Si alguien tomó la palabra desde marzo de 2020, fueron los médicos, así, en masculino, aunque hubo muchas médicas. Para el generalista Ricardo Cordone, que trabaja en el centro de salud del barrio Casiano Casas, esa es una forma limitada de ver el problema. "Si nosotros seguimos hablando de la pandemia de términos del virus, estamos equivocados. Creo que nunca el virus fue el principal protagonista de la pandemia, nunca los gérmenes son los protagonistas de los fenómenos sociales. Y las pandemias no son fenómenos biológicos, son básicamente sociales, porque afectan a toda la población, a todo el mundo", dice Cordone, ante una pregunta sobre el cansancio del personal de la salud pública frente a la tercera ola, que parece tensar la cuerda al infinito sobre sus esfuerzos. Y lanza un desafío: cree que es necesario repensar el sistema de salud de forma integral, para que no siga profundizando las desigualdades sociales. Cordone es también integrante de la Asamblea de Trabajadorxs por la Salud Colectiva, que instaló públicamente -a mediados de 2020- la necesidad del cuidado colectivo como estrategia política. "Ahora hay que vacunar, vacunar, salir a vacunar. Ahí hay que poner el énfasis", dice. 

Cansancio, agobio, agotamiento, hartazgo. Les trabajadores de la salud pública han sido quienes llevaron sobre sus espaldas la respuesta social a la pandemia, y la tercera ola de omicron los encuentra en el límite de sus fuerzas. "La sensación que tenemos todos es de mucho cansancio, como un común denominador. Después los otros adjetivos corren más por cuenta de los individuos, el agotamiento, el hartazgo, distintos modos de estar cansado", dice Cordone, quien señala que esta enfermedad, covid-19, ha impregnado toda la vida cotidiana propia y de sus compañeres. "Hay muchas cosas que producen ese ese cansancio. Por un lado la prolongación de la pandemia como fenómeno. Ninguno vivió una pandemia de este tipo y mucho menos nosotros, que estamos, como se dice, en la primera trinchera. Te toma todo el tiempo, el de trabajo y el de no trabajo. El 80 por ciento de los grupos de WhatsApp en los que estoy, se relacionan con la pandemia, son grupos de compañeros, son grupos de científicos, grupos de docentes de la Facultad. Fuera de los familiares, el resto son todos los grupos en los que se habla de covid todo el tiempo. Entonces llega un momento en que vos decís, no quiero saber más nada, no quiero escuchar más la palabra", grafica. 

Ese punto de hartazgo "es bastante característico de los trabajadores de la salud pública, porque hay una diferencia que me parece que hay que hacer, que es muy importante, la pandemia se vive distinto en el trabajo público que en el trabajo privado".

--¿En qué sentido se vivió distinto?

--Porque me parece que si nosotros seguimos hablando de la pandemia de términos del virus, estamos equivocados. Creo que nunca el virus fue el principal protagonista de la pandemia. Nunca los gérmenes son los protagonistas de los fenómenos sociales, como primer principio. Y las pandemias no son fenómenos biológicos, son básicamente sociales, porque afectan a toda la población, a todo el mundo. La pandemia que nosotros conocimos más cercana, que fue la pandemia del VIH, no se resolvió cuando descubrimos cuál era el virus. ¿Por qué? Porque, además, tenía que ver con las relaciones humanas. Las enfermedades de los gérmenes, que se transmiten de una persona a la otra, tienen que ver con cómo nos vinculamos con el otro. En el caso del VIH, con la sexualidad y en este caso, de covid-19, con hablar, con encontrarnos, con abrazarnos, con tocarnos, con compartir un mate.

--¿Crees que eso se consideró poco en las respuestas políticas?

--Una crítica que nosotros, como grupo colectivo, como trabajadores vinculados a la Asamblea, le hacemos al planteo inicial del gobierno nacional fue haberle dado demasiado protagonismo de los médicos, centrar la pandemia como un problema médico y descuidar todo lo otro que tiene que ver con las relaciones humanas, el modo que las sociedades responden a determinadas medidas de cuidado, como fue, en principio, el aislamiento. Ahí no tenemos nada que decir nosotros y menos los infectólogos, que sólo saben de gérmenes.

--¿Qué crees que se debió profundizar?

--Casi saliendo de la pandemia, la primera reflexión es que tenemos que producir es que cada vez que hablamos de fenómenos de salud en términos poblacionales, hay dimensiones que van allá de lo biológico, que tiene que ver con la subjetividad, con las relaciones sociales, con la sociología, con la antropología, con los servicios de salud, con cómo están organizado el sistema de salud y ahí, los trabajadores del Estado nos pusimos al hombro la pandemia en su totalidad, porque fue el Estado el que se puso al frente. Acá no hubo una Asociación de Clínicas y Sanatorios o una asociación de medicina privada que dijera "nosotros somos los que vamos a llevar adelante la pandemia". Al contrario, dijeron "que se encargue el gobierno, es un problema del gobierno. Nosotros estamos para hacer negocios y como esto, por ahora, no parece ser un negocio, que se encargue el Estado". 

--¿Qué efectos tuvo esto?

--Vos veías que la mayoría de las primeras medidas de atención fueron reforzar los hospitales públicos, donde se concentraba la mayoría de las internaciones y después cuando vino la campaña de vacunación, está gerenciada en su totalidad por el Estado. Y todo el caos que se produjo cuando estalló esta tercera ola, con los hisopados, que la gente hacía colas de 5 o 6 cuadras, se resolvió cuando el Estado empezó a poner distintos lugares de hisopado y eso se calmó. ¿Por qué? Porque el sistema privado, desde su lógica de organización, no está pensado para hacer frente a los problemas de salud de la población. Está pensado para hacer negocios con la enfermedad. Son dos propuestas totalmente distintas. La única manera de que los trabajadores de salud podamos no sentir este hartazgo, es pensar en un sistema integrado. 

--¿A qué te referís con eso?

--Como aprendizaje de la pandemia, es necesario discutir que no puede haber un sistema de salud si no está integrado en sus distintos sectores, desde una perspectiva integral de la salud, no solamente desde la relación entre la tecnología o al financiamiento y la atención de los pacientes, ni centrada en los médicos, tiene que contemplar lo interdisciplinario, incluir otras dimensiones. Claramente, tiene que ser el estado el que regule todo ese sistema. Esas me parecen reflexiones generales que nos dejan la pandemia. El cansancio tiene que ver con esto, en esta tercera ola, los sectores privados prácticamente no participaron, recayó todo sobre lo público. Nosotros teníamos pacientes de cualquier lugar de la ciudad, porque iban boyando, de lugar en lugar. “Me dijeron que acá hacen hisopado, entonces vine acá”, fue algo que escuchamos mucho, no se atendían en el centro de salud, hay gente que venía del centro, y pasó en todos lados. Bueno, caían en los efectores públicos. 

--¿Y qué problemas provoca eso?

--Por supuesto, nosotros, como corresponde, atendíamos a todos, porque no podíamos negar la atención. Pero sí la reflexión es que en sociedades desiguales como la nuestra, donde el sistema de por sí produce desigualdades, una pandemia agrava las desigualdades y si además el sistema de salud no está articulado, lo que produce es mayor desigualdad. Esto lo que hizo fue que la población con mayores necesidades, que es la que tiene como único recurso los servicios públicos, fuera quedando afuera. De hecho ya de por si hay un montón de prestaciones que no se pueden brindar, por falta recursos y en la pandemia esto se agravó muchísimo, cosa que no pasó en el sector privado.

--¿A qué prestaciones te referís?

--Hay un tema que a mí me dispara cierta locura, que es el tema de Odontología. Me duele mucho que los pobres no tengan dientes, cuando cualquiera de nosotros va al dentista y se los arregla cuando te duele. Nosotros tenemos una Universidad que tiene una Facultad de Odontología en Rosario. Tenemos un Colegio de Odontólogos que tiene miles de odontólogos en Rosario. No es posible que la gente en Rosario no tenga dientes. Esto es un problema de distribución de riqueza, claramente. Se hace expresa la desigualdad en la boca de los pobres. A los 18 años, la mujeres dicen ya perdí tres dientes porque tengo tres hijos. Yo les digo: "Yo conozco mujeres que tienen cinco o seis hijos y no perdieron ningún diente, eso es un mito. Lo que no tenés es un dentista que te los arregle y no tenés una política pública que diga: vamos a poner esto". Entonces, lo que discutíamos con compañeros odontólogos del centro de salud es que durante la pandemia se cerró la atención odontológica del Estado, porque era una de las prácticas que más contagiaba, por el tema de la turbina y todo lo que lo que produce la aerosolización de la turbina. Ahora, cualquiera de nosotros a los dos meses iba al odontólogo y se atendía. ¿Por qué? ¿Había una pandemia para algunos y otra pandemia para otros? No, es una cuestión absolutamente del mercado. La corporación odontológica dijo: "nosotros no podemos vivir más sin trabajar, tenemos que trabajar, tenemos que atender gente, porque tenemos que facturar". En el privado. Este nivel de inequidad al interior del sistema es algo que la pandemia pone en evidencia. 

--Hubo acciones igualadoras. Desde la atención primaria de salud, se salió a vacunar a las gente a sus casas...

--Fue muy virtuoso. Eso mostró un modo de trabajo y tiene que ver con cómo nosotros entendemos la salud y cómo tiene que estar organizado el sistema de salud, no desde la pasividad, sino de una cuestión activa de producir salud. Nuestra función no es curar enfermos sino producir salud, que son dos cosas totalmente distintas. A veces, producir salud puede ser curar enfermos, pero no es solo eso, sino mejorar las condiciones de vida y de existencia la gente para que viva mejor, para que sea feliz, Desde nuestro sector contribuimos a la mejora de la calidad de vida, porque los virus no son las causas de lo que nos pasa, son las condiciones en la que vivimos. Los virus, como decía Carrillo, son pobres causas, comparadas con la pobreza y el infortunio de los pueblos. Entonces,  debemos trabajar en las condiciones de vida y hace ya varios años que se viene incorporando dentro de los determinantes de la salud a los servicios, al modo en que la gente se entiende. O sea, vos te enfermás por cómo vivís, por lo que comés, etcétera, pero además, por el modo en que te atendés. Fíjate lo que te decía de los dientes, no se te caen porque tenés hijos, se te caen porque no tenés odontólogos, además porque no tenés una buena alimentación, porque no tenés agua potable, porque no te podés cepillar.