La actividad económica registró en marzo un leve aumento del 0,8 por ciento frente al mismo período del año pasado y finalizó el primer trimestre del año con un alza marginal de 0,1 por ciento. La actividad agropecuaria y la construcción son los dos sectores determinantes para explicar el repunte mientras que el consumo y la inversión siguen sin mostrar señales de recuperación. 

 Después de las fuertes caídas observadas en febrero, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) mostró una mejora mensual desestacionalizada del 1,9 por ciento. La información publicada por el Indec para los primeros tres meses de 2017 da cuenta de un freno en la caída del nivel de actividad. Sin embargo, las estadísticas oficiales no acompañan la pauta de crecimiento del 3,5 por ciento prevista por la Casa Rosada donde insisten que “lo peor ya pasó”. 

 El informe publicado por el Indec sostiene que el principal impulso provino de la agricultura que, desde que asumió el gobierno de Mauricio Macri, fue el principal beneficiario por la significativa transferencia de ingresos asociada al proceso de quita de retenciones, devaluación, aumento de tarifas, apertura comercial, suba de tasas y desregulación del comercio exterior. En las mediciones oficiales el sector registró en marzo una mejora del 5,8 por ciento que explica la mitad del repunte interanual observado en el EMAE. Entre los impulsores de la tímida mejora de marzo también figura la intermediación financiera que anotó un alza del 5,2 por ciento. Como revelan los datos del Informe Sobre Bancos del BCRA la rentabilidad del sector trepó 65 por ciento interanual (ver aparte).

 Otro de los sectores que presentó mejoras estadísticas fue la construcción que, según el Indec, mostró una suba de 7,8 por ciento en marzo. Tras 15 meses de caídas consecutivas, la actividad de la construcción logró en marzo su primera mejora en la administración de Cambiemos. Los registros específicos para el sector mostraron un alza de 10,8 por ciento respecto de igual mes del año pasado, con el impulso de la obra pública y el ingreso de fondos provenientes del blanqueo que activaron algunos desarrollos puntuales. Los indicadores del Indec -ISAC y el EMAE- junto con otros datos como los despachos de cemento y las ventas de insumos evidenciarían que el sector llegó a un piso. 

 Aunque existen señales aisladas de mejora en algunos sectores, el deterioro en la distribución del ingreso y la continuidad de la política económica instalada durante 2016 atentan contra la posibilidad de una reactivación genuina de la actividad en el año. La recuperación de la demanda interna es un factor determinante para que, como pretende el Gobierno, aumenten las inversiones. El consumo privado representa más del 70 por ciento del Producto y los relevamientos privados muestran que las caídas continúan. Los investigadores del centro dependiente de la CTA estiman que la capacidad de compra del salario mínimo, la asignación universal por hijo y las jubilaciones mínimas retrocedió en marzo entre 1,7 y 4,2 por ciento interanual. La continuidad de esa dinámica no solo tiene un impacto social negativo sino le pone un límite a las posibilidades de que este año se registre una reactivación más allá de las mejoras asociadas a efectos meramente estadísticos. Si existe reactivación de la actividad en 2017 será esencialmente por efecto del ‘rebote estadístico’, con escaso impacto en la economía real y el empleo.