Se presentó en Barcelona el proyecto social Aflote. El reciclado de cerca de 6 toneladas de tapones de corcho con un fin social: generar empleo para poblaciones vulnerables a través de piezas diseñadas por reconocidos profesionales de la escena española.

Una vez más, quien está detrás de todo esto es el diseñador, editor, curador y director creativo de tantísimas marcas españolas (Campers, Andreu World, BD Barcelona, Metalarte) como de innumerables libros y exposiciones (“COCOS; Copias y Coincidencias”; “Desigñ: Spanish accent in design” y actualmente una mega sobre la relación entre Salud y Diseño a inaugurarse en Valencia en el 2022), Ramón Ubeda, que en este caso ayudo a encausar los deseos de su amigo Lluís Morón, fundador de Signes y director de la Fundación Foundawtion, una institución privada sin fines de lucro que está desarrollando otros proyectos de carácter social, quien ya jubilado continúa aportando fuertemente desde lo social.

”Aflote es un proyecto que nace para ayudar a la integración social y contribuir a reducir el impacto medioambiental mediante el reciclaje de los tapones de corcho que se recogen en restaurantes y bodegas, convirtiéndolos en objetos y esculturas que se comercializan con el fin de generar empleo y recursos económicos para personas de colectivos desfavorecidos”, adelantan, sobre una iniciativa que demuestra que la unión hace a la fuerza, ya que además del aporte desinteresado de reconocidos profesionales del diseño español, cuentan con el apoyo de más de 250 restaurantes, hoteles y bodegas.

La mecánica

Un empleado de aflote se traslada en bicicleta recogiendo los tapones de corcho de unas grandes urnas transparentes que tiene cada establecimiento asociado. Cada día hay una ruta, organizada por barrios y direcciones.

“La opción de la bicicleta era lo más razonable para el proyecto. Las que usamos son eléctricas y su cesta de mimbre es una donación de unos amigos que hacen cestas para globos aerostáticos en Igualada”, suma Morón.

El material recogido se traslada a una planta de reciclaje y taller industrial en Polinyá (Barcelona), donde se trata hasta que acaba saliendo en forma de bloques. Después, y gracias a distintos procesos industriales, se convierte en los objetos diseñados por Jaime Hayón, Pepa Reverter (quien a su vez tiene un proyecto propio llamado TotCor, que colabora en la lucha contra la ELA), Otto Canalda y Miquel Aparici, bajo la dirección de Úbeda.

“Los diseñadores ya están asumiendo su responsabilidad hacia la sostenibilidad, pero en lo social todavía estamos lejos de alcanzar el mismo nivel de conciencia. En el mundo del diseño hay muchísima gente creativa, no me refiero sólo a los que emplean esa creatividad para diseñar, también los empresarios que hay alrededor de ellos, como es el caso de Lluís Morón. Si toda esa gente dedicase tan solo un 5% de su tiempo para ayudar con su talento a mejorar la sociedad, eso equivale a poco más de un día laborable al mes, ese cambio social llegaría mucho antes“, suma Ubeda quien para esta primera serie de objetos seleccionó diseñadores que tuviesen un marcado perfil artístico, “algo necesario para poder llegar a emocionar trabajando con tan sólo un trozo de corcho.” El encargo era muy concreto: diseñar una pieza que pudiera volver al restaurante o bodega. De la mesa a la mesa (parafraseando el famoso libro “Cradle to cradle”, de la cuna a la cuna, de Michael Braungart y William McDonough) para cerrar el círculo. Recoger, reciclar y renacer”, remata.

Así Hayón diseñó una caja para entregar la cuenta del restaurante, Reverter escogió hacerlo con la forma de un florero, el propio Úbeda junto a Canalda crearon una lámpara de batería, y Octagon un reloj de pared. El caso del escultor Miquel Aparici es algo especial, ya que trabajó con las grapas metálicas que suelen tener muchos de los tapones de las botellas de cava, que también son un residuo, fundiéndolas para hacer una escultura en serie limitada llamada “el camarero”, de la que se han fabricado 3 unidades.

“Nuestro objetivo más cercano es conseguir un local comercial propio para almacenar las grandísimas cantidades de tapones de corcho que nos llegan cada día.”, y confía en que esta iniciativa se reproduzca en otras ciudades de España”, suma Morón, sobre un proyecto con mucho para imitar con nuestra fuerte industria vitivinícola.