El avance de las derechas en nuestro país no es ninguna novedad, el cepo al fascismo fue levantado en 2015 ante la victoria de Mauricio Macri, y de allí en más viene in crescendo. La última manifestación de esto ha sido la llegada de Javier Milei y el negacionismo al Congreso de la Nación, erigiéndose como tercera fuerza en la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, este crecimiento no ocurre solo a nivel local sino que podemos observarlo en la región.

La avanzada no es solo electoral, eso tiene su correlato en el cotidiano, en la sociedad civil. En las últimas semanas hemos sido testigxs de diferentes expresiones de violencia (física y simbólica) que varían en forma e intensidad hacia la comunidad LGBT. La circulación de discursos homolesbotranbiodiantes en los medios masivos de comunicación, como las afirmaciones de la psicóloga Alicia Crosa celebradas con complicidad por Alejandro Fantino o los comentarios de Flavio Azzaro, el ataque al bar Maricafé, la expulsión de Maira Sánchez, futbolista de Rosario Central, por besarse con su compañera, y los transfemicidios de Giacobbi y Aldana Lorenz. Esta enumeración incompleta sólo contempla algunos hechos ocurridos en el mes de enero de 2022 en Argentina.

El triunfo del neoliberalismo

¿Qué estamos haciendo ante este avance de la derecha en la Ciudad de Buenos Aires? Además de crear contenidos digitales (memes principalmente), de denunciar impotentemente, de repudiar y rechazar lo sucedido solo en redes sociales. ¿En qué anda el activismo disidente?

Mientras cada una de estas situaciones ocurre podemos observar un activismo LGTB desarticulado, fragmentado, disputando identitariamente al interior de la propia comunidad LGTB+ quiénes han sufrido más, tasando los dolores y los daños, construyendo una reputación individual a partir de eso. 

La época en que vivimos nos propone centrarnos en lo propio, en percibir a lxs otrxs como potenciales enemigxs, como competencia, sujetxs más preocupadxs por la preservación de su reputación que por cuestiones sociales. “El yo capitalista es hipercompetitivo, decía Ortiz Maldonado en una entrevista realizada hace poco para este suplemento, un yo cazador-empresario que está en la vida social como una selva en la que se debe vencer y ser reconocido como héroe (con likes, fama, dinero)". 

Si esa es la norma del mundo en que vivimos, no estamos exentas de eso, y agregaba Maldonado “lo sabemos bien, en las sociedades de redes las comunidades devienen guetos en disputa". En estas condiciones, sin respuesta colectiva, la derecha tiene bastante allanado el camino para avanzar.

Rescatar nuestra historia

El activismo LGTB de la Ciudad de Buenos Aires tiene una trayectoria de organización, y resistencia, por nombrar algunas de las más recientes, la columna Orgullo en Lucha, la Colectiva Lohana Berkins, entre otras. Nos preguntamos: ¿Cómo incentivar hoy la imaginación política? ¿Cuáles han sido en el pasado las respuestas del activismo LGBT ante el avance de la derecha? Para pensar algunos de estos interrogantes hemos dialogado con dos activistas con trayectoria en el movimiento que nos remontarán hasta los 90: Susy Shock y María Luisa Peralta (trabaja en la ONG Akahatá).

Hay que formar alianzas con otros sectores, mostrar las cosas que nos pegan en común

Por María Luisa Peralta

Me parece preocupante que tanto la gente lgtb de la comunidad o activistas del movimiento muchas veces no perciben el riesgo completo, grande e inminente que representan los actores de derecha. Aunque estamos en medio de un auge de sectores conservadores de derecha es impresionante cuál es la reacción generalizada: reírse y ridiculizar a esos sectores, subestimando muchísimo por un lado la fuerza política que tienen y los recursos -dinero, contactos, posiciones institucionales, masa- y, por otro lado, siendo incapaces de ver por qué hay tanta gente que se integra, se hace eco de esos discursos tan antiderechos y tan reaccionarios.

La otra tendencia es que mucha gente de la comunidad, no tanto lxs activistas, creen que el sentido del cambio social es unidireccional y que una vez que has logrado una determinada cosa en lo legal no hay vuelta atrás. Me encantaría que fuera así, pero francamente no lo es. Sobre todo, porque con cada crisis económica, que las condiciones materiales de existencia empeoran, la gente se empobrece, sus trabajos ocurren en peores condiciones de explotación, el ánimo general también empeora, se junta bronca y malestar, y se descarga por algún lado. Lamentablemente, antes de que ocurra la organización para descargar eso sobre quienes tienen más poder y han generado el empeoramiento de las condiciones, tiende a ser hacia abajo, hacia los sectores vulnerables, históricamente marginalizados. Cuando todo se complica como ahora, producto de la pandemia y de las políticas del gobierno, todo eso se recrudece.

Entonces, la derecha exacerba esos malestares, produce violencias, genera estigmatización y la idea de chivo expiatorio. Por ejemplo cuando se promulgó el decreto del cupo laboral trans. Hay cosas que hay que comunicarlas mejor, hay que comunicar que eso viene a atender una situación histórica de exclusión estructural, que pretende empezar a remediar y que el Estado tiene ahí un rol de validar a las personas trans como trabajadoras. Sin embargo, pasó como una medida excepcional que beneficia arbitrariamente a un sector, en este caso a las personas trans. Hubo un montón de respuestas de gente que no nos odia, que no mataría a una persona trans ni a nadie, sin embargo hubo mucha bronca con el cupo laboral trans “por qué se lo dan”, “yo también busco trabajo”, etc. Hay que poder mostrar muy bien, cómo las personas lgtbi y nuestros reclamos se insertan y se entremezclan con otros reclamos populares porque nosotrxs somos parte del pueblo y los reclamos populares. Lo que hay que desarmar (en algunos momentos nuestro activismo lo hizo bien) es el aislamiento. Cuando se instalan ciertos grupos como chivos expiatorios sobre los que se puede depositar la culpa y descargar la bronca es porque cuentan con cierto consenso acerca de que esos grupos valen menos. Hay un problema grande cuando las personas lgbt y nuestras conquistas son vistas de manera aislada.

En el 2001, ese proceso de mucha efervescencia social, lo que hicimos muy bien en un momento clave fue justamente generar alianzas sociales. Nos habíamos instalado antes como un grupo social con reclamos válidos, que éramos parte y alianzas de otros sectores. Por eso además fue posible lo que fue posible después. Porque esas acciones, hechas durante el gobierno kirchnerista se asentaron sobre una base social que habíamos generado antes. Algo fundamental entonces es generar alianzas con otros sectores que pasan por distintos tipos de castigos sociales o situaciones de represión o que les pega mal la situación económica. Poder mostrar las cosas que nos pegan en común. Eso fue también lo que pudimos demostrar a fines de los 90 cuando se estaban derogando los edictos policiales, hicimos una coalición muy amplia, Vecinas y vecinos por la convivencia, porque se iba a redactar el código de convivencia de la Ciudad. Los logros son muy anteriores, incluso en términos legales. Esa coalición lo que tuvo es que era muy amplia con una gran cantidad de sectores muy distintos, las personas lgtb, las trabajadoras sexuales, mujeres y prostitución, vendedores ambulantes, ONGs que trabajaban con niños en situación de calle, organismos de DDHH, sindicatos, asociaciones profesionales, CTA, etc.

“Los poderosos de siempre se están llevando puesto este planeta y nosotras sin estrategia

Por Susy Shock

Venimos de una absoluta violencia. Entonces, la urgencia, la necesidad de sobrevivir y de ponernos a pensar qué nos pasa y que no nos jodan más fue organizarnos. Las pioneras lo que hicieron fue cambiar este país a partir de eso, darle un sentido trava/trans a la acción, un posicionamiento político, discusión de edictos pero también proponer una mirada, símbolos, una pedagogía trava y todo eso junto con y adentro de nuestro propio colectivo gltbi+, eso da como consecuencia otros aires, otras herramientas. Por ejemplo, una maestra podía encontrarse con un facho, un violento, y tener herramientas que no se tenían hace 20, 40, 100 años atrás. También eso alimenta que nuestra acción agite el avispero. Entonces los violentos también se alimentan a partir de eso. Creo que el crecimiento de esa violencia es consecuencia de que existimos, nos movemos, tomamos los espacios. Y la forma es seguir estando en organizaciones, generando pensamiento crítico, explorando formas de cuidado colectivos.

La colectiva Lohana Berkins fue exactamente eso: ¿Cómo hacemos para no estar solas en el macrismo? Sabiendo, entendiendo, intuyendo certera y lamentablemente que se venía la peor. Esa es la insistencia. Dejarse de pelotudeces, porque eso también es algo que fue licuando la potencia de estar en la colectiva Lohana Berkins, porque estaba una punta contra la otra, porque se tejió pensando más en que había posicionarse desde cualquier rollo que cada cual traía legítimamente pero que no era la idea. La idea era parémonos todas, vos que sos trabajadora sexual, vos que sos abolicionista, vos que sos kirchnerista y vos que sos antikirchnerista, parémonos todas juntas frente a este momento macrista porque nos barren a todas. Y creo que esto es algo absolutamente pendiente, que nos despojemos de todas esas miserias individuales porque si no, nos arrastran a todas. Es lo que han hecho Lohana, Diana, Nadia Echazú.

Hay que dejar de testimoniar solamente, contar la triste historia de la trava, como decía Lohana, para pararse a discutir un mundo. Para decir “loco frenen” no solamente decir que nos matan, sino cómo, quiénes y dónde nos matan. Teorizar el identicidio. Y de ahí las leyes, las reivindicaciones, un montón de cosas motorizadas. La derecha siempre ha existido lamentablemente, pero también el empoderamiento tiene que ver con que estamos en todos los lugares, ocupamos todos los lugares y no se lo bancan.

Algo parecido inclusive que va más allá de la derecha (que es y sigue siendo la derecha) es que nos estamos quedando sin futuro. Quizás seamos las últimas generaciones de este planeta. Y seguimos, idiotamente, cada cual mirando su kiosquito, cuidándolo obsesivamente sin darnos cuenta que la gente de siempre, los poderosos y únicos de siempre, se están llevando puesto este planeta y nosotras sin estrategia. Tenemos que ir por todo. Sacarles todo, repartir todo. Transitar la vida de forma enorme y no pequeñita y sobreviviendo porque ni siquiera sabemos cuánto tiempo nos queda. La estrategia es despertarnos, siempre.