La OTAN desplegada en un juego de pinzas sobre Europa del Este y a las puertas de Rusia, no es una presencia testimonial en tierras de Sudamérica. Ya está en la base británica de Mount Pleasant en Malvinas, tiene a Colombia como socio extra-continental desde 2017 y su doctrina ya se utilizó en un adiestramiento de la Fuerza Aérea Boliviana, como lo prueba un documento considerado “ultra secreto” al que tuvo acceso Página/12. El texto de 83 páginas señala en su encabezado que el Ejercicio Operativo Combinado no Convencional fue denominado Libertad. Su objetivo consistió en una “práctica y aplicación de la Planificación bajo doctrina y terminología OTAN en Operaciones Aeroespaciales Combinadas” destinado a oficiales superiores de la aviación de guerra.
Se trató de maniobras teóricas analizadas en clase y no de una operación sobre el terreno. La fecha del ejercicio es de enero-febrero de 2021, después de que asumiera la presidencia Luis Arce Catacora el 8 de noviembre de 2020. La actividad se desarrolló en la Escuela de Comando y Estado Mayor Aéreo de Bolivia (ECEMA) con sede en Sucre, que es dirigida por el coronel Dardo Gustavo Vallejos Medina. En el documento se lee que, por cuestiones de “seguridad”, el adiestramiento militar debe considerarse “ultra secreto” y que todo lo concerniente a él “llevará dicha clasificación”.
El largo texto describe una situación general dominada por la hipótesis del combate al narcotráfico. Esta le da marco teórico al ejercicio que se centra en una zona limítrofe de tres países vecinos, que a su vez se identifican con colores. Azul es Bolivia, amarillo Brasil y blanco Perú. La evaluación de un potencial conflicto contempla: “Las posibilidades de enfrentamiento entre los grupos armados movilizados y las fuerzas gubernamentales en el último trimestre son muy altas. Si los dirigentes radicales cumplen sus amenazas de ataques, atentados y reciben apoyo de parte de los clanes del narcotráfico, se desataría un conflicto interno en AZUL (las mayúsculas son del original) de alta peligrosidad que arrastraría a los países vecinos involucrados”.
La doctrina de la OTAN se refleja con nitidez en un párrafo de la página 22: “Por la gravedad de la situación AZUL hace un llamamiento a la comunidad internacional. La OEA con anuencia de la ONU responde conformando una fuerza regional para intervenir en apoyo de AZUL, conformándose para ello una CJTF (Combined Joint Task Force) regional sudamericana con su componente aéreo CJFACC con los países de AMARILLO Y BLANCO”.
Aunque durante el gobierno de Evo Morales se expulsó a la DEA de Bolivia en noviembre de 2008, la formación en los cuarteles del país continúa bajo parámetros semejantes a los que establecía la Agencia Antinarcóticos de Estados Unidos. Se señala en el documento al que tuvo acceso este medio que “el incremento de las actividades del narcotráfico ha hecho que determinados dirigentes políticos locales adquieran un gran poder económico y hayan financiado en parte la presencia de elementos extranjeros, los cuales adoctrinan a la población del trópico para que rechacen la presencia de las FF.AA y la Policía Nacional dejando de esta manera accionar libremente a los clanes del narcotráfico”.
La hipótesis de la narco-criminalidad se refuerza en el texto más adelante: “ha recibido apoyo externo de otros países, haciendo acopio de gran cantidad de armamentos, vehículos de transporte, aeronaves y embarcaciones fluviales con el fin de realizar ataques a las FF.AA que realizan la erradicación en las zonas declaradas productoras de la hoja milenaria”.
El documento menciona a Perú como un territorio fértil para el desarrollo del narco que domina en Brasil: “El Comando Vermelho y el PCC tienen emisarios en la selva de BLANCO donde se produce pasta base de cocaína”. De Bolivia dice que “están apareciendo corredores de narcotráfico a lo largo de ríos y canales en AZUL, lo que amenaza con complicar los esfuerzos del país por detener el flujo de cocaína a mercados internacionales”.
Algunos oficiales que asistieron a este ejercicio teórico en Sucre se han entrenado en EE.UU y posiblemente en Colombia. Esta nación asociada a la OTAN sin pertenecer a Europa, es la única de Latinoamérica que obtuvo la aprobación para sumarse a la organización después de que firmara un acuerdo el expresidente Juan Manuel Santos. En diciembre del año pasado, el ministro de Defensa colombiano, Diego Molano, suscribió un nuevo convenio con el vicesecretario general de la OTAN, el político rumano Mircea Geoana. Se reforzó así el carácter de socio global del país sudamericano en la alianza atlántica. A ella pertenecen como socios plenos Estados Unidos – en tanto fundador – Canadá y 28 naciones europeas. Varias de las que están más cerca de las fronteras de Rusia son consideradas una amenaza para su seguridad por el gobierno de Vladimir Putin.
Melano es un hombre del ex presidente Álvaro Uribe que corre por derecha al presidente Iván Duque. En una visita a Israel en noviembre pasado se quiso congraciar con el gobierno local y declaró: “Aquí tenemos un enemigo común y es el caso de Irán y Hezbolá que ópera en contra de Israel, pero también apoya el régimen de Venezuela”. Había perdido de vista que Colombia mantiene relaciones diplomáticas con Teherán desde 1975. Duque tuvo que salir a moderar los efectos de su exabrupto diplomático.
Si la Organización del Tratado del Atlántico Norte se expandió hacia el este europeo hasta cercar a Rusia, si la Unión Europea influyó con determinación para convalidar el golpe de Estado en Bolivia de 2019 junto a la OEA y Estados Unidos, queda ahora en evidencia la influencia creciente de la OTAN entre el Mar Caribe y el Atlántico Sur. No son esas, las aguas donde nació el 4 de abril de 1949. Tampoco el continente que le dio sentido a su existencia.
Ya lo anticipó su secretario general, el noruego Jens Stoltenberg, en febrero de 2019, cuando la Guerra Civil en Ucrania iba por su quinto año: “Por supuesto, es una posibilidad considerar la opción de que también otros países de Latinoamérica se conviertan en socios, lo que luego entrega una plataforma, un marco para una estrecha cooperación política y práctica”, le confesó a la agencia de noticias Reuters. El documento de la Fuerza Aérea Boliviana es un indicio más de esa política expansionista.