima, vuelve a hacer lo mismo en la jugada siguiente, y la persona -que esta vez eligió otro número- vuelve a ganar ¿No es casualidad esto? El matemático inglés Ben Goldacre -a través de quien me enteré del episodio que involucró a Lucía de Berk- suele decir: "uno no puede encontrar su hipótesis en los resultados. Previo a la recolección de datos, uno necesita tener la hipótesis. En todo caso después, los datos la corroboran … o no, pero seguro que no sirve hacerlo al revés". [2]

El caso de Lucía fue reabierto, y después de seis años en prisión y con la intervención de la Corte Suprema de Justicia holandesa, Lucía fue absuelta y libre de culpa y cargo. El dinero con el que el estado holandés la compensó nunca fue revelado públicamente … pero al menos, se hizo justicia … y quedó en libertad.


Notas:

[1] https://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-214264-2013-02-20.html

[2] Para aquellos que entienden un poco más de estadística, el dato que utilizó el ‘experto’ que derivó en que había una posibilidad en 342 millones de que una misma persona hubiera estado presente en el momento que se produjeron las muertes, se debió a un error matemático simple. Combinó pruebas estadísticas individuales multiplicando los valores de p, la descripción matemática del azar o la significación estadística. Como Lucía había trabajado en cuatro hospitales, al haber multiplicado el valor de p = 0.5 cuatro veces, la transformaba automáticamente en una sospechosa.