La Iglesia Católica se involucró también en el debate sobre la deuda externa. A través de un documento titulado “la deuda externa y las deudas sociales” la Comisión Episcopal de Pastoral Social que preside el obispo Jorge Lugones (Lomas de Zamora) denunció el orden económico que privilegia la especulación financiera en desmedro del trabajo y la producción. En la misma línea argumentativa solicitó dar prioridad a la “deuda social” y afirmó que en las soluciones que se encuentren para salir del problema de la deuda externa no se puede “hipotecar de tal manera la casa común –nuestra Nación en este caso- sin los consensos necesarios y sin el establecimiento de las responsabilidades emergentes”.

Subrayando una perspectiva presente en los pronunciamientos de la jerarquía católica en la materia y que responde también al magisterio del papa Francisco, la Comisión señala que “las obligaciones emergentes de situaciones creadas por la deuda externa no pueden y no deben soslayar la mirada ética respecto de los compromisos con la deuda social que nacen, precisamente, de un orden económico que ha privilegiado la especulación financiera por encima de la producción y el trabajo digno”. Para la Pastoral Social existe conexión estrecha “entre la justicia para los pobres, la solución de los problemas estructurales de la economía mundial y la protección del medio ambiente”.

Según la comisión que se encarga de los temas sociales en el episcopado católico “es necesario corregir los modelos de crecimiento que son incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente, la acogida de la vida, el cuidado de la familia, la equidad social, la dignidad de los trabajadores, los derechos de las generaciones futuras”.

El documento se señala además que “en nuestra Patria se presenta una vez más el desafío de atender la deuda pública, sin dejar de atender las deudas sociales” y hace suyas palabras del papa Juan Pablo II quien ya en el año 2000 sostenía que “la situación social hoy es crítica y la carga del endeudamiento hace que el margen de acción del Estado se vea fuertemente limitado por las obligaciones que deberán pagarse en los próximos años”. El papa polaco afirmaba entonces que “los países pobres se encuentran aún en un círculo vicioso: las rentas bajas y el crecimiento lento limitan el ahorro y, a su vez, las reducidas inversiones y el uso ineficaz del ahorro no favorecen el crecimiento”.

La Comisión de Pastoral Social afirma que la Argentina vuelve a encontrarse hoy con “el hecho consumado de otra deuda extraordinaria que nos condiciona y que plantea graves desafíos” y se pregunta “¿cómo evitar que su reconocimiento no condene al hambre y la miseria a millones de compatriotas?; ¿cómo hacerlo sin sacrificar el crecimiento económico, la inversión pública y la atención de los más necesitados” para volver a insistir que “la deuda social es la gran deuda de los argentinos”. En el mismo sentido subraya el documento que “no se trata solamente de un problema económico o estadístico” porque “detrás de las estadísticas hay rostros e historias de sufrimiento y lucha por sobrevivir”. Por todo ello, agrega, lo que se enfrenta es “principalmente un problema ético que nos afecta en nuestra dignidad más esencial”.

En su argumentación la comisión que preside Lugones recuerda palabras del papa Francisco en el sentido de que “en un mundo y en una región en particular en la que mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz”. Según Jorge Bergoglio “este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera” y por ello niegan “el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común”.

Respecto de las soluciones que se puedan encontrar al problema de la deuda externa la Comisión de Pastoral Social expresa su deseo de que “nuestra Patria se asuma como protagonista de su propia suerte para definir el propio desarrollo cultural, civil, social y económico, de modo de poder construir y afianzar un modelo que tenga como eje central la producción y el trabajo”. Y en ese sentido recuerda un pronunciamiento de la Comisión Pontificia de Justicia y Paz en el que se expresó que “el servicio de la deuda no puede ser satisfecho al precio de una asfixia de la economía de un país”.

Finalmente la comisión que encabeza el obispo Lugones pide que “se profundicen acciones con el compromiso de toda la dirigencia política y social, que se sustenten en la ética de la solidaridad, de la educación y el diálogo social, anteponiendo el encuentro sectorial, el trabajo argentino, la dignidad de las familias y el crecimiento económico” y que las alternativas que se dispongan estén basadas en “un modelo basado en la producción y en la economía social, como condiciones imprescindibles para una economía con rostro humano que, a partir de saldar la deuda social, pueda honrar sus compromisos con la deuda externa privilegiando la protección de los más vulnerables”.

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