Se aproxima el Carnaval. El desentierro del Pujllay anuncia el comienzo de la fiesta mayor. Serán cuatro días de permisos múltiples, de transmutar. Cuatro días para que el pueblo subterráneo tome las calles, sus calles.

El punto de partida de esta historia no es precisa, porque el carnaval justamente de eso trata, de un tiempo sin tiempo desde épocas inmemoriales... Sin embargo, hay quien dice que esta historia comienza hace más de 5000 años. Otras versiones hablan del Imperio Romano. O tal vez fue en Grecia, o quien sabe cuando…

‘Carnem-levare’ o ‘carne-vale’, abandonar la carne, podrían interpretarse como una de las tantas acepciones con las que se le conocen. Este será el último exceso permitido antes de la cuaresma de purificación que lleva a la Pascua. Sin embargo, pese a los esfuerzos eclesiásticos por apropiarse la historia, el Carnaval es mucho más antiguo y pagano que el mismo catolicismo.

El carnaval de la Quebrada

El carnaval quebradeño, con sus misterios en cada pueblo y sus celebraciones en cada mojón, es referencia ineludible a la hora de pensar esta fiesta.

Una serie de rituales van sucediendo cuando febrero comienza a asomar, comenzando dos semanas antes con el jueves de compadres, el primero de los prólogos carnavaleros. Aquel día, los hombres se juntan en señal de hermandad, amistad y renovado compromiso.

El jueves anterior al desentierro, será el de comadres. Las mujeres tomarán el protagonismo de la escena donde reforzarán lazos de fraternidad dando rienda libre a la picaresca, en muchos casos expresadas en coplas hacia los hombres, así como también a su vida, penas y alegrías.

Para el sábado el desentierro será un hecho y la fiesta comenzará a rodar. Pasarán los días tan esperados hasta llegar al martes cuando la festividad comienza a mermar. Sin embargo, todavía hay tiempo para algo más: la chaya en los mojones, una tradición de antaño que poco a poco vuelve a resurgir con mucha potencia.

La chayada de “Los Pho” en Maimará

Paulino Llampa tiene 59 años. Es agricultor, albañil y también vicepresidente de la Agrupación Chayadísima Los Pho de Maimará. El carnaval le toca sus fibras más íntimas y comienza un relato apasionado:“Mi abuelo, mi padre y mi madre me contaba que ellos sabían hacer los mojones cuando eran chicos. Después esto se perdió y nosotros volvimos a retomar la tradición. Cuando se fundo la Agrupación, en el año 1989, no había muchas chayadas el martes de carnaval”.

Celebración de Los Pho.

“Se llama ‘Los Pho’ porque una noche nos íbamos caminando por la ruta hacia el baile de carnaval en Tilcara y un grupo de familias pronunciaba la palabra ‘pho’, porque en vez de decir ‘pues’, decimos ‘pho’. Es una palabra que usa la gente del campo, en distintos lugares y como la mayoría somos agricultores, nos quedamos con eso”, comenta Paulino.

Aquella tradición de chayar el mojón, que comenzaron hacia finales da la década del 80, se organizaba dentro de la casa familiar. Sin embargo, al sumarse cada vez más gente, el espacio quedó chico, "entonces salimos a un predio que tenemos aquí enfrente de nuestra casa y decidimos armar el mojoncito ahí mismo".

Uno de los tantos que se sumó al festejo fue el abogado salteño Rubén Corimayo, quien trabaja en la Ciudad Judicial hace 25 años. Vecino del barrio Limache en el sur de la capital salteña, se encuentra hace tiempo atrapado por el carnaval: “Hace 19 años con un matrimonio amigo decidimos ir a conocer el carnaval de la Quebrada. Aquella vez llegamos a Tilcara y fue algo sensacional lo que vivimos. Fue tanto aquello que estuvimos yendo durante 17 años seguidos, solo interrumpido el año pasado, que no hubo carnaval por la pandemia”

Rubén Corimayo carnavaleando juanto a su nieto.

Corimayo recuerda como se acercó por primera vez al mojón de Los Pho: “Tengo un primo muy querido jujeño que se instala en Maimará para el carnaval, ya que ahí tiene familia, entonces siempre pasamos a saludarlo. Así fue que en el carnaval del 2020 estábamos saliendo de Tilcara hacia Maimará para saludarlo y tomamos por un sendero del pueblo hasta donde estaba alojado. En el camino vemos un galpón donde había una fiesta y un mojón para ir a ofrendar. Frenamos para saludar a la gente y agradecer. Inmediatamente nos invitan a pasar y decidimos quedarnos. Bailamos, jugamos, la pasamos increíble”.

El vicepresidente de la Agrupación, Paulino Llampa, comenta sobre la festividad: “El martes de chaya a las 10 de la mañana nos reunimos y empezamos organizar los preparativos: con albahaca, flores, frutas, verduras y herramientas adornamos el Mojón. A partir del mediodía empezamos con la tradicional chayada, donde nosotros pedimos, pero sobre todo agradecemos, lo que nos dio la tierra durante el año y para que sea mejor el que viene, ya que la mayoría de nosotros somos agricultores".


De madrinas y padrinos

“Después del mediodía entramos al salón y mas tarde vamos eligiendo madrinas y padrinos para el otro año. Nosotros pasamos con un libro de actas preguntando si quieren colaborar, se anotan y reafirman su compromiso para el otro año” cuenta LLampa y agrega: “es un compromiso de palabra y un compromiso delante del mojón, que también es el compromiso con la madre tierra. Además nosotros decimos que con el diablito nunca se juega. Los padrinos y las madrinas vuelven todos los años, vienen con más familia y amigos. Desde Salta llega un grupo grande a carnavalear y se quedan hasta el martes de chaya. Ellos siempre cumplen”.

Las categorías para madrinas y padrinos son de las más diversas y algunas resultan muy particulares. La fiesta es comunitaria y se organiza verdaderamente entre todos.

El vecino del barrio Limache relata como llegó al padrinazgo. “Estábamos en el mojón y le digo a mi señora que colaboremos ya que nos habían ofrecido de todo y no habíamos puesto nada. Fue una retribución y una alegría. Aunque lamentablemente en el 2021 nos informaron que no se hacía por la pandemia, este año nos sorprendieron diciendo que si se hacía y que aquellos padrinos que en el 2020 se habían ofrecido quedaban vigentes para este año. Así que estoy como padrino en la fiesta de ‘Los Pho’. A nosotros nos toca llevar las bandejas, que es donde se sirve la comida. ¡Son 500 bandejas!”, cuenta entre risas.

Corimayo explica otro de los tantos rituales que se realizan el martes de chaya en el mojón de Los Pho: “Viene mucha gente a chayar sus vehículos, piden y agradecen. Se ponen en fila y el que lo quiere hacer, compra su cerveza, lo decora, le ponen serpentina, tienen listo el talco, nosotros contamos hasta tres y todos a la vez se ponen a chayar”.

Chayando los autos.

El abogado carnavalero salteño explica: “Chayar es una manera de desear buena vida, y si lo hacés con fé, te va a ir bien. El significado de la chaya vale mucho si uno lo hace con creencia y convicción. Para nosotros es una alegría festejar con Los Pho, que son una agrupación de agricultores, todos lugareños, donde sentimos que festejan de la mejor manera el martes de chaya”.

La vida entre febreros

Para Paulino Llampa el festejo es una alegría pero también una responsabilidad, no solo para con el evento, sino también para lo que significa a nivel familiar y comunitario. “Este año lo estamos preparando todo con muchas expectativas ya que el año pasado no pudimos hacer nada por la pandemia. Solo se hizo algo chiquito, silencioso, cuando normalmente llegan 450 o 500 personas. Nosotros nos ponemos ansiosos porque llegue esta fiesta y por mejorar año a año”.

Desde hace casi 20 años que para Rubén Corimayo y su familia el festejo de carnaval se volvió parte de la vida, no solo como festividad sino como momento de encuentro y fraternidad norteña. “El carnaval se convirtió en algo necesario para nosotros. Mis hijos, mis nietos, mis sobrinos, mis hermanos y amigos también vamos a carnavalear. Como será esta pasión que mi hija tuvo familia en noviembre, hace 7 años, y como en febrero estaba chiquito para ir, no se animó... pero cuando llegó el miércoles de cenizas, no pudo aguantar y se fue con el bebe. O sea que mi nieto es carnavalero desde que tiene tres meses. Así de carnavaleros somos los Corimayo”.

Los Corimayo carnavaleando.

Paulino y Los Pho doblan sus expectativas este año con la suspensión de 2021. La expectativa es grande y la emoción los desborda. “Con el carnaval siento esperanza y alegría. El carnaval es para divertirse, para estar en familia, es nuestra tradición. Uno se siente feliz de recibir a la gente, de estar compartiendo con ellos en nuestro lugar el martes de carnaval”.

De norte a sur con sus particularidades territoriales, el carnaval se estará celebrando tanto en Argentina como en tantos otros rincones del mundo. El sentido festivo y comunitario es el que a los pueblos los mantiene vivos, y el carnaval es muestra de ello.

El diablito ha llegado y está metiendo la cola. Los cuatro días locos han comenzado.