Desde Kiev, Ucrania

- ¿Cuánta gente viaja en el vuelo a Kiev?

- El avión va lleno.

- ¿Cómo puede ser? ¿Con el lío que hay en Ucrania?

- Sí, es rarísimo. Yo tampoco entiendo nada.

Esta conversación, que ocurrió en la madrugada del 15 de febrero entre dos trabajadores de una aerolínea que opera en el aeropuerto de Madrid, resume muy bien el contraste entre el escenario de una invasión militar inminente y la sensación que se palpa en las calles de Kiev.

Yo no sé si Rusia va a invadir o no va a invadir Ucrania. Nadie lo sabe excepto Vladimir Putin. Lo que sí puedo asegurar es que la vida cotidiana en Kiev no se parece a la de una ciudad en situación de ataque inminente.

Casi todos los gobiernos del mundo han recomendado a sus ciudadanos que abandonen el país "mientras sea posible". Las embajadas están evacuando al personal no esencial.

Visto desde lejos, uno tendería a pensar que Kiev es un lugar en donde reina el pánico. Una ciudad donde sus habitantes estarían cavando trincheras y colocando kalashnikovs en las ventanas.

Pero por ahora Kiev se parece a cualquier cosa menos a eso. En las autopistas que rodean la ciudad hay grandes atascos. Pero no porque la gente esté intentando huir, sino porque tiene que ir al laburo.

He cubierto conflictos en varios países, entre ellos la invasión rusa a Crimea y la guerra del Donbass en el año 2014. Lo que más me ha chocado de este viaje a Kiev es la aparente normalidad que se vive en sus calles.

Un ejemplo: a las zonas de conflicto los aviones comerciales suelen llegar vacíos. Los únicos pasajeros que aterrizan son periodistas o trabajadores de ONGs. Pero al Aeropuerto Internacional de Kiev los vuelos siguen llegando llenos de ucranianos que regresan de vacaciones o viajes de trabajo. Y en los mostradores de la terminal de salidas no hay colas de personas intentando encontrar un hueco para escapar desesperadamente del país.

¿La gente de Kiev está tranquila? ¿No les preocupa el despliegue militar ruso?

Antes de responder a esta pregunta, permitidme recordar algo obvio pero que creo importante subrayar: esta es una ciudad de tres millones de habitantes. No todo el mundo siente ni piensa lo mismo. Lo único que yo puedo transmitir es la impresión que tengo después de pasear por el centro y hablar con algunas personas.

Sí, claro que la gente está preocupada por lo que pueda suceder. Putin ha colocado a una parte importante del ejército ruso en las fronteras con Ucrania. Esa operación militar ha requerido meses de logística. Ucrania está "rodeada" por el Norte, por el Sur y por el Este.

Pero la preocupación que transmite la gente de Kiev con la que he hablado tiene más forma de resignación ("a ver si Putin nos deja en paz de una vez por todas") que de pánico ("vamos a morir todos").

¿Estamos en las vísperas de un gran conflicto militar? ¿O al final no va a pasar nada?

Esa disyuntiva entre dos extremos tan diferentes es precisamente lo que hace que la situación sea tan extraña.

Antes de llegar a Kiev, yo imaginaba una ciudad en pánico preparándose para una posible invasión. Nada más lejos de la realidad, al menos por ahora.

*Del diario español Público, especial para Página/12.