El reencuentro más esperado de la ciudad de las diagonales (y más allá) será por primera vez al aire libre, en el Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti (Calle 51 entre 5 y 6). La quinta edición de Edita, la feria de editoriales independientes, se realizará este fin de semana, de 15 a 21 horas, con entrada libre y gratuita. Participarán 138 sellos de Argentina y Latinoamérica y habrá talleres de pintura y edición, música en vivo con la banda platense 107 faunos y lecturas de narrativa y poesía con el escritor uruguayo Felipe Polleri, I Acevedo, Carlos Ríos, Andi Nachon, Carlos Battilana, Julieta Novelli, Gabriela Borrelli Azara, Inés Kreplak, Magalí Etchebarne, Lucila Grossman y Susana Szwarc, entre otros.

Edita –que empezó en 2016 en el Centro Cultural Alborada con el nombre de Feria de Editores de La Plata, entonces con 50 expositores- está organizada por el colectivo Malisia, integrado por las editoriales EME, Fa, Club Hem, Pixel Editora, Malisia y las librerías Ocio Casa de Libros y Malisia. Esta edición cuenta con el apoyo del ministerio de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica de la Provincia de Buenos Aires, el Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti, Gestionar Futuro, el ministerio de Cultura de la Nación y la editorial Papel Cosido de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de La Plata. “Este fin del año es bastante excepcional porque tiene el vértigo de todos los cierres, pero también hay un aire de recomienzo, y eso nos pone a todes en cierto modo de urgencia: urgencia por volver a encontrarnos, por volver a las lecturas, los festivales, las ferias”, dice Verónica Stedile Luna, de la editorial EME, a Página/12.

“El circuito del libro en editoriales como las nuestras es muy sensible a las instancias de presencia, a que el encuentro se produzca para que el libro tenga vida. Las editoriales de pequeña y mediana escala tenemos circuitos que son muy físicos: librerías que frecuentamos, ciclos de lectura donde suelen participar nuestros autores, ferias donde nos encontramos. Y el pasaje de esos espacios al espacio virtual ya no como mera difusión, sino como condición de contacto con el público, fue raro y cansador tal vez. Así como las estructuras más acotadas hicieron que los efectos económicos y organizativos iniciales de la pandemia se sintieran menos, en otros aspectos hubo dificultades mayores”, plantea Stedile Luna.

Para Agustín Arzac, también de EME editorial, el principal aprendizaje de las editoriales que integran la organización de Edita consiste en reafirmar que “nuestro fuerte son los lectores” y “que el diálogo entre quienes hacemos los libros, quienes los venden, quienes los escriben y quienes los leen es lo que nos mantiene activos”. El editor platense profundiza más en la importancia de esta trama entre editores, autores, libreros y lectores. “Nuestros libros no tienen atrás una maquinaria comunicacional infalible, y por eso se sintió tanto el momento en que no se podía entrar a las librerías, por ejemplo. La voz de los libreros no se puede reemplazar por el algoritmo de las redes”, subraya Arzac.

Las editoriales independientes y las pequeñas librerías quizá se adaptaron mejor a los cambios que introdujo la pandemia. “Me cuesta pensar que Mil Botellas, mi editorial, se adaptó mejor -admite Ramón Tarruella, editor y escritor-. Tal vez sí, pero siento que más bien fue una etapa de silencio, de espera. Me siento conforme con la posibilidad de que este año pude recuperar cierto ritmo de edición, ya sin importarme lo perdido o lo postergado el año anterior. Las editoriales independientes tenemos una infraestructura modesta, chica, y por lo tanto quizás pudimos atravesar la pandemia sin dejar un tendal de personas sin trabajo, o a la espera”.

Desde Erizo Ediciones, editorial integrada por Diego Aristi, Mónica Izcovich y Agustín Jáuregui Lorda, trabajaron de la misma manera en que lo estaban haciendo antes de la pandemia. “La realidad es que somos una editorial muy pequeña que suele editar alrededor de tres títulos al año y que se autofinancia con aportes de los integrantes y con las ganancias que obtiene de las ventas de los ejemplares. Esto nos permite poder adaptarnos a diversas situaciones económicas, tanto del contexto nacional como particular de la editorial”, explica Izcovich. “Como somos autogestivos y nos autofinanciamos, tenemos la libertad de detenernos o avanzar según nos los permitan las circunstancias que atravesamos”, agrega la editora de Erizo.

¿La pandemia modificó la manera de editar y publicar, ha habido un antes y un después? ¿El mundo de la edición independiente sigue funcionando de la misma manera en que lo hacía previo a la pandemia? Tarruella, editor de Mil Botellas, dice que no siente que haya cambiado demasiado el trabajo de edición, aunque sí tuvo que repensar el plan editorial para acomodar los nuevos proyectos y los postergados en 2020. “Si antes la duda era algo con lo que uno convivía, pensando en la apuesta a un autor nuevo, o a un proyecto extraño, eso ahora pasó a ser parte de lo cotidiano”, cuenta Tarruella y advierte que es necesario recuperar espacios como Edita, “una feria fundamental” en La Plata o la Feria de Editores (FED) para “continuar nuestra experiencia al lado de otras experiencias y seguir pensándonos en compañía”. Diego Aristi, de Erizo ediciones, revela que no modificaron la manera de editar, pero sí cambió la distribución y venta de los libros. “Como nos faltaban los espacios de venta y contacto directo con nuestro público lector, decidimos visibilizar nuestro trabajo con más fuerza a través de las redes sociales, así como también empezamos a trabajar con un distribuidor nacional que nos habilitó tener mucha más presencia en librerías en otros mercados”.

En plena pandemia surgió una nueva editorial pública, Ediciones Bonaerenses, a cargo del sociólogo y docente Guillermo Korn. “La pandemia modificó todo, incluso los modos de lectura. Esos cambios también se evidenciaron en los modos de producir libros: hubo materiales que no se editaron, otros se retrasaron en su producción y en su circulación. Crear una editorial pública como Ediciones Bonaerenses implica construir un catálogo, sus colecciones, apelar a nuevos destinatarios, una lógica de distribución. Si eso es difícil en cualquier circunstancia, en la excepcionalidad de la pandemia se vuelve más exigente”, reconoce Korn con tres títulos publicados, que se encuentran en más de cien bibliotecas de la provincia, y otros más en camino.

*La programación completa se puede consultar aquí.