Desde Lima

Al borde del precipicio luego del generalizado rechazo al gabinete ministerial que encabezaba el legislador de derecha acusado de violencia familiar Héctor Valer, que duró apenas tres días, el presidente Pedro Castillo nombró su cuarto gabinete en menos de siete meses de gestión. Signo de la instabilidad del gobierno y una crisis que se ha vuelto crónica. Pero el nuevo equipo ministerial se revela como una oportunidad perdida para reemplazar ministros con una pesada carga de cuestionamientos éticos, darle al gobierno capacidad de convocatoria, estabilidad y un rumbo claro que se reencuentre con las demandas populares que llevaron a Castillo a la presidencia. En el equipo de diecinueve ministros ingresan seis nuevos y uno es rotado de puesto. De los diez ministros que entraron al gobierno hace una semana, cinco se quedan y otros cinco se van antes de poder acomodarse en sus despachos. Se mantiene a varios de los ministros más cuestionados, pero se cambia al ministro con mejor imagen. Se ratifica un giro hacia el neoliberalismo económico, visto por muchos como una traición. Solamente hay tres mujeres en el nuevo gabinete.

Castillo ha recurrido a uno de sus ministros que están desde el comienzo del gobierno para el cargo de nuevo jefe del gabinete, Era su ministro de Justicia y Derechos Humanos, Aníbal Torres, un abogado de 79 años sin militancia política, paisano de Castillo y defensor incondicional del presidente. De un estilo listo para la confrontación, polémico, irónico y muchas veces agresivo para responder a los críticos del gobierno, se ha enfrentado duramente a la oposición.También ha tenido roces con miembros del oficialismo y un abierto enfrentamiento con el secretario general del partido oficialista Perú Libre (PL), Vladimir Cerrón. No parece el más indicado para que un gobierno cada vez más aislado pueda abrir un diálogo más allá de su núcleo duro. Algunos lo ven como un jefe de gabinete de choque. A pesar de sus diferencias con Torres, Cerrón, que ha recuperado una cuota de poder en el nuevo gabinete, ha respaldado a los nuevos ministros.

En una decisión muy criticada, el médico Hernando Cevallos, de la izquierda ajena a PL y que ha encabezado una exitosa campaña de vacunación contra la covid 19, cuya gestión ha sido reconocida incluso por la oposición, fue retirado del ministerio de Salud y reemplazado por el también médico Hernán Condori, militante de PL y muy cercano a Cerrón. El nuevo titular de Salud está denunciado por corrupción por su función como director de salud del gobierno de la región Junín bajo la administración de PL y el Colegio Médico lo investiga por promover el uso de productos supuestamente medicinales sin base científica sobre su utilidad médica. Preocupa el futuro de la vacunación. Este cambio revela una concesión de Castillo a Cerrón, de quien estaba distanciado, dándole al secretario general de PL, que es médico, el control a través de uno de sus allegados de un ministerio que codiciaba desde el inicio del gobierno.El presidente busca así asegurarse los votos del sector de la bancada oficialista que controla Cerrón, que había amenazado quitarle respaldo.

Pero si sale un ministro que todos apostaban debía quedarse, se mantienen varios sobre los que había consenso deberían haber sido cambiados. Uno es el de Interior, investigado por narcotráfico y abuso de poder, que se estrenó en el cargo amenazando reprimir las movilizaciones sociales. El de Defensa fue denunciado por violencia familiar, el de Cultura, que viene del partido de centro derecha Somos Perú, usó las redes sociales para lanzar mensajes racistas y macartear a funcionarios del actual gobierno, un "terruqueo", como dicen en Perú. El de Transportes viene desde el inicio del gobierno y en su gestión ha venido favoreciendo las mafias del transporte informal.

Con tantos ministros que restan, un cambio positivo es el ingreso en el ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables de la reconocida activista feminista Diana Miloslavich en reemplazo de la ultraconservadora legisladora de PL, Katy Ugarte, contraria a las políticas de igualdad de género, quien duró solamente tres días. Este cambio es un guiño de Castillo a los sectores progresistas que le quitaron su respaldo con el nombramiento del gabinete Valer, pero está por verse si eso es suficiente para recuperar ese apoyo.

La ratificación del ministro de Economía, Oscar Graham, un tecnócrata neoliberal nombrado hace una semana en reemplazo del economista de izquierda Pedro Francke, que venía haciendo un buen trabajo en la recuperación económica del país, confirma el abandono de Castillo de sus propuestas de cambio del modelo económico para buscar el apoyo de los empresarios.

En diálogo con Página 12, el sociólogo y analista político Carlos Reyna señaló que “es poco el aire que este nuevo gabinete le puede dar al gobierno. Castillo ha cambiado a Valer que era desastroso, pero Torres es un personaje conflictivo y muy alineado a Castillo, cuando la demanda general era poner a una figura independiente y con capacidad de convocatoria. Han salido algunos de los ministros más impresentables, pero se mantienen otros. La única lógica de este gabinete es repartir ministerios pensando en el interés político más estrecho del gobierno para tener aliados y sumar votos en el Congreso, pero este es un gabinete caótico, absolutamente heterogéneo, lo que refleja el modo de pensar y estilo de Castillo. Hay ministros de derecha, muy conservadores, neoliberales, estatistas, pragmáticos, técnicos, una feminista, hay de todo. Lo más grave en este nuevo gabinete es el cambio del ministro de Salud”.

El analista señala que esta última crisis “ha revelado que Castillo no es una marioneta de nadie, como se decía, sino, por el contrario, manipula a sus aliados, a los que, con un grupo de asesores con los que gobierna, ha engañado”. En opinión de Reyna, el futuro del gobierno de Castillo, a quien califica como alguien que “no es de izquierda ni de derecha, sino un oportunista”, es muy complicado. No le da mucho tiempo de vida a su gobierno que debe culminar en 2026. “Hay un sector de la extrema derecha -dice- que desde que comenzó el gobierno de Castillo tiene como único objetivo derrocarlo, como sea y bajo cualquier método, legal o ilegal. Sin embargo, ahora lo que estamos viendo es una demanda de renuncia o destitución del presidente por el Congreso que atraviesa a ciudadanos de todo el espectro político, la derecha, el centro y la izquierda. Hay una reacción ciudadana de hartazgo contra Castillo. Este gabinete es como un chaleco salvavidas para el gobierno, pero es un chaleco salvavidas emparchado, muy precario. Todas las grietas, resquebrajamientos, ocurridos y ahondados con el gabinete desastroso de Valer no se han cerrado y ante cualquier problema mayor el gobierno colapsará. Creo que a fin de año Castillo ya no será presidente”.