Rodrigo Galean es porteño pero trae consigo el río y el sonido de las chicharras que le regalaron el haberse criado en Olivos. Las guitarreadas y el patio se anteponen a los tiempos citadinos, y eso se aprecia en su música: la poesía para la pelota y pide un break para detenerse al fluir de los tiempos. Se descubre, entonces, la dedicación en los arreglos de las canciones, las letras cantada sobre melodías atonales, y esos finales que, lejos de querer terminar, son una muestra más del disfrute y el juego en la obra de este chico sensible que presenta su tercer disco, Pasado mañana, este viernes 3/12 en el Teatro Xirgu.

Galean está recién llegado de una gira por Corrientes, Mendoza, San Juan, Córdoba, Chaco y Misiones, un viaje por gran parte del país que seguramente le dará letra para escribir futuras canciones. "Quizás en el momento no te das cuenta, pero cuando volvés, en ese tiempo baja la información, se va acumulando como en una especie de cántaro  de todo lo que uno va viviendo, y después se transforma en una canción, tal vez."

Pasado mañana tiene que ver con el tiempo y la duración que llevan los procesos. Dejar que una idea decante sin apurarla y entregarla al orden natural, integrarla a la naturaleza en concordancia y armonía, tales son las concepciones del Tao. Y eso eligió el músico. De hecho, el disco estaba terminado antes de la pandemia, pero se propuso esperar para dar a conocerlo porque sentía que no era el momento.

"El nombre tiene que aparecer", pensaba Galean, quien ya venía hablando del tiempo o de las metáforas del tiempo. "Como la arena, por ejemplo, que para mí es una metáfora del tiempo; o como la explosión de las cosas; o el viento, pasando como cuestionando. Y entonces como que fui entrando en un universo que terminó decantando en el título del disco", cuenta.

Así fue que llegó a la síntesis, a través de Fiedrich Nietzsche, por un libro que estaba ojeando y cuyo prólogo hablaba de cómo su obra es incomprendida en el presente y de como el filósofo alemán no le habla, ni le escribe, ni le importa el presente. "En el libro, él mismo dice: a los de pasado mañana. Me quedó resonando porque yo en un punto también me siento así, salvando la distancia. Mucho de lo que hago, y de cómo vivo la música y mi proceso y proyectos, es una construcción a largo plazo. No busco la inmediatez, ni con las canciones ni con todo lo que gira alrededor, porque sé que mi música es un poco más compleja, y por eso hay que esperar hasta el lunes para entenderla", dice.

Pasado mañana empieza con Ave atonal, cuyo feat con Esmeralda Escalante devela que lo que sigue será distinto, aunque familiar para quienes conozcan la obra de Spinetta. Con arreglos minuciosos en lo musical y en la voz, el disco está perfectamente pensado para embellecer el entorno. Oval, Laberinto, Sube a la nube o Ahora son canciones retro futuristas de impecable audio.

"Descubrí a Spinetta re tarde, no sé, a los 16 o 17; no es que de chico escuchaba Almendra. Lo conocí bastante tarde y me gustó mucho, ahí conecté. Dije: 'ah, yo vengo de ahí, ése es mi universo, ése es mi planeta'. Como que conecté con esa sintonía, con ese dial", dice. Y hace un paralelismo con Los Gatos, a quienes sí escuchaba de niño, que serían Los Beatles argentinos, entre inocentes y modernos.

Con la banda Aloe como antecedente, Galean y su trabajo solista representan el camino más personal del artista. El disco anterior, El mago, de 2019, ponía a jugar a todos los elementos conocidos por el músico. En Pasado mañana hay una elección fina, más acabada, de los elementos que quiere usar. Y participan, además, Candelaria Zamar, Darío Jalfin, Juan Mango y PRNA en el remix de Oval.

"Es un buen tercer disco, siento que concluye un poco una obra que yo venía haciendo y, justamente con esto de los caminos, ya estoy yéndome hacia otro lugar, hacia otra forma de vincularme con la música, otra etapa. Y siento que esto concluye muy bien, es como el final de una historia, por así decirlo: que hable del tiempo, que tenga estas colaboraciones... Es como que, en serio, en un punto, el disco viene a cerrar", dice el músico.

En 2018, Galean editó el libro de poesía Vela viento fuego parafina, y supo que necesitaba canalizar su proceso en la escritura, por más de que nunca más -o por ahora- volviera a publicar un libro. Con Walt Whitman, Oliverio Girondo, Alejandra Pizarnik, Olga Orozco y Juan L Ortiz a la cabeza de la influencia, las letras de sus canciones sobrevuelan siempre lo poético y parecieran no estar desconectadas de su modo de hablar ni, en apariencia, de vivir.

Por eso, Galean pone al tiempo de su lado y lo transmuta en la magia de la expectación. Como un hechicero que se entrega al camino y da función a los procesos inherentes de la vida. En este caso, lo hace con música: "Voy viendo a lo largo de los discos, voy viendo a lo largo de mis procesos, que son como procesos re personales que uno los va ofrendando al mundo".