Con su decisión de dejar sin Presupuesto 2022 al gobierno de Alberto Fernández, la oposición de Juntos por el Cambio ratificó un modus operandi que pone en marcha cuando consigue mayoría en el Congreso. El antecedente inmediato fue en 2010, cuando dejó al gobierno de Cristina Kirchner sin esa ley que marca los ingresos y egresos del Estado para el año 2011.

Por entonces, la oposición estaba aglutinada en un denominado Grupo A, no aún en la alianza política de Cambiemos/Juntos por el Cambio/Juntos. Pero los referentes que protagonizaron ese boicot en el Congreso fueron quienes luego la conformaron.

El debate se dio en Diputados durante noviembre de 2010. Hacía menos de un mes que había muerto el ex presidente Néstor Kirchner y las presiones sobre un supuesto debilitamiento del Frente para la Victoria (FpV) envalentonaban a la oposición con mayoría en la cámara.

La amenaza de dejar sin presupuesto 2011 al por entonces segundo gobierno kirchnerista se hacía oír con las advertencias de Elisa Carrió a la cabeza. Los voceros del Grupo A también fueron los entonces diputados Ricardo Buryaile y Oscar Aguad, ex ministros macristas, la radical Elsa Álvarez y la ex diputada Cynthia Hotton. Las fuerzas que representaban eran la Coalición Cívica (CC), el PRO de Mauricio Macri, la UCR y partidos provinciales.

El proyecto oficial estaba hecho sobre la base de una economía promisoria. Proyectaba una recaudación de 94.300 millones de dólares y un gasto de 93.900 millones. El cálculo toma como base un crecimiento del PBI del 4,3 por ciento sobre una inflación estimada en 9,8.

No había una situación de emergencia ni crisis internacional producto de una pandemia que sacudió la economía global. Pero la postura de la oposición disgregada tenía un objetivo extra, porque en 2011 serían las elecciones presidenciales y CFK iría por su reelección.

El tratamiento de la ley fue tormentoso. Carrió, fiel a su estilo, había denunciado una presunta “compra de voluntades” para que el proyecto se aprobara. La denuncia se diluyó cuando el proyecto cayó y nunca se demostró nada, ni siquiera cuando el mismo cuerpo trató en comisión esas presuntas “presiones”.

El debate se recuerda por un hecho: la entonces diputada Graciela Camaño le dio una bofetada el kirchnerista Carlos Kunkel y ganó las portadas de diarios nacionales e internacionales.

La estrategia que utilizó la oposición conservadora del Grupo A fue no dar quórum. El oficialismo bajó al recinto pero no alcanzó el número de 129 legisladores. El entonces jefe de la bancada del FpV, Agustín Rossi, denunció la maniobra

"¿Tiene la oposición la voluntad y responsabilidad institucional de permitir que la Presidenta tenga lo mismo que tuvieron todos los presidentes de la democracia?", preguntó Rossi. Luego denunció que esa había sido “la primera vez que una oposición evita que la Presidenta cuente con su plan de gobierno".

La reacción de la jefa de Estado fue advertir lo que ocurriría. “Tal vez sea la primera presidenta que gobierne sin presupuesto. No me voy a enojar, simplemente voy a responder por todas las responsabilidades que tengo” por estar al frente de ese cargo, dijo.

“No voy a polemizar con las decisiones de la oposición, pero vamos a utilizar las normas jurídicas para ampliar el Presupuesto 2010, siempre amparándonos en la Constitución nacional”, añadió y aseguró que de esa manera sortearía los “palos en la rueda” puestos por la oposición.

El calculado debilitamiento del gobierno no llegó. En octubre de 2011, Cristina Kirchner fue reelecta en su cargo con el 54 por ciento de los votos, frente a una oposición disgregada.