El comentario más curioso sobre la simpatía de un ministro vidalista por la Gestapo le pertenece al diputado del PRO Waldo Wolff.

Tuitero consumado, en su cuenta WW, o @WolffWaldo, el diputado escribió el 27 de diciembre a las 16.31: “Repudio la utilización del término gestapo para temas banales siempre. No importa quien la haga”. Las minúsculas y la falta de tilde la pertenecen al original de WW. Pero lo curioso no es eso sino la idea que trasluce su tuit.

Marcelo Villegas, el ministro de Trabajo de María Eugenia Vidal filmado en plena conspiración, no banalizó la policía secreta de Adolf Hitler: la usó de modelo. De algún modo la reivindicó. O al menos la citó como un ejemplo deseable. O, si ustedes quieren, expresó su lamento por no contar con una Gestapo.

Banalizar el Holocausto y el nazismo, efectivamente, es otra cosa. Supongamos que Villegas no hubiese introducido el término “Gestapo” en su conspiración con espías, autoridades y empresarios. Supongamos que hubiera sugerido la necesidad de extorsionar en secreto a los dirigentes sindicales. Supongamos que, como sucedió hace unos días, la charla hubiese terminado en los backups de la Agencia Federal de Inteligencia. Suponiendo todo lo anterior, banalizar el Holocausto y el nazismo sería decir, por ejemplo, que “Villegas es la Gestapo”. O que “Villegas es el nazismo”.

En 2019, todavía con Cambiemos en el Gobierno, el actor Alfredo Casero dijo: "Hay que salir a la calle, no quedarte esperando a que vengan los nazis con los tanques". Se refería al peronismo. En ese momento hasta la propia DAIA lo refutó. "Condenamos los dichos de Alfredo Casero al asimilar erróneamente la tragedia del nazismo con valoraciones acerca de la política nacional", dijo la DAIA. "Estos dichos configuran un acto de banalización de la Shoá."

Pero resulta que lo de Villegas es distinto, y WW debería advertirlo. Por lo pronto, ningún tercero dijo que la propuesta de un método delictivo para domesticar la protesta sindical es lo mismo que asesinar de manera industrial millones de judíos, gitanos, homosexuales y discapacitados como hizo el nazismo.

El propio Villegas fue el que metió la palabra “Gestapo” en un tono de añoranza.

“Banal” significa “trivial, insustancial o de poco interés o trascendencia”.

Banalizar el Holocausto o el nazismo sería, por comparación, presentarlos como hechos triviales.

No es lo que hizo Villegas. El entonces ministro de Trabajo se quejó de no tener a mano una policía secreta del Estado como la de Hitler.

La Argentina integra el grupo de 35 países de la IHRA, sigla en inglés de la Alianza Internacional para la Recordación de Holocausto. En 2020 la IHRA emitió la célebre Declaración de Estocolmo. Dice el punto uno: “El Holocausto (Shoá) sacudió los cimientos mismos en que se basa la civilización. El carácter sin precedentes del Holocausto tendrá siempre un significado universal. Tras medio siglo, sigue siendo un hecho lo suficientemente próximo en el tiempo para que sobrevivientes puedan seguir brindando testimonio de los horrores que el pueblo judío debió padecer. El terrible sufrimiento de muchos millones de otras víctimas de los nazis ha dejado igualmente una cicatriz indeleble a través de Europa”.

Salvo que a WW le parezca banal, una pregunta queda en pie: ¿acaso Villegas ignora que una de las herramientas para producir ese terrible sufrimiento fue, precisamente, la Gestapo?