El viernes previo a las elecciones legislativas, el precio del kilo de ganado en pie en el Mercado de Liniers se ubicaba algo por encima de los 220 pesos y acumulando cuatro meses o más de estabilidad en la cotización. El martes posterior al resultado en las urnas, donde Cambiemos obtuvo una victoria nacional, se disparó hasta un valor muy elevado, de 280 pesos. Esa marca alertó a los que compran en el mercado concentrador más grande del país, detrás de sus hermanos de Rosario y Córdoba: por decisión netamente comercial, los que adquieren al mayoreo allí se retiraron de la plaza. Muchos de ellos, grandes frigoríficos y supermercados que no vieron un valor conveniente y prefirieron trabajar con stocks hasta que se normalizaran los valores. Unos pocos, con menos espalda, se vieron obligados a convalidar valores récord para llenar la carnicería y trabajaron a pérdida. 

Desde el pelotón de los que salieron espantados, describieron a Liniers como la plaza "blue" de la carne. Un mercado pequeño pero de impacto (no ilegal), como el del dólar paralelo, capaz de sacudir expectativas y alinear valores en todo el país. Puesto en números, queda más claro: Liniers trabaja tres días a la semana (martes, miércoles y viernes). En una jornada normal puede ingresar entre 8000 y 10000 cabezas, unas 24 mil a la semana y, en el mejor de los casos, 80 mil al mes. En todo el país se faenan mensualmente cerca de un millón cien mil cabezas. Ergo, Liniers no sólo no vende un volúmen relevante, sino que además trabaja con ganado de 400 kilómetros a la redonda. Así y todo, pega fuerte a nivel nacional marcando el pulso del precio. 

El martes post elecciones, entraron a ese mercado 4500 cabezas, menos de la mitad de lo habitual, y el precio subió fuerte. Los que comercian allí, una vez más, le dijeron a PáginaI12 que hubo - puesto en términos económicos- un "overshooting". Una oferta que pegó un salto de precios grande, de hasta 20 por ciento, y que luego se contrajo y ya empezó a recortar y corregir a la baja. De hecho, el viernes último se dio el primer retroceso, de 2 puntos, y estiman que podría recortar, en los próximos días, hasta 10 puntos de los 20 subidos. 

El por qué de este fenómeno de precios tiene varias aristas, vinculadas a lo climático y, de algun modo, a lo político. Todo eso motivó que el Gobierno saliera a ponerle un cortafuego al alza para que no haya traspaso del mayorista a la góndola, anunciando algo gestual y de coyuntura muy corta, como el congelamiento en grandes supermercados durante todo el fin de semana largo. Entre los factores que pegaron el precio se identifican tres, tanto entre los privados como en el Gobierno: primero, la estacionalidad. En octubre, con el mejor clima, crece el pasto fresco en los campos y los productores dejan a las vacas un mayor tiempo de engorde, dado que el alimento es gratuito. Retienen y no entregan tan rápido, sube el precio. 

En segundo lugar, cuando en 2018 se abrieron las exportaciones a China, empezaron a pegar en 2019 y fueron récord en 2020. Eso hizo que habiéndose ido las vacas, hoy haya bajado la cantidad de terneros. Ergo, sube el precio. Y el tercer punto es la inflación: si bien el precio de la carne estuvo estable por más de cuatro meses, en ese período la inflación siguió en alza. Naturalmente, la corrección en la carne mayorista fue tan grande y de un plumazo que la sospecha de especulación política quedó bien a mano, pero desde diferentes sectores prefieren trabajar sobre los números y razones reales, más que las anímicas. Y el Gobierno no le escapa a esa lógica. 

Un giro en las relaciones

Con todos esos elementos en la mano, el Gobierno empezó a intervenir. El primer hito gestual fue la reunión que mantuvieron el jueves por la noche el ministro de Economía, Martín Guzmán y sus pares de Agricultura, Julián Domínguez y de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, con el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti. De esa mesa, que trabajará un abordaje integral de toda la cadena de carnes desde la semana próxima, se tomó la decisión de frenar el pase de ese aumento mayorista a las góndolas. 

Así, Feletti se reunió con los directivos de la Asociación de Supermercados Unidos (ASU) -que reúne a Coto, Walmart, Carrefour, La Anónima, Dia, Jumbo, Disco y VEA- y acordó un congelamiento de emergencia de todos los cortes durante el fin de semana largo. Una especie de cortafuego que, además, le permite al Gobierno ganar tiempo para elaborar medidas más de fondo que podrían conocerse en las próximas semanas. El Ejecutivo se juega una parada fuerte con los precios en la última parte del año, y la carne tiene un peso específico particular en la mesa de los meses festivos. 

También la foto de los ministros y el secretario muestra un componente más político de campaña. Articular con el sector de manera integral representa otro nexo, firme pero menos al choque, con los sectores del agro, luego de una derrota en las elecciones que fue fuerte en algunos distritos muy del campo. 

Así, el Gobierno ya piensa en medidas para lo que viene. La primera alternativa que baraja para el sprint final del año es trabajar para aumentar o duplicar el volumen de oferta de los cortes más consumidos. La segunda, más postergada para el año próximo, darle certidumbre al mercado exportador, pero con un criterio de un Estado ordenador. Eso podría lograrse sólo si se aumenta fuerte la oferta general. Es que el Ejecutivo sabe que, en este contexto de restricción externa pero de buenas ventas a Israel y China, no puede resignar dólares. Ni relaciones geopolíticas en un mundo en constante cambio. 

En los ministerios técnicos saben que, de todos modos, el desafío de corto plazo son los precios. Visto en los últimos cinco años, el ganado tiende a aumentar en el último cuatrimestre y, sobre todo, en diciembre. Es por eso que desde este lunes la articulación sumará a los frigoríficos, productores y otros eslabones de la cadena.