Viaje en el tiempo

El Rosarino es un gran ejemplo de cómo debería restaurarse un lugar que forma parte del patrimonio cultural de una ciudad. Sin innecesarias intervenciones pseudomodernizadoras y cuidando todos los detalles que incluyen fotos, carteles, un gran mostrador de madera y hasta una cafetera de época puesta a punto. Así fue como resucitó justo antes de la pandemia El Rosarino, el bar que abrió un inmigrante asturiano en 1923 y que aún conserva un antiguo cartel de Crush en su fachada. Originariamente estaba enfrente pero en los años '60, por el ensanche del cruce Alberdi, debió mudarse de vereda. Desde temprano se despachan cafés y medialunas pero ya cuando llega la media mañana aparecen en las mesas los primeros aperitivos con las tapas del día. Un Lillet con tónica, eneldo y naranja; un gin tonic preparado con Los Apóstoles o un vermut con mucho hielo acompañado de unas bruschetas de pan de masa madre (que también puede comprarse para llevar) o con el infaltable Carlitos, el sándwich emblema de la ciudad, un tostado de jamón y queso que lleva kétchup (en El Rosarino esta salsa es casera).

Una de las innovaciones de los nuevos dueños (uno de los socios, Miguel Avalle, es también propietario de Refinería, uno de los mejores restaurantes de la ciudad) fue la incorporación de las pizzas de masa madre, muy bien recibidas por los locales (desde $590), que se suman a minutas como milanesas con papas ($710) y principales como la tortilla de hongos con ensalada ($550). Además del Carlitos en la carta hay otros sándwiches como el baguetín de jamón serrano y manteca ($590) y la ciabatta de lomo con queso ahumado ($730). 

De postre, es infaltable el flan, el cake húmedo de chocolate y el Chajá, un dulce tradicional que se hace con bizcochuelo, crema, dulce de leche, merengues y durazno ($310). De yapa, justo al lado, abrieron una ventanita donde despachan los helados de Bocha, una de las heladerías artesanales más famosas de la ciudad. 

Sentarse en El Rosarino, entre esa mezcla de habitués y nuevos comensales, es un nostálgico viaje al pasado, una parada obligada para los que visitan esta preciosa ciudad rivereña.

El Rosarino queda en Salta esquina San Nicolás, Rosario. Teléfono: (0341) 439-2594. Horario de atención: martes a domingos de 9 a 24. Instagram: @elrosarinobar.

Con vista al río

Abundan los restaurantes de hotel que, más allá de tener o no una buena cocina, son aburridos en términos estéticos, con una pomposidad señorial que les juega en contra. Delta es una gran excepción a esta regla, un lugar decorado con un mix de estilos que recuerdan al Miami de los años 50, con flamencos, grandes lámparas de esterilla y toques art decó. Delta es el nuevo restaurante de Puerto Norte Hotel, ubicado en el quinto piso del edificio y con una fabulosa vista al río que domina Rosario. La carta prioriza los pescados de río presentados en distintas formas, desde entero a la parrilla pasando por escabeches y croquetas, e incorpora también sabores de otros deltas mucho más lejanos. Los responsables de la cocina son los mismos del restaurante Niño Gordo en Buenos Aires y han llevado hasta allí algunos de esos sabores del sudeste asiático que les dieron fama.

El servicio arranca a las ocho de la mañana y aún aquellos que no están alojados en el hotel pueden ir a desayunar (desde $450 por persona), con café espresso Lavazza bien servido. Cada mediodía hay un menú de almuerzo que varía según lo que haya disponible (de $1400 a $1800), donde además de la pesca del día suelen sumarse platos como el ojo de bife con hueso, las milanesas y siempre algunas opciones vegetarianas. Por la noche lo mejor viene por el lado del pescado de río a la parrilla con arroz, pepino, maní, cebolla y salsa thai ($1400) y la pesca con curry, hierbas y boniato ($1600). Otra opción es ir por las carnes con la tira de asado con ananá, papines, chaucha y miso, o si se prefiere evitar toda proteína animal elegir los baos de tofu con soja sweet chili, pickles y papas pay.

Delta tiene una surtida selección de vinos de distintas bodegas y cepas pero la carta de tragos diseñada por el bartender Tato Giovannoni (otro de los socios) le da color y sabor al lugar, contribuyendo para que, después de la cena, la velada continúe con música y baile.

Sea para para arrancar el día o para terminarlo, Delta es un gran lugar, una propuesta distinta para un Rosario que sigue sumando opciones gastronómicas.

Delta queda en Av. Carballo 148, Puerto Norte Hotel, 5to. Piso, Rosario. Teléfono: 0341 354-9188. Horario: martes a domingos de 8 a 2. Instagram: @delta_gastrococteleria.

La cuna del helado

Famosa por sus heladerías, desde el año 1999 Rosario es la “capital nacional del helado artesanal”. No en vano esta ciudad cuenta con el mayor consumo por habitante del país (casi diez litros por persona por año), en una extensa tradición arraigada en la inmigración italiana, en la que conviven heladerías tradicionales como Catania o Esther con otras más nuevas como Bocha, Salvador y Américo. Esta última abrió en 2017 y su consigna fue hacer el helado tal como se hacía antes, sin utilizar ninguna base comprada. Luego de muchas pruebas y ensayos decidieron que estaban listos para abrir. Además de helados increíblemente cremosos, Américo recuperó también el diseño de las viejas heladerías de antaño donde abundaba el blanco y el rojo, las mesitas individuales y una carta con pocos sabores pero bien hechos. Entre los clásicos, la vainilla se hace con verdaderas chauchas de Madagascar que le aportan un perfume y sabor únicos; y todo fanático del chocolate debería probar el cacao al 80% de una potencia y untuosidad inolvidables.

Best seller argentino, Américo desarrolló su propio dulce de leche y en versión helado viene con nuez o granizado. También elabora su propio sambayón que es la base de un helado delicioso. Entre las cremas, la catalana (que lleva 15 días de elaboración para infusionar la canela) y el praliné de almendras marcan buena parte del espíritu de esta casa. Y la menta granizada no tiene el característico color radioactivo sino que es de un tenue verde agua y se hace a partir de las hojas de menta que se recolectan a mano. La misma minuciosidad se aplica a los helados de fruta: cada kilo de helado de frutilla ($1400), por ejemplo, lleva medio kilo de frutillas traídas de Coronda.

Américo cuenta hoy con cuatro sucursales en la ciudad santafecina y acaba de abrir un local en el porteño barrio de Puerto Madero, en un crecimiento que seguro traerá más novedades.

El helado en Rosario es cosa seria, y ahí está Américo para demostrarlo. Un lugar que honra a aquellos viejos maestros heladeros que, desde Italia, llegaron a esta ciudad.

Américo queda en Jujuy 2162, Rosario (y sucursales). Teléfono: (0341) 424-7917. Horario: lun a vie de 15 a 24; sáb y dom de 12 a 1.30. Instagram: @americohelados.