A 20 años del estallido social de 2001 y de la represión estatal del 19 y 20 de diciembre de ese año que se cobró 39 vidas --luego de la cual renunció el ex presidente Fernando de la Rúa --, el Presidente Alberto Fernández y el Secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla Corti, anunciaron este domingo en Casa Rosada que el Gobierno enviará al Congreso un proyecto de ley para establecer un beneficio reparatorio en concepto de indemnización a los familiares de las personas que fallecieron o sufrieron consecuencias graves por la represión desplegada por el Estado en aquellas manifestaciones. “El Estado está para hacer justicia, no para ser violento”, señaló el Presidente ante familiares de las víctimas. Fernández llamó a “desterrar definitivamente cualquier forma de violencia institucional y seguir preservando los derechos que tenemos en una República de hablar libremente y de quejarnos libremente”. 

El proyecto todavía no fue enviado al Congreso, pero será presentado en los próximos días, según aseguraron desde el oficialismo a este diario. El texto se elaboró mediante un trabajo articulado que comenzó en la secretaría de Derechos Humanos, a cargo de Pietragalla Corti, luego fue enviado al ministerio de Justicia, donde lo trabajó el titular de la cartera, Martín Soria, y tras el visto bueno del ministerio de Economía pasará a manos de la Secretaría Legal y Técnica para ultimar detalles. El escrito está basado en un proyecto similar que presentó el expresidente Néstor Kirchner en 2004, pero que perdió estado parlamentario. Se trataría de un pago por única vez.

El Presidente había recibido a familiares de las víctimas de la represión del 2001 el 1 de diciembre en Casa Rosada. En esa ocasión les había prometido que enviaría el proyecto para que puedan tener una ley reparatoria. A la salida, María Arena, parte del Colectivo de Familiares de los asesinados el 20 de diciembre de 2001, había asegurado que "esta ley incluiría a los familiares de las víctimas de todo el país que han quedado muy desprotegidos. Necesitamos que el Estado se haga cargo y se haga responsable de los asesinatos de nuestros compañeros. Evidentemente hay una intención muy fuerte de parte del Presidente, que se comprometió a presentar un proyecto en los próximos días para poder elevarlo lo antes posible". 

“Lo que tiene que hacer el Estado es escuchar, no disparar tiros”, dijo el Presidente durante la ceremonia de este domingo, que tuvo lugar en el patio de ingreso a Balcarce 50. Al finalizar el acto, el mandatario junto a Pietragalla Corti y a un grupo de niños familiares de las víctimas, descubrieron una placa en honor a los fallecidos que dice: "en memoria de quienes fueron víctimas de la violencia institucional defendiendo la democracia en todas las calles del país. El dolor por las vidas es el cimiento para luchar por una Argentina justa”. Si bien no están los nombres de las 39 personas fallecidas, el Presidente aseguró que los agregarán a la placa en los próximos días. 

En el evento también estuvieron presentes el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, que fue víctima de la represión durante aquellos días y sufrió torturas por parte de la policía; el Secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello; la portavoz Gabriela Cerruti; familiares de los fallecidos y representantes de organismos de derechos humanos como Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, y Lita Boitano, de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas.

El mandatario enfatizó que “al cumplirse 20 años de aquellas jornadas, nos pareció propicio que el Estado nacional, institucionalmente, se hiciera cargo de lo ocurrido, que no pasara como un día más, como una marcha más de gente que busca reivindicar la memoria y busca la justicia que nunca llega. La justicia en este caso tardó en llegar 20 años y la verdad llegó mínimamente porque ninguno de los condenados fue condenado por los homicidios ocurridos, sino por delitos que me animaría a decir menores”. En ese sentido, consideró que “llegó 20 años después porque los que tenían que firmar el fallo sabían que esta plaza se iba a colmar de gente el día 20 reclamando justicia y quisieron acallar esas voces”. 

Fernández subrayó que “hoy es un día triste. Los argentinos nos enlutamos para recordar la muerte injusta de muchos argentinos y argentinas. Estamos acá para rendirle tributo a las víctimas de la violencia institucional que se desató en el mismo momento en que el pueblo salió a las calles a decir basta porque no aguantó más el pesar de un modelo económico que sólo traía pobreza, dañaba y postergaba el futuro de millones de argentinos”.

Tras descubrir la placa, el mandatario dirigió un mensaje a los familiares que se acercaron hasta Casa Rosada. Les dijo: “todas las muertes ese día fueron injustas y el dolor que ha causado en padres, hermanos, es enorme. Nosotros vamos a ocuparnos de que el Estado repare el daño que causó. De eso no tengan dudas, pero tampoco tengan dudas de que cuando sientan que la realidad les pesa demasiado, pídanos ayuda, hablen con nosotros”. “Estoy con ustedes, todo el Gobierno y el Estado hoy está con ustedes. Mucha fuerza y a seguir adelante”, concluyó.

Pietragalla Corti, a su turno, aseguró que “la sociedad le dijo basta, le dijo nunca más a ese proyecto económico y tenemos que tomar estos días como reflexión porque entendemos nunca nadie más quiere volver a esos momentos políticos y, sin embargo, a veces el poder real, los medios hegemónicos de comunicación y ciertos actores que sienten nostalgia de esos momentos, confunden a la sociedad y hacen que tal vez tengamos un traspié y volvamos a proyectos neoliberales que sabemos que lo único que generan es mucho dolor y mucha deuda sobre los sectores más postergados de nuestra sociedad”.

Tras la inauguración de la placa, los familiares hicieron una ronda cerca del Presidente y comenzaron a contar, muy emocionados, la historia de sus familiares asesinados, la mayoría de ellos personas muy jóvenes. Marta Pinedo, viuda de Alberto Márquez, comentó que ella y su marido habían ido a la Plaza de Mayo el 20 de diciembre, cerca de las tres de la tarde. "En un momento él sintió que nos estaban encerrando y fuimos a Cerrito y 9 de Julio. Cerca de las cinco él llamaba a mi hija para ver si había renunciado el Presidente, hasta que le dijo que sí y decidimos irnos. Pero cuando pegábamos la vuelta había corridas en el Obelisco y mi marido estaba en una posición distinta a la mía. Vi los autos de la policía que se acercaban. Bajaron, apuntaron y empezaron a tirar. Me lo llevé muerto", recordó.