Hay dos protagonistas en La causa justa, y eso que es un unipersonal. Una es la metáfora política y la otra la técnica actoral. Basada en un texto del siempre provocador Osvaldo Lamborghini, la obra que dirige Cristian Palacios –adaptación y versión suya y de Mariano Bassi, el actor– ocurre en los años 80, en el contexto de la Guerra de Malvinas. Sin referencias directas a ningún contexto político, lo narrado parece transcurrir en un ámbito privado, circunscripto a una anécdota puntual, que tiene la particularidad de ser atractiva para ser contada pero no mucho más. Sin embargo, ya sea por imágenes, por reflejo o por una actitud corporal, la realidad argentina se cuela todo el tiempo, con tal maestría y sutileza que el espectador saldrá de la sala incluso sin darse cuenta del todo de eso.   

El personaje es el ingeniero japonés Tokuro, que en “la gran llanura de los chistes”, como llama a la Argentina, quiere ir en busca del “honor perdido”. Implacable y combativo, Tokuro obligará a otro de los personajes a que le practique sexo oral a un tercero, luego de lanzar esa amenaza en forma de chiste. Tokuro no entiende cómo es que en esta tierra no se respeta la literalidad de las promesas o los dichos y entonces pone al hombre en un dilema fatal: o cumple con sus palabras o muere.   

Si la causa a la que refiere el título de la pieza es un guiño irónico a la guerra no es algo que se dirá ni quedará explícito, aunque resulte lo más probable. De lo que no hay dudas es de que algo quiere decirle Tokuro al argentino cuando asegura que “en llanura chistes terminan con muertos”. Como en un llamado para hacerse cargo (del voto, de las promesas de campaña, de lo que cada espectador quiera imaginar), el japonés enfrenta al argentino a su miseria diciéndole “vos pediste esto, acá lo tenés”. 

Pero Tokuro no es el único que inquieta ni tampoco el director que pone en escena todo eso, ni el propio autor. También –y sobre todo– lo hace Bassi con su actuación, un trabajo quirúrgico y revelador como otros pocos en la cartelera porteña actual, que desafía al público a la siempre díficil tarea de no poder dejar de mirar. Con varios personajes en poco menos de una hora, el actor recorre  cuerpos y decires de una manera exquisita, que es a la vez forma y contenido de todo aquello otro que se quiere decir.

Eugenio Barba, que hace poco estuvo en la Argentina, escribió en su libro La canoa de papel que hay dos tipos de actores: uno “aparentemente menos libre”, que “modela su comportamiento escénico según una red de reglas bien experimentadas que definen o un estilo o un género codificado”, y otro que “no tiene un repertorio de reglas taxativas a respetar” y que “debe construírse él mismo las reglas sobre las cuales apoyarse”. El primero tiene mayor libertad artística, ya que puede elegir entre las posibilidades que conoce, en tanto el segundo queda preso de la arbitrariedad. Siguiendo esa lectura, Bassi es un actor del primer tipo. Uno que con la técnica condensa todo: la metáfora, la palabra y el hacer. 


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La Causa Justa

De Mariano Bassi, Cristian Palacios
Actúa: Mariano Bassi
Vestuario: Natalia Alayon Bustamante
Diseño de luces: Javier Vázquez
Asistencia de dirección: Tomás Graziano
Prensa: Analia Cobas, Cecilia Dellatorre
Producción: Compañía Nacional De Fósforos Y Eterna Compañía
Dirección: Cristian Palacios
Funciones: Jueves a las 20.30 en Espacio Lavallén, Solís 1125.