Un 20 de marzo, pero de 2002, cuando Argentina intentaba salir de los escombros de la peor crisis de su historia, se produjo un hecho novedoso para la televisión argentina. En Cupido, el programa de Much Music que retomaba el espíritu de Roberto Galán para que dos personas desconocidas vieran si había onda entre ellas, se produjo la primera pareja gay. Armando Morales y Matías Rivero dieron el sí ante las cámaras en una época y ante una sociedad que eran mucho menos proclive a abrazar la diversidad que la actual. Veinte años no es nada y sin embargo…

“Matías y Armando no se conocen, jamás en sus vidas se han visto las caras, ni siquiera se han cruzado alguna vez y por eso hoy están aquí, congregados por Cupido para conocerse profundamente y conversar durante una hora completamente a ciegas, olvidándose de la cara, del cuerpo, de lo físico. Conociéndose a través de los tesoros que cada uno de ellos dos lleva dentro”. Así los presentaba una voz en off, que comandaba el encuentro y al que no se le veían las caras. Como en Gran Hermano, esta voz omnipresente llevaba el nombre del programa. Esa voz era nada más ni nada menos que la del periodista Franco Torchia, colaborador habitual de este suplemento, quien además oficiaba de productor.

A 20 años de Cupido: Matías y Armando, conózcanse...

El programa, creado por Gastón Duprat y Mariano Cohn, había debutado en la pantalla de Much Music, ese lugar de bajo presupuesto y mucha creatividad del que salió también Santiago del Moro, el 21 de septiembre de 2001. El horario asignado era el de las seis de la tarde, hasta que las repercusiones por la unión de Matías y Armando llevaron a que fuera corrido a las diez de la noche, en el tan mentado “horario de protección al menor”.

“Me recuerdo caminando de Congreso a los estudios en San Telmo, mirando cómo el país se desvanecía a diario. Había llegado a vivir a Buenos Aires y a trabajar como productor a Much Music hacía muy pocos meses. Todo se transformó para mí porque no me imaginaba que iba a ser la voz en off de un programa así y tampoco imaginábamos que el programa fuera a tener ese éxito”, cuenta Torchia sobre esos días de 2001 en que se gestó Cupido. 

Se ha formado una pareja gay

Apenas seis meses después del estreno de Cupido, Torchia y el equipo del programa se dieron el gusto de poder propiciar la unión de dos hombres gays: Matías, un estudiante de Contabilidad que vivía en Banfield, y Armando, un mexicano que estaba de intercambio en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de La Plata, ambos de 22 años. 

¿Cómo se llegó a producir eso? Responde Torchia: “Teníamos la convicción en el equipo de que teníamos que hacer uniones no heterosexuales, o no solamente uniones heterosexuales, pero era muy difícil hacerlas porque era muy difícil encontrar participantes. El día en que esto fue posible, en el que encontramos dos voluntarios, salimos al aire casi sin promoción. Siempre tuvimos la convicción de hacerlo como un programa más, sin hacer propaganda, sin anticiparnos, no hacer como una alharaca de esto. Y así fue. Claro que cuando el programa terminó, entendimos que habíamos hecho algo que no iba a ser leído como un programa más”.

Para que fuera posible dar con los participantes del programa, Torchia cuenta que fue clave el rol de Eloy Alazard, un productor del canal que no trabajaba en el programa pero se sumó a la aventura. “Recorrimos un montón de boliches gays: fuimos a Glam, fuimos a Sitges, fuimos a Amerika, y dejamos un montón de panfletos a lo largo de la noche. Tratábamos de que se coparan. Eloy era un gay fuera del armario hacía tiempo, yo no lo era ni siquiera ante mí mismo, y fuimos de acá para allá durante meses”. Armando fue contactado en una sala de chat y Matías llegó gracias a otro productor del canal, Guillermo Mastrángelo, que conocía a su hermano.

“Teníamos la convicción en el equipo de que teníamos que hacer uniones no heterosexuales“, asegura Franco Torchia


Censuras y críticas homófobas contra Cupido

El programa del 20 de marzo no fue leído como uno más por la audiencia, que mandaba mensajes de felicitaciones por mail (era la tecnología de moda en ese momento) y por teléfono de línea. Y también por los mensajes menos luminosos que empezaron a llegar. “De pronto hubo amenazas anónimas al canal, llamadas telefónicas al departamento en el que vivía, grupos católicos que iban a la puerta del canal queriendo verme. Y en efecto el COMFER, que sabés lo que era, multó de manera fuerte al canal y nos obligó a que, si queríamos seguir haciendo uniones no heterosexuales, que fueran a las diez de la noche”, repasa Torchia.

“El portavoz más importante de todo el hostigamiento, la censura y las amenazas era el padre Farinello, que tenía un programa diario en la Televisión Pública. Desde ese y otros lugares, lideró la cruzada en contra de Cupido gay”, resalta.

Otras reacciones se dieron en la televisión argentina, que por la crisis era más circular que nunca. Con la excepción de ficciones como Rebelde Way y Son Amores, gran parte de la grilla televisiva estaba copada por programas de archivo, de esos que muestran videos y ponen panelistas a opinar sobre lo que pasó en otros programas de tele. Televisión Registrada, que se mostraba progre en muchos temas, sin embargo, adoptó una encarnizada actitud homófoba y burlona contra Cupido. 

“TVR siempre ofreció una versión completamente tergiversada de Cupido, que es la que en buena medida ha cundido. Siempre se encargaron de reconducir el sentido original y donde veían gente que a TVR le parecía fea, la sobreexponían para generar una especie de perlita. Y con Cupido gay eso lo hicieron sostenidamente”.

Por qué “no funcionó” el romance

En el programa, de una hora de duración, Matías y Armando se conocieron, se chamuyaron, se interesaron por el otro a partir de conversaciones a ciegas. Hacia el final, cuando se formó la pareja, se dieron un piquito y antes, en la charla, hablaron incluso de sus fantasías sexuales, de los celos y de cómo pensaban los vínculos a sus 22 años en una Argentina que reconocía muy pocos derechos a la comunidad. 

Después del flechazo televisivo, los dos chicos fueron a cenar y se vieron algunas veces más, aunque el romance no pasó a mayores. Armando vivía en La Plata y poco después volvió a México, Matías estaba en zona sur del Gran Buenos Aires, ninguno de los dos tenía teléfono celular. Consultados sobre por qué “no funcionó” su historia de amor, cada uno da respuestas distintas. Consultados sobre el impacto que tuvo el programa en sus vidas, también.

Armando habla con SOY desde Ciudad de México, donde reside y trabaja como docente en la Universidad Nacional Autónoma. Se lo escucha sereno y con ganas de hablar de una experiencia que percibe como muy lejana en el tiempo y como un episodio importante pero no determinante en su vida. “Llego a este aniversario con sentimientos encontrados. Me da gusto por el avance en nuestros derechos y al mismo tiempo para mí fue muy difícil la exposición en los medios y lidiar con la reacción de mucha gente que conocía, desde compañeros de la pensión hasta profesores en la universidad. Se me hizo padre participar, pero a los 20 años no aquilatas las repercusiones que puede tener la TV”.

Matías habla con SOY desde Buenos Aires, mientras viaja hacia su trabajo en el Congreso de la Nación. Es militante político y sindical y el responsable de diversidad de la agrupación peronista 13 de abril, identificada con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Su mirada es distinta, dice que participar de esta emisión de Cupido fue “un antes y un después” en su vida, porque le dio la chance de visibilizar demandas de la comunidad LGBT en un momento en el que no era mainstream hacerlo, y porque disfrutó de participar durante varios meses de programas de la tarde en la que lo llevaban de invitado. 

“Unos meses antes, en diciembre de 2001, había estado en la Plaza de Mayo y ahora estaba de pronto con este personaje en la tele”, recuerda, al tiempo que repasa las conquistas sociales y legislativas conseguidas en las dos décadas que pasaron. “Muchos militantes murieron sin poder ver los cambios durante su tiempo histórico y para mi generación fue distinto. A mí de chico me tiraban piedras en la calle porque me veían muy afeminado y unos años después me pude casar y después divorciar”, celebra.

Los festejos por el vigésimo aniversario del hito televisivo que protagonizaron Armando y Matías gracias a Franco Torchia tendrán lugar este domingo. La cita es a las 21 en el Centro Cultural San Martín. Están todes invitades y, quién sabe, tal vez se forme más de una pareja.