“El estafador de Tinder”es al fin de cuentas un documental sobre “el cuento del tío”, un mecanismo llamado así desde la idiosincrasia sudaca que consiste en obtener dinero aprovechandose de la inocencia y la codicia de la víctima contando una historia que es mentira. Sin embargo, en el documental producido por Netflix hay un aditivo extra: el relato del amor romántico es la médula de la historia. Tres mujeres cuentan cómo conocieron a Simon Leviev a través de la aplicación de citas. Hacen match, comienzan a salir y se enamoran. O al menos empiezan a planear los pasos que siguen para por fin tener una pareja y una boda a lo Disney.

Claro que después de un tiempo él las convence -con su ropa carísima, sus fotos en aviones privados, una primera cita en un hotel 5 estrellas- de que está en peligro por ser hijo de un importante magnate de diamantes y les pide dinero prestado. Ellas le transfieren miles de dólares a su cuenta pero la plata nunca vuelve. Así contado parece una tontería ¿Cómo alguien puede creer semejante cosa? ¿Cómo darle 200.000 dólares a un tipo que conociste hace un mes por Tinder? ¿Cómo no se dieron cuenta?

El documental se teje a toda velocidad utilizando el lenguaje de las redes sociales para contar las historias de Cecilie Fjellhøy, Pernilla Sjöholm y Ayleen Charlotte, las tres mujeres estafadas por Simon Leviev. La primera, lo conoció en Londres, viajó en un avión privado junto a él a Bulgaria, conoció a su ex mujer y su hija y se convirtió en su pareja. La segunda, vivió una situación parecida pero no como pareja si no como amiga. Y Ayleen era su novia al momento de publicarse la nota periodística que desenmascaró al estafador. Fue a través de uno de los periódicos más importantes de Noruega, el VG, en febrero de 2019. 

Cecillie relata en el documental que tenía la certeza de que la gente la iba a juzgar. ¿Por qué estaba tan segura si la investigación periodista  era sobre las estafas de Simon? Los primeros comentarios en las redes sociales del VG fueron: “estúpidas” “solo vieron su dinero” “cazafortunas” “se lo merecen” “codiciosas”, agresiones naturalizadas en el lenguaje de las redes  pero también un andamiaje de relatos en donde se condena a la víctima esta vez no por usar la pollera corta si no por andar en Tinder buscando un novio rico.

Cecilie Fjellhøy, Ayleen Charlotte y Pernilla Sjöholm 

Mujeres arriba de 30, de clase media y europeas que creen en el amor verdadero, que buscan al príncipe azul mega rico, que confían más en quien más dinero tiene porque ¿cómo un millonario va a sacarte dinero?. El millonario está para hacertela pasar como princesa, lugares caros, viajes y lujos. ¿Cómo no sentirse estúpida si no es más que las estructuras del amor romántico en su versión capitalista neoliberal haciendo estragos desde siempre en nuestras experiencias emocionales? Es imposible no sentirse estúpida. Las protagonistas de la serie expresan un gran enojo por haber sido estafadas monetariamente, por pedir préstamos y endeudarse para darle plata al estafador. ¿Pero es solo una cuestión de dinero? Es la mentira entreverada con el discurso amoroso. Ese que te promete un amor para toda la vida, una familia, muchas casas y autos, y un álbum de fotos del que se cayeron todas las imágenes que reproducen alguna verdad. ¿Qué? ¿No tenés nada de todo esto? ¡Qué fracaso! Un fracaso en el amor y encima te robaron muchísimo dinero.

Simon Leviev, el estafador de Tinder.

“Los primeros recuerdos del amor son de Diseny” es una frase de Ceclile al inicio del documental. “Te queda grabada esa sensación de que un príncipe azul vendrá a salvarte” . Ella sabe que no es real, pero dice que en el fondo hay una esperanza de que así sea. La salvación finalmente es al revés, ella termina transfiriendo miles de dólares a Simon cuando él le dice que corre peligro de muerte. “La salvación” también es parte del discurso romántico: “el amor te salva” está en el mismo compartimento de “los que se pelean se aman” y de “del amor al odio hay un solo paso”

A fines de 2019, casi un año después de la publicación de la nota, Simon fue declarado culpable por robo, fraude y falsificación de documentos en Israel, su país natal. Para todas estas historias de estafas románticas no hubo justicia donde enmarcarse, ya sea porque la gracia del muchacho es moverse todo el tiempo de país y entrar en la complejidad de la jurisdicción o porque finalmente hay una legitimación social sobre “el engaño en el amor”. 

 Sea cual fuere la razón, Simon tuvo su cuenta de Instagram y redes sociales activas hasta el estreno del documental el pasado 2 de febrero cuando su nombre se hizo tendencia y su cara meme: “Compartiré mi versión de la historia en los próximos días, cuando haya resuelto la mejor y más respetuosa manera de contarla, tanto para las partes implicadas como para mí. Hasta entonces, por favor, mantengan la mente y el corazón abiertos”. Luego de publicar ese mensaje cerró sus cuentas y Tinder le dio de baja como usuario. 

En el documental, el amor como salvación es la base de la estafa de Simon Leviev, cuyo nombre verdadero según la investigación de VG es Shimon Hayut. El amor te salva de tener una vida en soledad (la soledad leída como no estar en pareja y el Tinder como dispositivo para encontrarla) y el amor te salva de los peligros del mundo, en este caso llevado al extremo de un empresario de diamantes perseguido por enemigos. Y como todo es mentira, al final de la historia no queda otra que sentirse una estúpida por creer.