Hace unos días, las imágenes de unos pescadores que apresaron a un bagre con una malformación en su boca en el Dique Cabra Corral recorrieron las redes sociales y los portales de noticias, y la mayoría de los comentarios lo asociaban a una mutación producida por los desechos químicos y la contaminación que recibe ese espejo de agua.

Horas más tarde, el biólogo especializado en peces y docente de la Universidad Nacional de Salta (UNSa), Felipe Alonso, aclaró que solo se trataba de un ejemplar de una de las especies más comunes en el embalse pero afectado por una malformación conocida como “pug head”, una deformación en el cráneo “que cada tanto se manifiesta en ejemplares de distintas especies y cuyas causas aún no están del todo determinadas”, explicó el doctor en ciencias biológicas de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) especializado en ictiología.

Sin embargo, desde el equipo de investigadores que Alonso integra advirtieron que los peces del Cabra Corral presentan muchos más parásitos que los que se encuentran en el embalse Campo Alegre, que se nutre de las aguas de deshielo y lluvia y no de ríos como el Arenales, que sufre el impacto de la ciudad y recibe afluentes cloacales e industriales. 

Virginia Martínez es docente e investigadora de la UNSa y del Instituto de Bio y Geociencias del NOA, perteneciente al CONICET, y junto a un equipo de biólogos y veterinarios realizan desde los 90 estudios sobre las aguas y los peces del Arenales, el Cabra Corral y el Campo Alegre, entre otros cursos y espejos de agua.

En diálogo con Salta/12, la bióloga contó que realizan el monitoreo del estado de salud de los peces analizando sus órganos en distintas épocas del año, y que ella especialmente está dedicada al seguimiento de los ríos que atraviesan la ciudad de Salta, como el Arenales, “porque, por supuesto, las ciudades impactan sobre los ríos en cualquier parte del mundo”.

La especialista aclaró que en los últimos tiempos se está realizando un saneamiento de todo lo que se vuelca en ese curso de agua, pero señaló que fueron muchos años de abandono y que no obstante ello sigue sufriendo la alteración que provoca la ciudad. “Los peces sufren ese impacto de lo que se va volcando porque lógicamente no tiene escapatoria y recibe todo lo que allí habita”, explicó Martínez.

El río Arenales. 

A su vez las condiciones climáticas de la región no acompañan, ya que no llueve en gran parte del año, por lo que el caudal de agua es muy variable. Durante las épocas de creciente, todo lo depositado se lava, pero durante el estiaje, sobre todo de junio a noviembre “es la de mayor efecto de acumulación de residuos”, generando la concentración de los productos.

Fue categórica una de las conclusiones que obtuvieron en sus estudios por más de dos años de la salud de los pejerreyes del Cabra Corral, que recibe las aguas de los ríos Arenales y Guachipas, y de compararlos con los del Campo Alegre, en La Caldera, que se nutre de arroyos que bajan de las montañas trayendo agua de lluvia, y que resultó en una tesis de magister.

Las muestras del espejo de agua más grande del NOA, ubicado en el municipio de Coronel Moldes, muestran especímenes más pequeños y con más parásitos que los que se encuentran en el Campo Alegre. Esos parásitos están “principalmente alojados en hígado y riñón”. La investigadora aclaró que no afecta la musculatura del animal que es la que se consume, “no es para alarmar a la población, pero sí para saber lo que sucede allí, y saber que ese Dique está afectado por lo que trae el Arenales, que a su vez, se ve afectado por el efecto ciudad y sus problemas de saneamiento”.

Con respecto a los siluriformes, del tipo de los que pescaron en el Cabra Corral, que tienen un comportamiento “bentónico, es decir, que viven sobre el fondo raspándolo”, sufrirían aún mayor impacto. Pero al igual que Alonso, Martínez negó que lo que se vio en el video que se hizo viral sea producto de la contaminación, “para eso deberíamos tener un elevado número de casos como ese, pero por un caso no se puede adjudicar a esa variable”, indicó. 

La bióloga detalló que la contaminación de las aguas  produce la baja de defensas de los peces, provocándoles enfermedades y pérdida de peso, así como una mayor mortandad cuando hay variaciones de temperatura, “porque están con las defensas bajas y no soportan ningún cambio”. Y añadió que los municipios deben mejorar el control de los efluentes cloacales e industriales que terminan en los ríos como el Arenales o el Mojotoro, donde se vuelcan los líquidos de la ciudad más poblada de la provincia.

“La normativa dice que el agua que se utiliza en la industria debe egresar con la misma condición que ingresó, pero eso está claro que no sucede”, manifestó, a la vez que subrayó que todos esos líquidos tienen muchísima materia orgánica sin procesar, que aumenta el nivel de bacterias, incrementado el consumo de oxígeno, “entonces tenemos agua con poco oxígeno, que afecta no solo a los peces, sino a toda la fauna”.

“La gran deuda que tiene la Argentina y me animaría a decir el mundo, es el saneamiento de los efluentes ciudadanos con respecto a su fauna y flora acuática, y los gobiernos tienen la obligación de invertir en ese aspecto para no perder calidad de agua”, concluyó la investigadora del Conicet.