Desde Mar del Plata

Una de las funciones inevitables de los festivales de cine de cierta envergadura –más allá de servir como radares de todo aquello que pueda llamarse novedoso, ya sea por su apuesta artística o su contemporaneidad– es la de cruzar el presente con el pasado, haciendo que en sus programas se yuxtapongan, convivan y, en el mejor de los casos, dialoguen las películas más furiosamente recientes con aquellas otras que ya llevan muchos años o décadas de existencia a cuestas. En esta nueva edición, como en las anteriores, el Festival de Mar del Plata presenta varios focos y retrospectivas que se plantean precisamente bajo esas directivas curatoriales, pero pocas llaman más la atención del cinéfilo del ala dura (o la del fan del celuloide asiático) que la dedicada a Masao Adachi, un verdadero outsider del cine japonés de quién nunca se había exhibido film alguno en la Argentina. Y de quien ni siquiera es sencillo hallar copias desperdigadas en la red de redes. Pero, ¿quién es este hombre, cuya carrera no ha sido demasiado prolífica, apenas un puñado de largometrajes en los años 60 y principios de los 70, y un reciente regreso luego de retirarse por más de treinta años?
El nombre de Masao Adachi –nacido en 1939, en Fukuoka– es inseparable del de Koji Wakamatsu, el rey del pinku eiga híper politizado de aquellos años pre y post ‘68. Pero la particular mezcla de erotismo (el pinku es, a grandes rasgos, sinónimo de cine erótico nipón), política en su sentido más puro y duro, y experimentación formal no hubiera sido idéntico sin la compañía y colaboración en los guiones y la realización de Adachi. El hecho de que tanto Wakamatusu como Adachi hayan participado en diversos roles en proyectos del sensei nuevaolero Nagisa Oshima –el primero como jefe de producción de la famosa El imperio de los sentidos (1978); el segundo como coguionista de Three Resurrected Drunkards (1968) y Diary of a Shinjuku Thief (1969), además de un pequeño papel en Death By Hanging (1968)– no hace más que confirmar sus respectivos carnets de rebeldes e independientes.
La retrospectiva programada por el Festival de Mar del Plata, completa en su rol como realizador (14 títulos en total), contará con copias en 16mm, 35mm y formatos digitales enviadas desde Japón (en algunos casos, no se pudieron hallar latas en fílmico en estado adecuado para ser proyectadas), y arranca cronológicamente con sus dos primeros ejercicios como estudiante de cine de la Universidad de Nihon: el cortometraje Bowl (1961) y el mediometraje Closed Vagina (1963). Ambos títulos fueron realizados a la sombra de las revueltas estudiantiles que pusieron a toda la sociedad japonesa a mirar con mayor detenimiento el rol del estado a la hora de renovar el famoso Tratado de Seguridad con los Estados Unidos, evento que marcó a toda una generación de cineastas jóvenes. Más allá de sus aristas más surrealistas y alegóricas (el mismo título de uno de ellos, “vagina cerrada”, es un símbolo sobre la cerrazón al activismo político), son films que reclaman una toma de conciencia política en los más jóvenes y fueron realizados bajo la forma de proyectos colectivos.
En 1966 comenzó la extraordinariamente fructífera relación artística y profesional con Wakamatsu, para quién escribió –muchas veces bajo el pseudónimo Izuru Deguchi– más de dos docenas de guiones, varios de ellos para algunas de las películas más importantes del realizador, como Violated Angels (1967), Go, Go, Second Time Virgin (1969) y Ecstasy of the Angels (1971), fantasías donde el sexo, la violencia y la agitación política conforman los ingredientes básicos de una receta altamente perturbadora, bombas de tiempo escondidas detrás de la pantalla del sexploitation tan en boga en aquellos tiempos. El truco: usar los desnudos y el acto sexual en pantalla como carnada para sorprender y sacudir al espectador. Algo similar puede decirse de aquellos films que Wakamatsu produjo y Adachi dirigió durante el mismo período. Abortion (1966), por caso, promete ser un estudio científico sobre los embarazos no deseados y las consecuencias del sexo irresponsable, pero la película deriva luego en una parodia del film de horror físico, con un ginecólogo obsesionado con mantener con vida a un feto fuera del útero. Un alter ego del obstetra chiflado de Abortion reaparece luego en Birth Control Revolution, estrenada el mismo año, con nuevas estrategias para evitar preñeces indeseadas.
Siempre con producción de Wakamatsu, durante los dos años siguientes Adachi avanzó aún más sobre el terreno del pinku con un puñado de parábolas políticas de enorme sugestión y una gran capacidad para generar imágenes icónicas, como la de esa mujer que, con sus pechos al aire y bailando en la cima de una roca, parece capacitada para cambiar el mundo. Aunque nada haya más alejado de la realidad: como muchos críticos y estudiosos de sus películas han afirmado, Female Student Guerrilla (1969) no hizo más que anticipar en forma satírica el fracaso del movimiento de la lucha armada en Japón, que muchos ubican simbólicamente en el incidente ocurrido en Asama-Sanso en 1972: la fallida toma de rehenes por parte del Ejército Rojo que el propio Wakamatsu reconstruiría en uno de sus últimos largometrajes, United Red Army (2007). En Sex Game (1968), la obsesión de un grupo de estudiantes algo apáticos por secuestrar y violar mujeres parece transformarse en una metáfora de la inacción política. En estos tiempos políticamente correctos, las imágenes y diálogos del film parecen tener hoy más potencia aún que en el momento de su realización.
En 1971 –aproximadamente la misma época en que Godard y Gorin visitaban los mismos lugares con una idea similar, aunque sin resultados concretos–, Wakamatsu y Adachi viajaron al Medio Oriente y realizaron en tierras palestinas el documental Red Army - Declaration of World World, con la intención de concientizar al espectador respecto de la situación en el lugar. Es uno de los films esenciales del cine militante nipón de los años ‘70. Al regresar a Japón, Adachi ingresó en las filas del Ejército Rojo, más tarde abandonó el cine y se exilió en Beirut, donde vivió desde 1975 hasta 1997, momento en el que fue arrestado y deportado a su país de origen. Luego de pasar dos años en prisión, volvió a la actividad artística con un libro autobiográfico y, algún tiempo más tarde, retomó su rol de realizador con Prisoner/Terrorist (2007), su penúltimo film a la fecha. Dados esos hechos y circunstancias –y al margen de sus películas, que estarán a la vista de todos durante estos días festivaleros–, es su propia vida la que parece estar esperando un tratamiento cinematográfico.