Veinte años atrás, Joan Manuel Serrat, Ana Belén, Víctor Manuel y Miguel Ríos emprendieron una gira que dejaría marca en el recuerdo, ya con su nombre: El gusto es nuestro. Esa gira los trajo al Luna Park, donde dieron diez conciertos que también se siguen recordando, y a diversas ciudades del país. Veinte años después, los españoles decidieron retomar aquella iniciativa, ya parados en otro lugar, unidos aún por una amistad duradera. “Y, sobre todo, por una complicidad que es la que dio pie a todo esto”, advierte Serrat en diálogo con PáginaI12. En la Argentina, El gusto es nuestro. 20 años los volverá a traer al Luna Park (el 27, 29 y 30 de septiembre), al Orfeo de Córdoba y al Metropolitano de Rosario (el 4 y 6 de octubre). 

“Será un espectáculo que festeja el seguir vivos y compartiendo música y amistad, después de tan largas y exitosas carreras. Para todos, un recuerdo inolvidable”, anuncian este espectáculo los cuatro intérpretes. La crónica dice que más de 500 mil personas asistieron a los treinta y tres conciertos que conformaron aquel primer El gusto es nuestro. Fueron primero por España, y luego por Latinoamérica, durante dos meses. Desde entonces los cuatro españoles han seguido sus carreras, editando discos, colaborando en otros proyectos. Pero también, dicen, se han mantenido juntos ante todo como amigos (y, en el caso de Ana Belén y Víctor Manuel, esposos). 

Es desde esa amistad, aclara Serrat, que surgió la idea de esta “segunda vuelta”. La gira ya arrancó, como aquella vez, primero por España (durante el año pasado) y sigue este año por Latinoamérica. Y los conciertos no eluden aquellas canciones: “Hoy puede ser un gran día”, “España camisa blanca de mi esperanza”, “Bienvenidos”, “Solo pienso en ti”, “Cantares”, “Mediterráneo”, “La Puerta de Alcalá”, “Año 2000”, “Santa Lucia”, “Asturias”, “El hombre del piano”, “Fiesta”, “Lucía”, “Blues del autobús”, “Luna”, “Contamíname”, entre otros clásicos de diferentes autorías y repertorios, que aquí se vuelven de todos. 

–¿Qué significa esta segunda vuelta, cómo la encaran?

–Como un  acto de felicidad, y un encuentro de complicidades. Si aquella gira tan fantástica, tan rica, que hicimos hace veinte años quedó en el recuerdo de la gente, en el nuestro también, de manera muy especial. Por eso digo que es un espectáculo muy cómplice, por el reencuentro con el público pero sobre todo por este reencuentro nuestro, que es un reencuentro de amigos. Recordando todo aquello que pasó, quisimos celebrarlo y nos juntamos para hacer un concierto de celebración de los veinte años. Y la verdad es que fue creciendo como el soufflé, solo. Y así de un concierto se pasó a unos cuantos conciertos, luego a una gira por España, y al final a una gira grande, prácticamente como la inicial. 

–¿Se siguen viendo entre los cuatro? 

–Claro, somos amigos de vernos muy a menudo, de viajar juntos, de disfrutarnos, desde hace mucho. Y en uno de esos encuentros fue que la idea se le ocurrió, como siempre, a Víctor. El quiso ponernos en funcionamiento y nos sacó a cada uno de nuestros quehaceres para hacer esta celebración. Ha sido una idea muy feliz. Aunque de momento yo sólo acepté un concierto... ¡Y aquí me tienen!

–¿Lo llevaron engañado?

–Hablando en serio, si de un concierto pasamos a todo esto, fue porque de verdad estamos a gusto. Porque es algo que va más allá de lo artístico, más allá del espectáculo. Si no hubiera esta relación entrañable entre nosotros, sería muy difícil que algo así se pudiera dar. Sobre todo porque cada uno de nosotros tiene una carrera exitosa, que por ninguna razón piensa abandonar.

–Han estado ya en España, México, Colombia, antes de completar la gira aquí. ¿Qué han encontrado en la recepción del público, prima el recuerdo o el momento actual?

–Seguramente un poco de cada uno. Pero insisto con esta idea, lo que prima es la complicidad. Sin dudas hay canciones de cada uno de nosotros que están ya en el cancionero sentimental de gentes de varias generaciones. Nos hemos encontrado con público que ya vio el otro espectáculo, y con chicos que ni habían nacido entonces. En fin, la vida misma. 

–Y ustedes, ¿guardan algún momento especial como recuerdo?

–Con tantos conciertos nos han ocurrido muchas cosas, en general buenas. Hemos pasado muy bien por las dificultades, seguimos con la misma mentalidad, que es la de que somos un grupo: más que cuatro artistas, una unidad. Y por encima de todo, cuatro amigos: nos respetamos, sabemos de nuestras vidas, hay una relación muy afectiva, familiar. Eso ayuda. De paso, elimina mucha competencia, porque se parte de la base de que hay otras cosas que importan más.

–Lo particular de este concierto es que además van a actuar exactamente en el mismo lugar en el que estuvieron veinte años atrás. ¿Qué recuerdos guardan de aquellos Luna Park?

–Era el mismo pero otro, porque creo recordar que no tenía la configuración que tiene ahora, el escenario estaba, digamos, transversal. En ese entonces el Luna era mucho más profundo que ancho. No era mejor ni peor, cada espacio crea su dificultad, y también su liturgia. La dificultad mayor con la que puede tropezar un artista es no encontrar la cercanía del público pero en otro sentido, que va mucho más allá del espacio físico: puedes hacer que te sientan cerca aún cantando en un estadio. Convengamos que para mí la Argentina era ya cercana en ese entonces. Yo estuve por primera vez allí en el 72, cuando hice mi primer recital grande en Buenos Aires, a partir de la televisión, Canal 9 y Sábados de la bondad. ¡Ahí alternábamos con Sandro! De ahí pasé ya a los carnavales, donde hice muchas presentaciones, y pronto al Opera. Y ahí empezó todo.

–Durante todos estos años ha seguido viniendo y está al tanto de la actualidad del país. ¿Cómo ve este momento político y social de la Argentina?

–Argentina está en un momento complicado, aunque claro, haría usted muy bien en decirme cuándo no ha estado en un momento complicado. Creo que es muy significativo todo lo que va ocurriendo en este tiempo, en que tiene que establecerse de alguna manera una clarificación de lo que son las opciones políticas que hay. Está todo bastante confuso en este sentido, y pienso que la situación económica no pasa precisamente por un momento que ayude a que los posicionamientos sean más claros.

–¿Entonces?  

–Lo que sorprende un poco es que el gobierno tome decisiones que luego tenga que mandar para atrás y pedir perdón, como si con eso bastara. En ese sentido es muy curiosa la forma en la que ocurren ciertas cosas. Es necesario que las alternativas políticas y sociales se definan en este sentido. Porque es como si probaran todo el tiempo... O para decirlo de otro modo, como si tirasen de la soga para ver hasta dónde aguanta. A mi modo de ver, como fórmula de gobierno es muy innovadora.

–A los docentes les envió una carta de apoyo cuando fueron reprimidos. ¿Por qué? 

–Con los docentes el gobierno tiene un punto de vista que también es muy singular, que es responsabilizarlos a ellos de los resultados, cuando las causas de esos resultados son múltiples y, sobre todo, tienen que ver con lo que se invierta para modificarlos. Lo que ocurre es que deben tener una cierta ignorancia de cuál es la actividad de las escuelas públicas; no creo que estén muy habituados a ir las escuelas públicas a recoger a sus hijos... Desprecian cuanto ignoran, como dice Machado. La escuela pública ha sido en la Argentina históricamente ejemplar. Y si se habla de que está degradada, y si se muestran números que así lo indican, lo peor que se puede hacer para corregir el rumbo es atacar a los docentes: ¡Al contrario, hay que defenderlos, hay que respetarlos! ¿Con quiénes se va a pretender la calidad educativa si no es con los docentes? Pienso que, si hemos de ser cuidadosos con algo para pensarnos como sociedad, es con la educación. Y eso significa cuidar a los docentes, y hasta diría, mimarlos. Por eso les envié aquella carta, y con ella mis respetos, mis cariños y mis mimos.