Se avecina una ruptura en “la subjetividad de la época” para retomar esta hermosa y acertada formulación de Lacan. Lo virtual está tomando el relevo de lo presencial.

Los dos confinamientos aceleraron el proceso, pero éste ya había comenzado mucho antes. Efectivamente, me había enterado, mucho antes del primer confinamiento, que ciertos colegas de la AMP estaban dirigiendo curas a través del medio virtual (teléfono o video). Se liberaron así de la dimensión del espacio, una de las dos dimensiones trascendentales de la sensibilidad según Kant, siendo la otra el tiempo. La dimensión del tiempo también está concernida por lo virtual, ya que ésta última ahorra tiempo y, como dice el discurso del amo capitalista, “el tiempo es dinero”. Lo virtual modifica así el modo operatorio de los objetos a sin anular en modo alguno su poder como organizadores de una modalidad de goce. Incluso podemos pensar que lo refuerza.

Recientemente, se pudo ver en un canal de televisión una serie llamada Clickbait. En francés, este término significa "cebo de clic" o "trampa de clic", y la definición es: "en Internet, contenido cuyo objetivo principal es atraer la atención y animar a los visitantes del sitio a hacer clic en un enlace particular en una página web". En esta ficción televisiva, se trata de un juicio contra un hombre. Se le ve ensangrentado en una imagen y portando dos carteles. En uno está escrito que será castigado por haber abusado de una mujer y en el otro que será condenado a muerte por haber asesinado a otra. La condición para que sea castigado es que se cruce la barra de los cinco millones de clics. Inmediatamente, este video, transmitido en la web, crea un revuelo y cada clic se graba en vivo. Cada clic acerca a este hombre a su muerte en tiempo real. Por lo tanto, podemos decir que es un linchamiento, una vieja solución americana, actualizada por lo virtual.

En lo que concierne al vínculo sexual y romántico, lo virtual también se ha impuesto. Los testimonios de analizantes recogidos en la práctica clínica nos enseñan que las prácticas sexuales se desarrollan con parejas que nunca se encuentran en persona. Los dos acuerdan enviarse películas o fotos eróticas o incluso pornográficas de ellos mismos, luego se enganchan y, mediante la masturbación conjunta, alcanzan el orgasmo. Un "hacer el amor" virtual se está extendiendo hoy.

¡Pero lo virtual te permite ir aún más lejos! Es posible crear varios perfiles de personas inventadas (nombres propios, fotos, currículum), existentes únicamente en este campo virtual. En otras palabras, lo virtual hizo posible las “múltiples personalidades”, otrora un trastorno psiquiátrico identificado por el DSM. En el imperio de lo virtual, las personalidades son múltiples.

¿Y el psicoanálisis? ¿Está desactualizado en la era virtual?

No, está en las redes sociales, en Twitter, en Facebook, en Instagram. Sólo se difunde información. Sin embargo, si algunas sesiones pueden adoptar la modalidad virtual, las primeras entrevistas, llamadas preliminares, nunca podrán realizarse de esta forma. Tampoco se puede concebir una cura sin un ritmo de presencia física. Es cierto que el sujeto, en tanto representado por un significante para otro significante, no objeta lo virtual. Incluso podemos decir que el sujeto mismo es sólo virtual.

El cuerpo hablante, al contrario, nunca será reducible a él. En el encuentro de ese Uno que paradójicamente une cuerpo y lenguaje, no hay nada virtual. El cuerpo no sólo es reducible a la imagen, va más allá de la dimensión de lo Imaginario; el inconsciente no es reducible a los significantes maestros, por lo tanto a lo Simbólico. Es cierto que los dos conjuntos constituyen la realidad, que siempre y para siempre ha sido esencialmente virtual. Pero el cuerpo hablante, expresión explosiva, viene en parte de lo Real. Es lo imposible de lo virtual. 

 

*Miembro de la Escuela de la Causa Freudiana en Paris. Publicado en Hebdoblog 259, el 17 de enero de 2022.