Querido Papá Noel, te cuento que estaba escribiendo una nota que se llamaba “la fábrica de estúpidos”, una nota llena de ira y que hablaba de cómo el poder fabrica estúpidos para luego venderles porquerías o llevarlos a votar como a corderitos. Pero pasó lo de Chile y se me fue un poco la bronca. Entonces me dije: “Chiabrando, no podés ser tan amargo. Y además es navidad. Dejá de protestar y festejá un poco lo de Chile, coño”.

Entonces hice lo que hacía en mis tiempos de volante por derecha del club Americano de mi pueblo. Paré la pelota, miré hacia los costados, y me puse a escribirte esta carta. Ahora te pregunto: ¿Hay motivos para la esperanza, Papá Noel? Sí, pero con calma, me respondo porque tu respuesta demora demasiado. ¿Hay motivos para festejar? Claro, por un rato. ¿Hay motivos para no dejarnos llevar por la primera impresión y el exitismo que a todos nos invade ante cosas así? Yo creo, papá Noel, que esto último es sobre todo lo que debemos pensar bien y con calma. En eso quiero que me ayudes.

Perdoná que insista (¿te puedo tutear?). Te cuento que la culpa de mi nota sobre los estúpidos la tienen dos taxistas que en una misma semana me martirizaron con la “mano dura” y el “nadie quiere trabajar”. Uno hasta pidió el regreso del servicio militar. Estúpidos si los hay. Yo creo que a esos dos no deberías llevarles regalos. O hacerles una broma y dejarles una estampita con Perón o Eva. Con la cara de Cristina no, porque tampoco es cuestión de hacerlos morir de un síncope.

En lo personal me alegro que nos hayas traído un poco de esperanza por lo de Chile. Lástima (y no creo que puedas hacer nada con esto) que los gobiernos populares lleguen al gobierno muy condicionados con deudas, con los poderes económicos en manos de los peores garcas y que apenas asumen (incluso antes) son bombardeados por todos los mecanismos de comunicación. No te voy a pedir que a los hijos de esos garcas no les dejes regalos porque seguro que los padres ya les compraron autos y motos y viajes con la plata de la gente. Bueno, al menos algún gil cree que esos regalos los pagaste vos. Algo es algo.

Menos mal que me hiciste reflexionar, Papá Noel, y abandoné esa nota amarga que estaba escribiendo. En las fiestas, mejor ding ding dong, a brindar y a dejar las discusiones para después. Mirá lo que iban a decir sobre nosotros en los países serios. Que recibimos a Papá Noel amargados y hablando de política.

Y cómo te cae Boric, ¿eh? A mí me cae mejor que vos, que todavía me debés la guitarra que te pedí a los quince. Lo que me preocupa de Boric es que llega arañando, con casi medio país votando al pinochetismo. Así es siempre en Latinoamérica, Papá Noel, las opciones populares siempre estarán bombardeadas por la peor derecha, la que tiene la llave de la fábrica de estúpidos… ¡Ya sé, ya sé! Ese no es el tema hoy. Acá se habla de la esperanza, ding ding dong.

Pero cómo no voy a estar enojado, Papá Noel. Si ni siquiera sos capaz de decirles a los que creen en vos que no se puede votar a los mismos que rompieron todo (y que mataron) en el 2001. ¿Te acordás lo que valían los regalos en ese momento? Si los pibes te pedían bicicletas (yo una guitarra) y vos les regalabas juguetitos chinos que se rompían apenas los sacabas de la caja.

¿No podés hablar con tu jefe (supongo que debe ser Dios) y preguntarle por qué deja que siempre, pero siempre siempre, el enemigo nos entregue países arrasados, lastimados, endeudados? Si hay que poner unos pesos para tus superiores, se arregla. Me extraña que no lo sepas, Papá Noel. Sucedió en Argentina luego de MMLPQTP, y sucederá en Brasil si hay recambio. Y así en todos lados. Así se hace difícil gobernar. Y ellos lo saben.

Ahora hablemos de nosotros. ¿Por qué tuviste que dejarle al vecino la guitarra que yo te pedí si ese tonto tenía plata y los padres podían comprarle cinco guitarras en uno de sus viajes a Miami? ¿Me podés explica eso? Y lo más triste es que nunca aprendió a tocar, mientras que yo tengo que recibirte cantando villancicos a capella. ¿Eso es lo que querés para el mundo, Papá Noel? Tal como están repartidas las cosas (regalos, tierras, empresas, dinero) se diría que sí.

¿Saben lo que hace falta acá, viejo ridículo vestido de invierno en pleno verano? Socialismo, un poco de izquierda, un poco de reparto de la guita y los recursos, peronismo del bueno. Y meter preso a tus amigos garcas. Eso hace falta. Vas a traer eso de regalo en estas fiestas, ¿eh? Por el tamaño de la bolsa y del trineo veo que no.

Bien visto, lo de Chile podría (bien en potencial) traer algo de eso. Bueno, vamos a festejar entonces. Aunque sea en la teoría. Pero que conste en actas que estoy harto de que no solo tengamos que pagar las deudas que contrajeron ellos sino la de sus fucking ancestros. Y no me importa decir groserías en Navidad.

Resumiendo, Papá Noel, acá va mi pedido de Navidad. Quiero que todos no caigamos en la trampa de creer ciegamente que el regreso de una izquierda condicionada por medio país facho es la panacea a medio siglo de desastres. Quiero que la gente no olvide tan fácilmente a los que se llevan la plata y nos hacen pagar la cuenta. Pero igual quiero que festejemos, aunque sea para amargura de ellos. Y quisiera dejar de creer que la esperanza también está privatizada.

Y, sobre todo, Papá Noel, quiero que en Argentina y en los países vecinos, además de juguetitos baratos y pelotas que no pican, repartas un poco de memoria. O, mejor dicho, mucha memoria.

Y no te olvides de mi guitarra, esa roja, sí. Ding ding dong…

 

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