Rebeldes y confundidos

Richard Linklater

1993

“Último día de escuela. 28 de mayo de 1976. 1.05 P.M.”. La placa que abre Dazed and Confused, uno de los grandes títulos en la filmografía de Richard Linklater, marca tarjeta en el comienzo del resto del día (y la noche) durante la cual transcurrirá la historia, un relato coral protagonizado por chicos y chicas de la ciudad de Austin, Texas, que están a punto de terminar su penúltimo año de estudios secundarios. Linklater pone patas para arriba la estructura y arquetipos de la teen movie, al tiempo que ofrece una pintura histórica que podía antojarse muy lejana en el tiempo, más allá de que habían transcurrido apenas dieciséis años entre la época retratada y el momento del estreno (ejercicio: comparar nuestro 2022 con 2006 y sacar conclusiones). Sexo, drogas, rocanrol y varios líos personales y colectivos, con actores comenzando sus respectivas carreras (Jason London, Matthew McConaughey, Adam Goldberg, Milla Jovovich) y una inolvidable banda de sonido que, a pesar del título, no incluye el clásico de Led Zeppelin. Paul Thomas Anderson reconoce la influencia de la película en Licorice Pizza, en particular por su formato de viñetas ensambladas, sumando a la ecuación otro título de Linklater, Everybody Wants Some! (2006), sobre un grupo de jugadores de béisbol universitario abriéndose paso en la vida. “Cuando pienso en el toque ligero del cine de mis contemporáneos, Linklater es el rey”, admitió en una entrevista reciente.

Enséñame a vivir

Hal Ashby

1971

Clásico del Nuevo Hollywood, Enséñame a vivir comienza con un largo plano-secuencia que detalla los preparativos de Harold para un aparente suicidio. Sólo aparente, porque el joven de veinte años, nacido en el seno de una familia rica, se especializa en poner en escena su propia muerte para una única espectadora, su madre, ya sea por asfixia, corte de venas o disparo en la sien. Eso y visitar velorios y entierros ajenos. Es durante una de esas visitas que Harold conoce a Maude, una anciana que está a punto de cumplir ochenta años y es dueña de un joie de vivre que al muchacho se le antoja irresistible. Así comienza la más extraña relación de amistad y, más tarde, amor que se pueda imaginar. Bajo la dirección de Hal Ashby, el realizador de Shampoo, El último deber y Regreso sin gloria, entre otros títulos iconográficos de esa década, la historia del chico dark y la señora amante de las flores se transforma en una fábula rompe tabúes. La contracultura, la guerra de Vietnam, el militarismo en general, Nixon y otras yerbas son el trasfondo de un film irrepetible, en el cual brillan el joven Bud Cort y la gran Ruth Gordon, que venía de ganar un Oscar como Mejor Actriz Secundaria por su papel de vecina diabólica en El bebé de Rosemary. Hay ecos de Harold y Maude en Licorice Pizza, no tanto por la diferencia de edad entre los protagonistas –muchísimo menor en el caso del film de P.T.A.– como por la estructura suelta y libre de ambos relatos.

Boogie Nights

Paul Thomas Anderson

1997

En la última escena de Boogie Nights Eddie Adams, más conocido como Dirk Diggler, se mira en el espejo antes del comienzo de un nuevo rodaje, años después de su esplendor como estrella. En ese momento el espectador puede finalmente confirmar el calibre de su instrumento de trabajo. Con su estupendo segundo largometraje, un retrato de la industria pornográfica de Los Ángeles desde los años de gloria del 35mm a los baratos formatos de video, Paul Thomas Anderson construyó la más impensada de las historias sobre otra clase de familia ensamblada. Burt Reynolds, Julianne Moore, John C. Reilly, Heather Graham y Philip Seymour Hoffman, entre otros, acompañan el ascenso y caída de Diggler en un relato lleno de pathos y humor, otro tapiz de época que detalla el segundo lustro de los setenta, cuando la crisis del petróleo había terminado pero otros terremotos sociales comenzaban a asomar la cabeza. Diez años antes del estreno de la película titulada en castellano como Juegos de placer, cuando tenía apenas diecisiete años, Anderson dirigió un falso documental de media hora, The Dirk Diggler Story, que sentó algunas de las bases de su mucho más ambicioso largometraje. “No es una película sobre la industria porno en los 70, sino una historia sobre la necesidad de crear una familia sustituta”, declaró el realizador en el momento del estreno original, durante una entrevista para la televisión de su país.