El crimen de Lucio Dupuy puso en escena la violencia familiar de la que niños, niñas y adolescentes son víctimas cada día. También las situaciones de abuso sexual que sufren principalmente por parte de personas de su entorno cercano. Lo que le pasó a Lucio fue el extremo de un continuum de violencia que terminó de la peor manera. ¿Qué falló para que haya un Lucio? ¿Y qué hay que hacer para prevenir que la violencia arrase con la infancia? 

Según los últimos datos de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Sennaf), se recibieron 45.589 consultas sobre violencias contra niños, niñas y adolescentes en la Línea 102, de octubre de 2020 a septiembre de 2021 (según datos suministrados por veinte provincias). La Línea 102 clasifica las llamadas en 40 motivos de consulta; cada uno de estos se vincula con un derecho de niñas, niños y adolescentes.

Las situaciones vinculadas al maltrato físico continúan siendo uno de los principales motivos de consulta, seguidas por las negligencias. Asimismo, las denuncias por abuso sexual contra niñas, niños y adolescentes, abandono y otros tipos de maltrato reportan una alta cantidad de llamados, según el informe anual de llamadas a la Línea 102, del cual la Sennaf adelantó algunos datos a Página/12. El 55 por ciento de esas consultas fue por situaciones de violencias, entre ellas, maltrato físico en primer lugar, negligencia en segundo, abuso sexual en tercero, seguidos por maltrato psicológico o emocional, y niños, niñas y adolescentes testigos de violencia.

Por otro lado, entre las consultas recibidas por el Programa Las Víctimas Contra Las Violencias a través de la Línea Nacional 137 y la línea de WhatsApp entre los meses de octubre de 2020 y septiembre de 2021, más del 45% de las víctimas registradas en consultas por violencia familiar eran niñas, niños y adolescentes (6.770).

En relación a esas víctimas, el informe desglosa los siguientes datos:

*Si bien la mayor cantidad de víctimas son femeninas en todos los rangos etarios, entre los 0 y 11 años se distribuyen casi en partes iguales: 49% femeninas, 48% masculinas, y 3% sin datos. La diferencia entre géneros se incrementa significativamente en las víctimas de 12 a 17 años.

*Más del 65% de las niñas, niños y adolescentes víctimas recibieron exclusivamente violencia psicológica. Un 31,1% padeció violencia física y psicológica (y acumulando otras categorías, un 33,3% recibió violencia física).

*Más del 62% de los agresores eran de género masculino, y alrededor del 25% de las agresoras, de género femenino.

*El 53,8% de las víctimas fueron agredidas por su padre y el 29,8%, por su madre. El 90% de las víctimas de violencia familiar fueron violentadas por su padre, madre y/o padrastro.

Por otro lado, la violencia sexual es un tema que sigue siendo tabú, como se analizó hace unos días en este diario, lo que impide un abordaje con perspectiva de derechos desde organismos que deberían intervenir. El Programa Las Víctimas Contra Las Violencias registró en el mismo período un total de 3219 víctimas niñas, niños y adolescentes de violencia sexual, con las siguientes características:

*6 de cada 10 víctimas registradas de violencia sexual eran niñas, niños o adolescentes (3.219).

*En todos los grupos etarios, el mayor porcentaje de niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia sexual pertenece al género femenino, representando casi 4 veces más que el masculino. La diferencia según género se amplía a mayor edad de la víctima.

*El 27,9% de las violencias estuvieron relacionadas con tocamiento sexual o su tentativa. El 20,5% de los casos fueron violaciones o tentativas de violación contra niñas, niños y adolescentes. Las violencias en entornos digitales (grooming y la utilización de niñas, niños y adolescentes en pornografía) representan el 29,4% del total.

*El 81,1% de los/as agresores/as eran de género masculino, 4,2% de género femenino.

*En el 74,2% de los casos, los/as agresores/as eran del entorno cercano de la víctima (56,5% familiares y 17,7% conocidos no familiares).

*En el ámbito familiar, se advierte que el 44,4% de las víctimas niñas, niños y adolescentes fueron agredidas por su padre o padrastro (24% corresponde a padre; 20,4% a padrastro). El tío, abuelo/a y hermano/a representan el 27,8%.

Carina Rago, Asesora general del Programa, explicó a Página/12 que en el transcurso de la pandemia, junto con Unicef, se lanzó la campaña “De los chicos y las chicas #SomosResponsables” ya que por el contexto de encierro se agravaron los casos de violencia. En esa campaña, la Línea 137 se difundió como recurso para que niños, niñas, adolescentes pudieran llamar desde todo el país. “Nos llevamos una sorpresa poco agradable porque vimos un incremento de llamados. No es habitual que llamen ellos”, explicó.

Además sumaron la línea de whatsapp 11-3133-1000, que fue la que más se activó en la franja de adolescentes de todo el país. ¿Cómo actuaban en esos casos? “Por ejemplo, una nena que se comunica desde Córdoba, encerrada en su habitación. La profesional del whasapp contacta al 911 de Córdoba y guiada por la profesional se la sacó de la escena de riesgo. Esto ha sucedido. Paralelamente se labra un acta donde interpelamos al organismo de protección local para que pueda intervenir y hacemos un seguimiento para saber qué sucedió”, contó.

--¿Qué es lo que falla para que hayamos tenido un Lucio?

--Tenemos una deuda enorme en relación a la educación sexual integral (ESI) en educación. Hay que hacer valer esa ley justa, precisa, de implementación obligatoria en todas las escuelas. Necesitamos un mayor compromiso de la ciudadanía en general. Hay maestras que dicen “a mí me lo contó y se lo dije a la psicóloga y no sé qué hizo con esto”. Hay escuelas que no cumplen con la obligación de denunciar. En el peor de los casos no denuncian, en el mejor inhiben la palabra, no pueden escuchar el relato.

--Entonces la aplicación de la ESI es también para les docentes.

--Totalmente. Hay como un discurso hipócrita en que estamos de acuerdo en que la ESI es importante pero no lo entendemos como parte de la cotidianidad. Si sucede en tu hora de clase, tenés que hacer algo con eso. Hay que tener una mirada y ojo crítico de cómo se van naturalizando conductas violentas y cómo los chicos traen cosas de su casa, eso no está ajeno a la escolaridad. Una de las grandes deudas es la real implementación de la ESI, la obligatoriedad de formación en ESI de las docentes, es un eje transversal.

--También el sistema de salud está cuestionado.

--Totalmente. Cada golpe en cada niño que entra, hay que indagar. Hay médicos que no indagan, creen en el discurso del adulto y le dan el alta. Hay una deuda en una mirada interdisciplinaria, hay que convocar al trabajador social y a la psicóloga para que puedan intervenir. Seguimos atravesados por el patriarcado.

--Este caso puso en escena que aunque la mayoría de los agresores son varones también hay agresoras mujeres.

--Muchos de los llamados tuvieron que ver con maltratos recibidos por parte de la mamá. Incluso nos ha pasado de una mamá pidiendo hacer terapia porque no sabía qué hacer con el encierro y sentía que estaba maltratando a sus hijos. Claramente es la manifestación del patriarcado: más allá de si son varones o mujeres, es el abuso absoluto hacia alguien con menos poder, como es un niño.

--En el abuso sexual predominan rotundamente los varones agresores.

--En general la mayor cantidad es por parte de varones. Tuvimos casos de madres abusadoras pero son los menos.

--¿Cómo prevenir?

--Construir niños y niñas responsables, informades, para que tengan herramientas y estén siempre en red, que puedan tener redes de contención fuera de la familia, porque lamentablemente la mayor parte de los abusos y maltratos son dentro del ámbito de confianza. La peligrosidad de la pandemia vino a mostrar esto. Cómo quedaba encerrado ese niño en el ámbito de maltrato. Así que bienvenidos todos los canales que abran a la palabra.

--¿Aun a la edad de Lucio?

--Sí, es todo un desafío. Pero hemos recibido llamados de chiquitos de cinco o seis años. A veces es difícil sostenerlos en el teléfono, saber cómo accedieron al número. En un caso la había ayudado la abuela y pudimos seguir con ella.